Bloque Popular Revolucionario BPR 30 de Julio 1975 Beligerantes

Bloque Popular Revolucionario BPR 30 de Julio 1975 Beligerantes

sábado, 16 de julio de 2011

FORO SOCIALISTA DE SOLIDARIDAD INTERNACIONAL CON LOS PUEBLOS DE LAS AMERICAS Y DEL MUNDO EL BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO BPR-MOSA CON MARCIAL

BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO
BPR DE EL SALVADOR
MOVIMIENTO SOCIAL AUTONOMO
DE EL SALVADOR MOSA
SOBERANAMENTE REIVINDICA A
SALVADOR CAYETANO CARPIO
COMANDANTE MARCIAL

LA RESPONSABILIDAD
DE SU ASESINATO SUICIDIO POLITICO
ES DEL FRENTE FARABUNDO MARTI PARA
LA LIBERACION NACIONAL
F M L N UN PARTIDO POLITICO
CORRUPTO ELECTORERO
DE SU DIRECCION Y DIRIGENTES BURGUESES
PSEUDOREVOLUCIONARIOS
PSEUDOIZQUIERDISTAS
TAMBIEN DENUNCIAMOS
EL ACTUAL GOBIERNO DE AMPLIA PARTICIPACION
EL - G. A . P. -CAPITALISTA NEOLIBERAL DEL FMLN
A LOS COMERCIANTES DE LA LUCHA POPULAR
PONIENDO ELLOS
SUS PROPIOS INTERESES PERSONALES
POR CUOTAS DE PODER LOS MILLONES DE DOLARES
DE LA CENTRAL DE INTELIGENGIA AMERICANA C.I.A.
DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO
DE LA BURGUESIA CRIOLLA
Y DE LA TIRANIA MILITAR FASCISTOIDE
LA CONTRARREVOLUCION
Y PARA ESTO SE VALIERON FACILMENTE
DE "LA SOLUCION POLITICA NEGOCIADA"
LOS ACUERDOS DE PAZ ...
DE LA ULTRADERECHA
Y DE LA PSEUDAIZQUIERDA
Y DE LOS PROCESOS ELECTORALES
NOTORIAMENTE VICIADOS
CORRUPTOS INDECENTES PROSTITUIDOS.
NUESTRO LLAMADO ES A DESENMASCARAR
A LOS TRAIDORES Y CRIMINALES.

30 DE JULIO DE 1975-30 DE JULIO 2011
DIA NACIONAL E INTERNACIONAL CON LOS
ESTUDIANTES REVOLUCIONARIOS Y DE LA
IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
DE EL SALVADOR
A LUCHAR PUEBLO DE EL SALVADOR
POR GOBIERNO DEMOCRATICO REVOLUCIONARIO
G. D. R. ALIANZA OBRERO-CAMPESINO
CON HEGEMONIA
DEL PROLETARIADO REVOLUCIONARIO
HACIA EL SOCIALISMO

iFRENTE A LA AGRESION FASCISTOIDE,
EL COMBATE ORGANIZADO DEL PUEBLO !

El suicidio de Marcial
¿Un asunto concluido?

José Antonio Morales Carbonell*
Resumen

Con la perspectiva que sólo el tiempo sabe dar
el autor revisa los hechos ocurridos
alrededor del suicidio de Salvador Cayetano Carpio
("Marcial").
Partiendo de que en el
juzgado no se presentaron pruebas
que lo incriminaran en el asesinato de Mélida Anaya
("Ana María"), el autor analiza los argumentos
esgrimidos por los dirigentes de las
FPL y del FMLN
para sostener sus acusaciones contra Marcial
y trata de encontrar
una explicación racional al suicidio de Marcial.

Salvador Cayetano Carpio, conocido como el "comandante Marcial", fundador
y primer responsable de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Farabundo
Martí, y miembro de la comandancia general del Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN), se suicidó de un disparo en el corazón a las 21:30
horas del día 12 de abril de 1983, en la ciudad de Managua, Nicaragua. Tres días
antes de su muerte, el 9 de abril, Marcial regresó a Nicaragua de un viaje a Libia,
para asistir a los funerales de Mélida Anaya Montes, conocida como la
"comandante Ana María", quien había sido salvajemente asesinada el 6 de abril,
en la ciudad de Managua.
Las primeras versiones sobre el asesinato de Ana María atribuyeron la
responsabilidad del crimen a la CIA, pero posteriormente se comprobó que los
responsables eran militantes de las mismas FPL, entre ellos un miembro del
comando central' llamado Rogelio Bazzaglia, conocido como Marcelo. El crimen
de Ana María fue aclarado. Los tribunales nicaragüenses declararon culpables a
Marcelo y a otros tres militantes de las FPL, quienes aceptaron su participación
en los hechos criminales. Marcelo, por su parte, aceptó la exclusiva
responsabilidad del asesinato al declarar que Marcial ignoraba totalmente su
iniciativa y que, de conocerla, se hubiera opuesto a ella.
A petición del abogado defensor Gutiérrez Mayorga, el tribunal hizo constar
en su sentencia, que en el proceso no se habían presentado pruebas que permiten
respaldar la acusación de la fiscalía nicaragüense sobre la autoría intelectual de
Marcial en el crimen de Ana María. El abogado, en su alegato, presentado el 15 de
marzo de 1984, manifestaba: (…) solicito que se consigne en la sentencia a
dictarse si se han aportado o no pruebas que permitan tener a Salvador Cayetano
Carpio junto con Marcelo, como coautor intelectual. La procuraduría lo ha
mencionado como tal y en honor a la verdad histórica, debe hacerle relación a
este asunto en su sentencia. Hasta el momento la procuraduría - no ha presentado
ninguna.[3] Posteriormente, el juez del Juzgado Segundo del Distrito del Crimen
en Managua, sentenció que:De conformidad con al Art. 186 del Código de
Instrucción Criminal, en razón de
su fallecimiento debesobreseerse definitivamente en la presente causa a Salvador
Cayetano Carpio (Marcial), mencionado por la Procuraduría Penal como autor
intelectual del delito investigado.
Siendo opinión de esta autoridad que se adhiere a lo expresado por el defensor Gutiérrez
Mayorga en su escrito de defensa, que no fueron aportadas pruebas en el proceso que
respalden tal imputación. [4 ]
A pesar de la declaración de la justicia nicaragüense sobre la ausencia de
pruebas en contra de Marcial, los dirigentes de las FPL y de otras organizaciones
del FMLN siguen considerando a Marcial como el responsable intelectual del
asesinato de Ana María.[5] El objetivo de este ensayo es, precisamente, analizar
los argumentos utilizados por los dirigentes de las FPL y del FMLN para sostener
sus acusaciones en contra de Marcial. Pero antes veamos cuál fue la
interpretación que hicieron estas organizaciones sobre su suicidio.
1. El suicidio de Marcial
El Ministerio del Interior de Nicaragua en su comunicado del 20 de abril de
1983 informó que Marcial había tomado la trágica decisión de quitarse la vida,
abatido y consternado ante las pruebas irrefutables de la actividad enemiga
realizada a través de un hombre de su confianza y que culminó con el asesinato
(de la comandante Ana María) [6]
El comunicado decía que el autor intelectual del crimen de Ana María era un
miembro del comando central de las FPL llamado Rogelio Bazzaglia y conocido
como Marcelo quien se aprovechó de la posición de responsabilidad que había
alcanzado dentro del marco de las FPL y de la confianza depositada en él por
Carpio, y durante la ausencia de éste creó clima de desconfianza política para con
Ana María entre los miembros de las FPL, que fueron manipulados para realizar
el asesinato.[7]
El Ministerio del Interior indicó igualmente que la noticia del suicidio se dio a
conocer ocho días después de acaecido en razón de la importancia política del
hecho y para que primero fuese difundido en las filas de las FPL. Hay que
señalar, sin embargo, que los dirigentes de las FPL no se mostraron muy
apresurados en dar a conocer a sus militantes las circunstancias de la muerte de
Marcial.
En efecto, la misma noche del suicidio, en la propia casa del difunto, se llevó a
cabo una reunión a la cual asistió un número considerable de miembros de las
FPL que se encontraban en ese momento en Nicaragua y que habían sido
alertados de que algo grave sucedía. En dicha reunión, Leonel González, quien
sucedió a Marcial como primer responsable de las FPL, se negó a dar a conocer
las circunstancias de la muerte de Marcial, argumentando que tenía que discutir
primero el problema con los otros miembros de la comisión política[8] de las
FPL que llegarían de El Salvador. Leonel González no solamente ocultó que se
trataba de un suicidio, sino que también ocultó la existencia de las cartas que
Marcial había escrito antes de quitarse la vida. En los comunicados de las FPL y
del FMLN-FDR que aparecieron después que el Ministerio del Interior de
Nicaragua diera a conocer la noticia del suicidio, tampoco se mencionaba la
existencia de cartas, ni mucho menos la responsabilidad de Marcial en el crimen
de Ana María, a pesar de que dicha responsabilidad, como veremos más adelante,
fue supuestamente establecida antes de su suicidio.
En efecto, la dirección revolucionaria unificada del FMLN y el comité
ejecutivo del Frente DemocráticoRevolucionario (FDR), en su comunicado del
20 de abril de 1983, afirmaban únicamente encontrarse "profundamente
conmovidos" ante el deceso de Marcial, quien hondamente consternado decidió
quitarse la vida (…) al conocer los detalles del asesinato de la compañera Mélida
Anaya Montes, comandante Ana María, queinvolucran a individuos que
pertenecían a su organización.[9] Así, el FMLN-FDR hacía suya la versión del
Ministerio del Interior de Nicaragua y afirmaba que a pesar del dolor que le
embargaba, permanecería firme en la lucha para alcanzar la victoria.
Las FPL explicaron también el suicidio de Marcial en razón de la profunda
depresión en que éste se encontraba, producto de la muerte de Ana María y de
saber que el responsable de tan abominable crimen era uno de sus hombres de
confianza. En ningún momento se mencionó la responsabilidad de Marcial en el
crimen. Esta versión del suicidio colocó a la dirección de las FPL en una situación
bastante delicada frente a sus propios militantes, puesto que por muy graves que
fueran los sangrientos acontecimientos de abril de 1983, ellos difícilmente podían
explicar por sí solos la extrema decisión de un hombre con el carácter y el
temperamento de Marcial, forjado en largos años de lucha, durante los cuales
había sabido enfrentar admirablemente las duras pruebas a las que fue
sometido[10]
Por otra parte, al no responsabilizar a Marcial del crimen de Ana María, la
dirección de las FPL difícilmente podía justificar no sólo las condiciones en las
que Marcial había sido enterrado - en el interior de una base militar en las afueras
de Managua, inaccesible a la población civil salvo autorización especial -, sino
también su oposición a la celebración de actividades públicas en su memoria.
Únicamente se permitieron las visitas organizadas por las FPL a su tumba en los
días posteriores a su entierro. Esta situación fue motivo de tensiones que
estuvieron lejos de ser resueltas por medio del debate y la discusión colectiva.
Citemos tan sólo un ejemplo, la decisión de Leonel González de enviar
engañados a Cuba a un grupo de militantes de las FPL para impedir que
realizaran una serie de actividades públicas en Nicaragua, para conmemorar la
muerte de Marcial con refugiados salvadoreños que vivían en este país.
Leonel González, al enterarse de dichas actividades, convocó a una reunión
para tratar de persuadir a los organizadores de que cancelaran dichas actividades.
Al no lograrlo, unos días después se dirigió por separado a cada uno de los
organizadores para pedirles que prepararan sus pasaportes, pues saldrían
inmediatamente hacia Cuba; algunos de ellos participarían en unos cursos
de formación política en las escuelas de La Habana y otros en diversos eventos
internacionales que se celebrarían en la misma ciudad. Para abreviar la historia, no
hubo ni cursos, ni eventos, todos fueron ingenuamente engañados. Algunos
tuvieron la posibilidad de regresar a Nicaragua una semana después, pero otros
tardaron meses en volver. Pero regresemos ahora al suicidio de Marcial y veamos
cómo después de haber sido interpretado como la decisión extrema de un
hombre "profundamente consternado", fue considerado como un acto de
"cobardía política".
En efecto, ocho meses después de la muerte de Marcial, el 9 de diciembre de
1983, cuando por primera vez la dirección de las FPL lo responsabilizó
abiertamente de ser el autor intelectual del crimen de Ana María, hizo público un
comunicado en donde sostenía que:
Descubierto Carpio en su crimen, optó en su último acto de cobardía
política por el suicidio, para evadir su responsabilidad y salvar su nombre ya
manchado por la infamia que el mismo se echó encima... Prefirió morir
manteniéndose aferrado a su egocentrismo y autoveneración. Antes de
suicidarse ,Marcial añade a su ya incorregible cobardía política una nueva
infamia escribiendo unas cartas, una de ellas dirigida al comando central,
donde representa los hechos como una conspiración de falsos
revolucionarios en contra de lo que él denomina su intachable trayectoria de
verdadero revolucionario. Marcial dejó así veneno para continuar dañando a
la revolución y a nuestra organización, en una acción igualmente
desesperada y ciega para salvar su imagen por encima de todo…[11]
En efecto, después del suicidio se comprobó que una de las cartas escritas
por Marcial, había escapado al control exclusivo de la dirección de las FPL.
Tarde o temprano sería del conocimiento público y, por lo tanto, no sólo era
inútil seguir ocultando la existencia de las cartas, sino también la supuesta
responsabilidad de Marcial en el crimen de Ana María. Sin embargo, el
surgimiento de un movimiento obrero que reivindicaba la figura de Marcial en
San Salvador fue lo que finalmente precipitó la publicación de los comunicados
de las FPL y del FMLN.
El comunicado de las FPL decía,
... producto de la confusión, el resentimiento, el oportunismo y el fanático
culto a la personalidad de Marcial, algunos pocos ex compañeros fueron
sorprendidos y han llegado al extremo de separarse de nuestro partido,
tratando de fraccionar y dividir la unidad interna de las FPL con métodos
desviados y dañinos para la revolución y para nuestro pueblo que sólo
favorecen al enemigo. Este grupo sostiene las posiciones atrasadas, sectarias
y antiunitarias levantadas por Marcial [...]. A este grupo de individuos está
ligado el recién aparecido Movimiento Obrero Revolucionario Salvador
Cayetano Carpio [MOR]. Con ello pretenden levantar la figura de Carpio
ante nuestro pueblo, ocultando y encubriendo lo que está claro y
comprobado: que a causa de su descomposición ideológica, Marcial terminó
traicionando los intereses de la clase obrera y de todo nuestro pueblo.
Haciendo un irreparable daño a la revolución". [12]
Por su parte la comandancia general del FMLN declaró el 16 de diciembre de
1983, que el vil y despiadado asesinato de Ana María por Salvador Cayetano
Carpio y el cobarde suicidio de éste no pueden justificarse en nombre de las ideas
revolucionarias.
Y al referirse al Movimiento Obrero Revolucionario, afirmaba:
No tardará la CIA en vestirse con piel de oveja y suministrar su dinero para
dar oxígeno a este grupo cuyaexistencia le permite alimentar su propaganda
sobre una supuesta división en el FMLN Categóricamente afirmamos, no
hay ni puede haber ahora en El Salvador, revolucionarios fuera, y menos
aún en contra del FMLN, precisamente porque la revolución está
avanzando y venciendo bajo su dirección.[13]
Un día antes, el 15 de diciembre, el Ministerio del Interior de Nicaragua había
publicado un comunicado donde se decía únicamente que Bazzaglia había
declarado el 11 de abril de 1983 que su actividad delictiva le había sido orientada
por Salvador Cayetano Carpio y que al conocer las declaraciones de Bazzaglia,
Carpio se negó a comentar las mismas, no negándolas ni aceptándolas y
sumiéndose en un silencio absoluto.[14]
Como puede constatarse, el gobierno nicaragüense guardó silencio sobre las
supuestas declaraciones de Bazzaglia y no las mencionó públicamente, sino hasta
cinco días después que las FPL decidieron acusar por primera vez a Marcial. Es
importante destacar por otra parte que en los comunicados de las FPL y del
FMLN, la responsabilidad de Marcial en el crimen de Ana María se establece
antes del suicidio de Marcial. El suicidio viene a ser la respuesta al descubrimiento
de su participación en el crimen.
En entrevistas posteriores, los dirigentes de las FPL han mantenido esta
misma argumentación, pero aportando nuevos elementos que pueden contribuir
a arrojar luz sobre las circunstancias que rodearon el suicidio de Marcial.
Ya cuando todo estaba aclarado [Leonel González se refiere a la
responsabilidad de Marcial en el crimen de Ana María]
se le planteó la opción de viajar a otro país, pero él se decidió por el suicidio. " [15]
Como podemos observar en esta última versión se agrega un nuevo hecho
que se convierte en el antecedente más inmediato de la decisión extrema de
Marcial, "la opción de viajar a otro país", ante lo cual él escogió el suicidio.

2. La supuesta responsabilidad de Marcial
en el crimen de Ana María

El argumento central en que los dirigentes de las FPL basan sus acusaciones
en contra de Marcial, Leonel González lo resume en los términos siguientes:
Cuando en 1980, la lucha revolucionaria salvadoreña alcanzó su mayor desarrollo
y el problema estratégico a resolver fue el de la unidad de la izquierda
revolucionaria, la alianza con los sectores democráticos y el uso del instrumento
del diálogo, fue cuando se evidenció la falta de capacidad política de Marcial. Y
tanto sus posiciones principistas en cuanto a la vanguardia revolucionaria como
su actitud en relación a las gestiones político diplomáticas, fueron quedando aisladas, no
sólo en el FMLN, sino también dentro de las propias FPL. Ante la falta de
argumentación política desechaba los argumentos contrarios [...] como frutos de
un pensamiento pequeño burgués, de traición a los intereses del proletariado y la
clase obrera. Esta situación fue haciendo crisis hasta que finalmente llegó a
identificar a Mélida Anaya Montes (Ana María) como, la exponente de ese
pensamiento, al tiempo que comenzó a planificar con el aparato de seguridad de
la organización su asesinato, todo a espaldas de la dirección.[16]
En otra parte de la misma entrevista, Leonel insiste: Ya para 1982, cuando sus
posiciones fueron derrotadas en las FPL y en el FMLN, planificó el asesinato de
Ana María,
responsabilizando de su ejecución a Marcelo, miembro del comité central y
responsable del aparato de seguridad...[17] Dos interrogantes surgen,
inmediatamente ¿cuáles fueron las tesis políticas sostenidas por Marcial? y, por
qué se afirma que sus tesis fueron derrotadas desde 1982, no sólo dentro del
FMLN sino - y esto es lo más importante - dentro de las propias FPL? A estas
interrogantes intentaremos responder en las páginas siguientes, tratando de
identificar las tesis políticas de Marcial que supuestamente fueron quedando
aisladas.
No se trata aquí de analizar la validez o invalidez histórica de estas tesis - lo
cual puede ser motivo de otros trabajos -, sino de determinar si sus tesis fueron
efectivamente derrotadas dentro de las FPL, antes que ocurriera el asesinato de
Ana María. La declaración anterior de Leonel González nos permite identificar
los sujetos que fueron siendo motivo de tensión durante el desarrollo de la
guerra. Por cuestiones metodológicas, abordaremos estos puntos de la manera
siguiente.
(a) Las alianzas de clases, que incluyen el espinoso problema de las alianzas
con los sectores de la burguesía no oligárquica y las readecuaciones que
a este efecto era necesario hacer en el programa de Gobierno
Democrático Revolucionario de aquella época.
(b) La unidad de las fuerzas revolucionarias y el problema de la
construcción de la vanguardia.
(c) El diálogo y la negociación. [18]
En esta primera parte, expondremos brevemente las tesis de Marcial con
respecto a las alianzas dee clases, posteriormente veremos cómo se fueron
manifestando las tensiones existentes en la dirección de las FPL en tomo a dichas
alianzas y, finalmente, comprobaremos si las tesis de Marcial en materia de
alianzas habían sido en efecto derrotadas en las FPL antes de la muerte de Ana
María.

2.1. Las alianzas de clases

2.1.1. Marcial y las alianzas de clase


En relación con las alianzas de clases, Marcial afirmaba
que era necesario crear
y fortalecer la alianza obrero-campesina
como núcleo aglutinador de la amplia
alianza popular en la cual podían participar
aun sectores de la burguesía:


Nosotros - decía - sosteníamos que los obreros y campesinos debían tener
el poder político en su, organización y el poder militar. La alianza militar. La
alianza obrero-campesina, pero con fuerza, con armas. Después de esto
entonces ya venía la lucha de todo el pueblo, donde cabía la burguesía. La
cosa era invertir el esquema que ponía al centro a la burguesía, y alrededor de ella a los
demás.
Marcial hacía alusión a todos los movimientos de unidad nacional que habían
existido en El Salvador desde 1944, en donde según sus palabras:
la burguesía se había servido en bandeja todas las unidades del pueblo para
hacer triunfar su línea sobre el sacrificio de los trabajadores y los
campesinos.[19]
Su preocupación central era que los obreros y los campesinos pudiesen dirigir
sus alianzas y garantizar de esta manera la defensa de sus intereses. ¿Por qué
negarle a esa fuerza fundamental del país, que es la que produce, que es la que
mueve a nuestro país, por qué negarle el derecho a que pueda orientar una gran
alianza de todo el resto del pueblo? El otro 20-25 por ciento ¿no puede ser
introducido? Se puede formar una poderosa alianza popular, aislando al 2 ó al 1 ó
al 5 por ciento ó al 10 por ciento del resto de la población que son los
explotadores, sus serviles, el ejército y los reaccionarios. De ahí para allá todo el
mundo puede entrar en la amplia alianza popular [20]
La plataforma programática del Gobierno Democrático Revolucionario del 23
de febrero de 1980[21] preveía precisamente ese rol conductor de los
trabajadores:
Este gobierno, se apoyará en una amplia base social y política formada en
primer lugar por la clase obrera, el campesinado y las capas medias
avanzadas; íntimamente unida a ellas, estarán todas las capas sociales
dispuestas a llevar adelante esta plataforma... [22]
En la misma plataforma se decía que
por su disposición combativa, su grado de conciencia, temple y
organización y su espíritu de sacrificio en aras del triunfo popular,[la alianza
de los obreros y campesinos ha confirmado ser el más firme puntal para garantizar la
consecuencia y firmeza del movimiento de liberación....... [23]
Marcial y las FPL sostenían asimismo que el objetivo de la revolución era la
construcción de la sociedad socialista y que las etapas intermedias hacia aquélla
sólo podían llevarse a cabo si el poder del Estado estaba en manos de los sectores
populares. Esto suponía, entre otras cosas, que los aparatos militares y
administrativos del Estado burgués debían ser destruidos en su conjunto y
sustituidos por otros nuevos.[24] Estas condiciones estaban también
contempladas en la plataforma del Gobierno Democrático Revolucionario, en la
sección destinada a las tareas y objetivos de la revolución.[25]

2.1.2. Las tensiones en la dirección de las FPL
en torno a las alianzas
de clases

En el último discurso que Marcial pronunció ante una asamblea de militantes
de las FPL el 1 de abril de 1983, en la ciudad de Managua, conocido como su
"Testamento político", se puede advertir que en la reunión plenaria del comando
central, llevada a cabo entre el 23 de enero y el 5 de febrero de 1983, en la
dirección de las FPL, surgieron tensiones con respecto al tema de las alianzas de
clases. Sin embargo, las tensiones no aparecían explícitamente enel texto de los
acuerdos adoptados en esa ocasión.
En efecto, al referirse a la autocrítica que el comando central debería hacerse,
como lo estipulaban los acuerdos, Marcial advertía el peligro de hacerla al margen
de la realidad concreta pues, según él, eso llevaría a considerar como error las más
grandes glorias de las FPL.
¿Por qué nos vamos a dar golpes de pecho nosotros, considerarnos como
grandes sectarios, por el hecho de que proclamamos un nuevo enfoque de
alianzas de clases favorables a los intereses de las clases obreras y el
campesinado, en un país en donde estas clases son las mayoritarias y
fundamentales […] todavía no está definida la guerra, todavía no está
definida la hegemonía de una clase y entonces que en este momento
comencemos a darnos golpes de pecho, de decir que hicimos mal, que
somos sectarios porque la alianza obrero-campesina ¿para qué vamos a estar
hablando de eso? […] ¿Por qué nos aleja de otros aliados? pues claro puede
tal vez alejarnos durante un tiempo de otros aliados, pero también al
contrario puede ser el camino para conseguir a esos otros aliados en una
actitud, ya no de pretensión del poder total […] La crítica y la autocrítica no
significan ponerle el calificativo de sectario a 1o grande que la organización tiene[26]
La advertencia de Marcial fue quedando más clara en el transcurso de los años.
Así, Leonel González, al hablar en 1989 del sectarismo que había caracterizado a
las FPL, afirmaba:
Yo pienso que el origen de este sectarismo tiene que ver en parte con una
tesis que nosotros
sentamos, de que era necesario construir un polo revolucionario sobre
la base de la alianza
obrero-campesina y que era a sualrededor que debía aglutinarse
el resto de las fuerzas que
estuviesen por un cambio.
Esto nos llevó a una visión bastante estrecha de las
alianzas. De hecho sólo considerábamos revolucionarias a las fuerzas obrero
campesinas. Eso nos dificultó las relaciones con otros sectores: intelectuales,
militares progresistas, a los que cuando se nos acercaban sólo ofrecíamos una
política de sometimiento a nuestra línea y no considerábamos intereses
propios.[27]
Los "golpes de pecho", como los llamaba Marcial, llegaron tan lejos que
actualmente los dirigentes de las FPL consideran prácticamente como un error, lo
que el VI Consejo Revolucionario de las FPL[28] consideraba en 1980 como un
acierto histórico y como una prueba de la justeza de la línea política de esa
organización[29] Se trata del rechazo al golpe militar que depuso al general
Romero, el 15 de octubre de 1979[30], dando paso a la integración de la primera
junta de gobierno.
En los primeros meses de 1979, explica Leonel González, elementos de la
juventud militar se acercaron a hablar con nosotros, dada la fuerza adquirida por
el Bloque Popular Revolucionario, para buscar juntos una salida a la crítica
situación que vivía el país en aquel momento. Nuestra actitud fue rechazar su
ofrecimiento de cooperación en el esfuerzo golpista progresista de ese año. Eso
no cabía en nuestras concepciones de alianzas, porque era meternos a otras
fuerzas que no eran obrero-campesinas.[31]
Al referirse a la misma coyuntura, Gerson Martínez, conocido como Valentín
Martínez, afirma:
Pienso que la caracterización del auto golpe fue absolutista y apresurada.
Naturalmente que estaba muy influenciada por un rechazo a los poderes
contrainsurgentes que se movían tras algunas fuerzas golpistas, pero estaba
sobre todo muy determinada por una actitud ideológico-política
esquematizada [...] Como resultado de aquellos enfoques, nuestra posición
frente a un llamado a la concertación que hizo el Foro Popular[32] fue de
rechazo, dificultando, en aquella coyuntura, que todas las fuerzas del pueblo
se concentraran en un sólo cauce para aislar más a los fascistas o, al menos,
para reducir sus márgenes de maniobra.[33]
En efecto, las FPL condenaron al golpe militar y repudiaron a la junta de
gobierno por considerarla una “maniobra estratégica en gran escala del
imperialismo”[34] para engañar al pueblo e intentar detener el avance del
movimiento popular. El Bloque Popular Revolucionario, por su parte, se negó a
participar en el foro popular, pues lo consideró igualmente una maniobra de la
democracia cristiana para obtener base social v respaldo político para su proyecto
reformista, y calificó el golpe militar de "cuartelazo", dado al margen del pueblo y
preparado entre las mismas fuerzas armadas que anteriormente apoyaron la
criminal política represiva del general Romero, con el objetivo de reivindicar la
desprestigiada imagen de la Fuerza Armada.
El Bloque Popular Revolucionario denunció asimismo las medidas represivas
que acompañaban el golpe. Entre otras, la implementación del estado de sitio y el
toque de queda, la intensificación de la represión contra las organizaciones
sindicales y el movimiento popular en general, etc., e hizo un llamado al pueblo
salvadoreño a profundizar la lucha combativa por sus reivindicaciones inmediatas
y fundamentales, que permitan desenmascarar el fondo anti popular y
contrarrevolucionario de la nueva junta militar.[35]
Un grupo de ministros y subsecretarios de Estado que participaron en la
primera junta de gobierno, entre quienes se encontraba Salvador Samayoa,
dirigente de las FPL y en aquel entonces Ministro de Educación, dabanfinalmente
la razón al movimiento popular, al afirmar en su carta de renuncia al gobierno:
Ahora vemos que este proyecto político fue desde su inicio una maniobra.
No nos arrepentimos, pese a ello, de haber formado parte del gobierno,
poniendo todo nuestro esfuerzo y capacidad para que las cosas resultaran de
otra manera. Pero tendríamos que arrepentirnos toda una vida de seguir
colaborando ahora que todo está claro. Tal vez algunos de nosotros -
militares y civiles - hayamos sido ingenuos desde el principio, pero no
estamos dispuestos a ser deshonestos al final. Para las organizaciones del pueblo,
cansadas de tanto engaño siemprefue evidente el verdadero carácter que esta “salida”
tendría más allá de las intenciones personales. Ahora muchos otros sectores han
aprendido la lección. Esto es quizás lo más positivo que hayamos legado a nuestro país: el
fortalecimiento del movimiento popular por la convicción ampliada de la verdad histórica
de susposiciones.[36]
Como lo dijimos desde un principio, no es nuestro objetivo pronunciarnos
sobre este debate de ideas, lo único que nos interesa es verificar en qué medida
las tesis sostenidas por Marcial en materia de política de alianzas fueron
efectivamente derrotadas dentro de las FPL antes del asesinato de Ana María.
Para ello tomaremos como referencia el texto de los acuerdos de la sesión
plenaria del comando central de las FPL, llevada a cabo del 25 de enero al 5 de
febrero de 1983. Esta fue la última reunión del comando central en la cual
participó Marcial y donde según afirman los dirigentes de las FPL, sus tesis ya
habían sido totalmente derrotadas.[37]

2.1.3. Las tesis de Marcial
y los acuerdos del comando central de
febrero 1983

Lo primero que llama la atención al analizar el texto de los acuerdos del
comando central es que los "lineamientos generales hacia la toma del poder" que
contempla entre otros el problema de las alianzas de clase, fueron aprobadas
"unánimemente", según se dice expresamente, en el texto.[38] Esto supone
entonces el voto positivo de Marcial.
En dichos acuerdos se menciona que Es tarea de orden histórico la
instauración del gobierno democrático revolucionario, haciendo al proyecto del
mismo las readecuaciones y afinamientos correspondientes a
las actuales condiciones y demandas del período, teniendo como criterio y resolución de
nuestra organización la de garantizar ante todo el contenido del GDR [Gobierno
Democrático Revolucionario].[39]
En la tercera sección de los acuerdos, llamada "Programa político", se precisa
el sentido de estas readecuaciones cuando se estipula como tarea sobre las
alianzas, la readecuación de la plataforma programática del GDR [Gobierno
Democrático Revolucionario] que incluya también intereses de los sectores no
oligarcas.[40]
El texto sin embargo, no ofrece más precisiones sobre el contenido de las
readecuaciones ni sobre lo que se entiende por sectores no oligarcas que no
estuviesen ya comprendidos en la plataforma del Gobierno Democrático
Revolucionario, pues en ella se mencionaba a pequeños y medianos empresarios,
industriales, comerciales, artesanos, agropecuarios, pequeños y medianos
cafetaleros y de los otros reglones de la agricultura y ganadería.[41]
Es importante constatar que las readecuaciones no fueron hechas en la
reunión del comando central, "por no contar [como se dice expresamente en el
texto de los acuerdos] con los estudios y documentos necesarios para poder
revisar a fondo la plataforma del GDR" [Gobierno Democrático Revolucionario],
en consecuencia, esta tarea fue delegada a la comisión política que además tendría
"la capacidad política de decisión sobre este punto en cada momento.”[42]
Marcial murió y las readecuaciones al Gobierno Democrático Revolucionario
no habían sido realizadas. En esas circunstancias, sería excesivo afirmar que las
tesis de Marcial en materia de alianzas de clases habían sido derrotadas por el sólo
hecho de que la plataforma del Gobierno Democrático Revolucionario sería
readecuada. Sobre todo si se tiene en cuenta que el criterio de esas readecuaciones
era el de "garantizar ante todo el contenido del GDR [Gobierno Democrático
Revolucionario]", con el cual las tesis de Marcial se identificaban plenamente. En
el VII Consejo Revolucionario de las FPL que se realizó en agosto de 1983,
después del suicidio de Marcial, tampoco se hicieron dichas readecuaciones. En
esa oportunidad, el consejo se limitó a establecer algunos criterios, que sólo
vienen a confirmar la gran influencia que tenían las tesis de Marcial aun después
de su muerte. En efecto, entre los objetivos de la plataforma si bien se habla de
ampliar las alianzas con los sectores de la burguesía no oligarca, con ofíciales no
fascistas, etc., se insiste ante todo en asegurar el papel hegemónico y la dirección
de la clase obrera en aquellos aspectos esenciales y determinantes para asegurar el
desarrollo de la revolución.[43]
Entre los criterios generales, se afirma que el objetivo del nuevo gobierno es
"garantizar el poder real en manos de la clase obrera y sus aliados" que se
fundamenta, entre otros, en “el ejército popular”[44]
En los criterios específicos se reafirma la voluntad de suprimir y reemplazar
los aparatos administrativos y militares del Estado. Sobre este último aspecto
militar se dice textualmente: “Nuestro objetivo es garantizar
el control de las fuerzas militares del
Estado, aunque este no pueda lograrse plenamente desde el inicio...” y hasta
se plantea Que Deben darse alternativas de participación a las oficiales,
clases y soldados dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, de igual
forma que para permitir su reingreso en la vida civil[45].
Como puede constatarse, los acuerdos del VII Consejo no hacían más que
reafirmar el postulado básico de la política de alianzas de las FPL, sobre la
necesaria hegemonía del proletariado dentro de las eventuales alianzas con otros
sectores de la sociedad. Estos criterios, sin embargo, no impidieron que la firma
del primer responsable de las FPL apareciera unos meses después al pie de la
Plataforma de Gobierno de Amplia Participación. En efecto, el 31 de enero de
1984, la comandancia del FMLN y el comité ejecutivo del Frente Democrático
Revolucionario (FDR) aprobaban la plataforma del Gobierno de Amplia
Participación que sustituyó a la plataforma programática del Gobierno
Democrático Revolucionario. No es nuestro objetivo analizar el contenido de
cada plataforma a la luz de las condiciones históricas en que fueron elaboradas
[46].
Aquí lo que nos interesa es simplemente constatar que el contenido de la
plataforma del Gobierno de Amplia Participación era muy diferente de los
criterios que se adoptaron en el VII Consejo. En efecto, el Gobierno de Amplia
Participación era definido como “un gobierno en donde no predominará una sola
fuerza” [47] y en lo que respecta a los medios de acceder al poder, la revolución
popular por la vía armada que contemplaba el Gobierno Democrático
Revolucionario, había sido sustituida por los procesos electorales.
Ya no se trataba de la destrucción de los aparatos administrativos y represivos
del antiguo régimen, sino de iniciar un proceso de diálogo y negociación para
crear las condiciones necesarias para la elección de un nuevo gobierno y la
organización de un “ejército nacional único, formado por las fuerzas del FMLN y
las fuerzas armadas gubernamentales ya depuradas...”[48]. La magnitud y la
sorpresa del cambio programático unida al manejo que la dirección de las FPL
hizo de los sangrientos sucesos de abril, provocó serios desgarramientos internos
a lo largo de 1983 y 1984, sobre todo en los lugares donde había acceso a la
información y algunas posibilidades de discusión, como en San Salvador y en el
exterior del país, donde las FPL perdieron prácticamente toda su estructura, la
cual contaba con varias centenas de personas.
A finales del mes de diciembre de 1983, por ejemplo, el Frente Metropolitano
Clara Elizabeth Ramírez, de las FPL, decidió desconocer y criticar a su dirección,
acusándola entre otras cosas, de pretender "crear un gobierno de amplia
participación compartiéndolo con la criminal burguesía".[49]
En el comunicado del Frente Metropolitano, se afirmaba que se trataba de
"una desviación de la línea estratégica" de las FPL y se llamaba a luchar por la
"instauración de un gobierno democrático revolucionario donde
se garantice la hegemonía del proletariado junto a su aliado principal, el campesinado, y los
demás sectores populares, únicos capaces de sentar las bases del socialismo".[50]
La conmoción que esto generó en las FPL se ve reflejada en un documento
titulado "Las desviaciones de los renegados del FPL" que fue elaborado por la
confusión política en abril de 1984 y dirigido a todos los militantes de esa
organización para que tomaran conciencia de las razones de la división ocurrida
en las FPL - después del VII Consejo Revolucionario.
La comisión política explicaba dicha división "como el resultado de un plan
frustrado, es decir, de un plan más amplio que fue siendo descubierto y
desenmascarado a tiempo y fue abortado por partes. Este plan tiene su origen en
las graves desviaciones y deformaciones en las que cayó Salvador Cayetano
Carpio (Marcial), producto de su descomposición político-ideológica".[51]
El plan habría consistido en crear una fracción alrededor de Marcial para
imponer su liderazgo en el VII Consejo, aislando previamente, y si era necesario
eliminando físicamente, a todos aquellos que se opusieran, como había sucedido
con Ana María. Sin embargo, al ser descubiertos los autores del crimen, el plan se
habría frustrado. Las medidas y los acuerdos adoptados posteriormente por el
VII Consejo habrían cerrado los espacios a los miembros de la fracción, quienes
"se vieron en peligro de ser descubiertos y desenmascarados, y por ello optaron
por fraccionar el partido, dividiendo a las FPL al separar de su estructura y
disciplina algunas redes y colectivos del frente urbano y del exterior. Utilizando
los mismos argumentos, procedimientos y métodos usados por Marcial y su
camarilla. Además planteando las mismas posiciones y levantando la bandera de
Marcial".[52] Es importante señalar que en el VII Consejo nunca se mencionó la
existencia de esta gran conspiración criminal.
La comisión política acusó igualmente a los disidentes de boicotear la política
de alianzas, del FMLN al hacer labor de desprestigio y oposición a la propuesta
del gobierno provisional de amplia participación que es el medio y bandera
principal para aglutinar a los más amplios sectores populares, incluso a sectores
de la burguesía no oligárquica y de la oficialidad no fascista del ejército títere [...]
Con esto coinciden en el objetivo del enemigo de aislar al FMLN, al reducir la
base social de la revolución".[53] Es interesante señalar que en, todas las páginas
del mencionado documento reina precisamente esa intención de vincular los
efectos del trabajo de los disidentes con el régimen enemigo. Así, por ejemplo, la
comisión política al referirse a las bases influenciadas por los disidentes decía:
Sabemos que muchos de los compañeros influenciados por este grupo
fraccionalista y que la mayoría de los que han sido arrastrados por ellos no
están conscientes de lo dañino y peligroso de su actividad, de las
consecuencias prácticas y concretas de ellas que son imposibles de diferenciarlas de
las que hacen y tratan dehacer el enemigo y sus agentes (policías) disfrazados que lanzan
para penetrar nuestras filas. En la práctica, aunque no sea consciente ni voluntario, se
entrelazan y apoyan, y se convierten en verdaderos agentes provocadores que debilitan y
destruyen el partido [...].[54]Es inútil de insistir sobre los efectos
sicológicos que puede tener este tipo de
discurso en los militantes de una organización político-militar, durante un período
de guerra civil. Sobre todo en aquellos que se encuentran en los frentes de guerra,
sometidos al mando único centralizado. Es muy difícil entender que una
organización revolucionaria llegue al extremo de incurrir a este tipo de discurso si
se siente realmente segura del respaldo de sus militantes. Es obvio que ese no era
el caso de la dirigencia de las FPL después de la salida del Frente Metropolitano y
de la pérdida de su estructura exterior. La importancia de la división ocurrida en
las FPL - después del VII Consejo y del rol particular que jugó en ella el cambio
de plataforma de gobierno, es una muestra importante del respaldo que tenían las
tesis de Marcial en materia de alianzas de clase, aún después de su muerte.

2.2. La unidad de las fuerzas revolucionarias
y la construcción de la vanguardia


Una de las características más negativas de la revolución en El Salvador -
afirmaba Marcial - es la inexistencia de un verdadero partido comunista que
represente realmente, en la teoría y en la práctica, los intereses de los trabajadores
y sea capaz de conducirlos en su lucha hasta la victoria.
Marcial advertía que sin dicho partido, no sólo se corría el riesgo de que la
revolución salvadoreña se estancara como había sucedido con más de 80
revoluciones de liberación nacional en Asia y África, que se fueron convirtiendo
en regímenes burgueses atrasados y neocolonizados", sino que, además, se hacía
muy difícil avanzar en la unidad de las fuerzas revolucionarias:
El verdadero partido comunista de El Salvador que realmente lo fuera, no
importando su nombre – continúa Marcial - tendría mucha mayor capacidad
para actuar de una manera positiva en los terrenos de la unidad y hacer
avanzar la unidad más consecuentemente y rápidamente a niveles
superiores.[55] Precisamente por los intereses de la unidad se necesita de la existencia
del verdadero partido comunista de El Salvador. Como no ha existido, en eso estriba uno
de los males fundamentales de la unidad y quizás el fundamental.[56]
Marcial, sin embargo, sostenía que el verdadero partido comunista debía ser
construido a partir de las FPL y no del FMLN. A continuación veremos las
características que según Marcial, debía tener dicho partido, por qué debía
construirse a partir de las FPL y, finalmente analizaremos en qué medida las tesis
de Marcial sobre la unidad y la construcción de la vanguardia revolucionaria
habían sido derrotadas antes del asesinato de Ana María.

2.2.1. Las características del
verdadero Partido Comunista

Según Marcial, las características principales del verdadero partido comunista
debían ser las siguientes:
(a) un partido que no sólo fuera expresión teórica de los intereses del
proletariado, sino que incorporara a los sectores más avanzados de la clase obrera
y del campesinado a sus filas;
(b) un partido que estuviese íntimamente ligado a las masas populares, pero sin
perder su rol de vanguardia;
(c) un partido que aplicara el centralismo democrático y
(d) capaz de combinar acertadamente los diferentes medios y formas de lucha
para poder conducir a los trabajadores hacia la toma del poder.

(a) Un partido que integre efectivamente a los sectores
más avanzados de la clase obrera y del campesinado


La integración de los sectores populares en las filas del partido fue una de las
preocupaciones fundamentales de Marcial, sino la fundamental
Para que un partido sea consecuentemente proletario, afirmaba, no basta
con que profese la ideología marxista leninista del proletariado, sino que, al
mismo tiempo, es básico que la clase obrera, lo mejor de ella, sea atraída, incorporada,
encuadrada y asimilada dentro de su composición orgánica. De lo contrario, la
proletarización transcurre nada más en los terrenos de la teoría, pero no en la práctica
viva de ese partido."[57]


En su informe al primer consejo revolucionario en 1976, Marcial señalaba
como "semilla de futuras debilidades", el hecho de que las FPL hubiesen
concentrado inicialmente su trabajo en los sectores de las capas medias. Ello de
no desplazarse en un tiempo prudencial relativamente corto a poner el acento
fundamental en la clase obrera de la ciudad y del campo, retardaría la consecuente
proletarización marxista de nuestra organización sustituyéndola por las
características pequeño burguesas del grueso de su membresía.
Esto a su vez, generaría un menosprecio práctico por el papel rector
que debe alcanzar la
clase obrera en nuestra revolución [...] [58]


La composición no proletarizada de nuestra
organización, a su vez, generaría estilos
y métodos de trabajo pequeño burgueses."


Marcial señalaba entre otras
cosas el espontaneísmo, la falta de disciplina para el trabajo planificado, la poca
aceptación del control orgánico, la exaltación eufórica ante los éxitos y el
desaliento y pesimismo ante las dificultades, etc.
Marcial advertía, sin embargo, que la asimilación de los sectores obreros y
campesinos al partido no era un acto automático, ni una "asimilación por
remesas", sino una ardua labor de educación político - ideológica, individual y
gradual para ir elevando a la clase obrera y campesina a grados superiores de
conciencia."[59] Se trataba, según Marcial, de una tarea muy compleja, sobre todo
cuando no se tenía conciencia de la necesidad de esta asimilación y de las
dificultades que ello representaba. Por esa razón hacia un llamado para que todos
los niveles de su organización, incluida su dirección, cobraran conciencia de esas
dificultades.[60]

Varios años más tarde, Marcial repetía este llamado, cuando después de la ofensiva general lanzada por el FMLN en 1981[61] se constató que
la construcción del partido no sólo no había avanzado, sino que se había
deformado. Las FPL se fueron convirtiendo en un partido de cuadros dirigentes
con escasa base celular[62].


En una frondosa copa con sus ramas descendiendo superficialmente hasta el
suelo, pero sin tronco ni raíces de sustentación.[63]

Marcial explica que se llegó a
esta conclusión cuando al hacer el encuentro del partido, sólo habíamos
miembros de comisiones, subcomisiones y algunos equipos de dirección de zona,
así como los miembros del consejo.
Y llegó el momento en que fue increíble, por ejemplo, cuando dijimos que se
necesitaba formar la subzona de Cinquera y que pasara a control de la dirección
de la zona de Roberto Sibirián, los compañeros dijeron: "aquí en todo el frente
paracentral sólo hay cinco miembros del partido que son miembros de subzona".
No teníamos ni unmiembro del partido para organizar la dirección de subzona y
eso, en la zona cuna de la lucha combativa delcampo en la última época, cuna de
la UTC [Unión de Trabajadores del Campo], lugar donde está la Cayetana, etc.
Cinco miembros en todo el frente.[64] En efecto, lo que sucedía es que
acostumbradas a dirigir al movimiento popular a través de comisiones o
subcomisiones nacionales de las cuales dependían redes inmensas de obreros y
campesinos, las FPL raramente promovían a estos sectores para que pudieran
ingresar al partido.
Los compañeros en que se apoyaba cada comisión eran los mejores
revolucionarios en su caserío y en la fábrica, pero no eran miembros del partido.
Miles de esta gente murió, sin llegar a ser jamás miembro del partido y eran
verdaderas gentes abnegadas, gente que hubiera ayudado a proletarizarse mucho
más al partido si nosotros los hubiéramos organizado.[65]

La promoción a miembro de partido se hacía únicamente cuando era
necesario reforzar alguna comisión nacional, para lo cual era condición
indispensable ser miembro, pero no con el objetivo de desarrollar el partido
como tal. Marcial insistía en que esta situación se debía, entre otras razones, a la
poca voluntad que existía en los organismos de dirección de las FPL de construir
el partido. Hay muchos del COCEN [comando central] e incluso de la comisión
política que no tienen totalmente clara esa conciencia y esa voluntad [...]. En la
comisión política, como organismo permanente de dirección, han pasado tiempos
sin que esa tarea vital esté en el orden del día, ni mucho menos que esté presente
diariamente en la cabeza de los miembros de la CP [comisión política].[66] Las
deformaciones en la construcción del partido, al dificultar la integración de los
sectores populares, impedían a las FPL su vinculación estrecha con las masas
populares y limitaban su capacidad para conducir la lucha popular.

(b) Un partido íntimamente ligado
a los sectores populares, pero sin
perder su rol de vanguardia


Para poder dirigir adecuadamente la lucha revolucionaria,
Marcial sostenía que:el partido del proletariado tenía que ser
"indivisible y directamente unido,
entrelazado con el pueblo".[67]

Pero, al afirmar esto, Marcial insistía,
parafraseando a Lenín, que el partido no
debía diluirse en las masas:

El partido debe estar fundido con las masas, pero el partido es su
vanguardia, tiene una calidad superior que le permite dirigirlas (...) si el
partido se diluye con la masa, lo que resulta es que el partido se pone a la
cola de las partes retrasadas y entonces comienza a entrar en el
economicismo. Hace buenos enfoques cortos sobre las necesidades
inmediatas, pero no sobre lo revolucionario: comienza a acortar la misión
del partido porque creyendo que está interpretando a las masas, lo que está
interpretando son sólo los intereses inmediatos necesarios de las masas, sus
intereses de corto plazo, sin ligarlos a los intereses generales de la
revolución.[68]

Esta fue precisamente una de las críticas
fundamentales que Marcial
hizo al
Partido Comunista Salvadoreño,
del cual fue su secretario general
hasta en
1969.[69]

Ahora bien, si el partido no debía conservar sus fronteras para ir solamente
incorporando a sus filas a lo mas avanzado. ¿Cómo es que el partido entonces
dirigiría al gran movimiento popular? Marcial sostenía que el partido debía
orientar al movimiento de masas a través de sus células y del trabajo abnegado de
sus cuadros, pero que las masas no podían ser tratadas como si fueran parte del
partido y como si el partido pudiese dirigirlas automáticamente:
Las organizaciones populares no son células del partido, no pueden ser
tratadas así por una dirección, ni son tampoco unidades militares.
A un sindicato uno no puede decirle:
"Póngase firme, hagan formación, marchen para allá o para acá", puede
hacerse con un grupo de autodefensa de un sindicato, pero el sindicato es y
debe procurarse que lo compongan hasta las capas más lejanas, incluso las
más retrasadas y que todos ellos se incorporen a la huelga por aumento de
salario […] nosotros haríamos mal si quisiéramos estrechar los círculos del
sindicato exclusivamente a los elementos más avanzados, a aquellos que
puedan tirarse a hacer barricadas. Debemos lograr que, ya sea un sindicato o
cualquier gremio o cualquier organización popular, profundice hasta llegar a
los escalones más retrasados de sus propios sectores. Si queremos dirigirlos
con método como si fueran órganos de partido, estaríamos impidiendo su
desarrollo y llevando a cabo una línea realmente sectaria y nos quedaríamos
sólo el grupito de activistas y de cuadros más avanzados. Nosotros tenemos
que darle todo el desarrollo a los organismos de masas; su propia dinámica,
su propia personalidad, su funcionamiento, su propia dirección. No
podemos dirigirlos automáticamente por el partido.[70]

En una declaración poco común, Marcial advertía a su propia organización
respetar la autonomía de las organizaciones de masas:
Las FPL como organización político-militar no puede ni debe adjudicarse la
representación de organismos que deben tener su propia personalidad ante
las masas […] Por eso, uno de los acuerdos tomados por el FMLN de que
las organizaciones político militares representan en sí a los gremios y
organizaciones populares de masas es sumamente dañino y erróneo y lo
rechazamos categóricamente.[71]

Si las células eran los medios por los cuales el partido debía orientar el
movimiento popular, éstas a su vez eran indispensables a la aplicación del
centralismo democrático.

(c) Un partido que aplique el centralismo democrático

Según Marcial, el centralismo democrático
no es un camino de una vía. No es sólo de una dirección que esté dando
órdenes y orientaciones sin recibir la riqueza de la masa. Una dirección así
se vuelve burocrática por fuerza […] Una organización que no tenga raíces
en las masas no le llega a la dirección la verdadera realidad, pensamiento,
sentimiento, aspiraciones y disposiciones del pueblo. Centralismo
democrático significa un funcionamiento de dos vías, de orientación de
parte de la dirección v de recepción de parte de la dirección, de las
opiniones, del conocimiento de la base y del pueblo, para tener los
suficientes elementos y poder elaborar buenas líneas de dirección [72].
Marcial advertía que al no avanzar en la construcción de su base celular, las
FPL no sólo se estaban alejando de la posibilidad de convertirse en el verdadero
partido comunista, sino que estaban adquiriendo características cada vez más
burocráticas y autoritarias en su funcionamiento.
Se van adquiriendo determinadas características que no son las de la
humildad y la modestia proletarias que antes tenía un cuadro, por ejemplo.
Y dentro de ese ambiente va naciendo mucho la prepotencia, la
arbitrariedad, el creerse árbitro pues, de convertir o no convertir en
miembro a aquel, o quitarlo para allá en el momento que le dé la gana, en la
hipersensibilidad a la crítica y en comenzar a castigar a aquel que critica,
incluso a aterrorizar a la base [...] se van creando una serie de cosas que no
son el partido del proletariado, porque no existe el juego del centralismo
democrático, que es de abajo para arriba v de arriba para abajo. Entonces,
de aquí arriba sí se puede criticar muy fuertemente a cualquiera, pero de
abajo para arriba como no estamos acostumbrados por años a que nos
critiquen, entonces nos sublevamos, a veces hay quien tiene todavía la
moderación de no reaccionar mal, la modestia, pero hay
quien tiene sí, la impaciencia de reaccionar mal, y de rebotar la crítica y
de usar sus poderes
en mala forma para el castigo a los que critican.[73]
Marcial sostenía, por otra parte, que el centralismo democrático no consistía
solamente en el sometimiento de los organismos inferiores a los superiores, del
individuo al colectivo etc., sino también en que todos los miembros (por pocos
que fueran) participaran en la elaboración de los acuerdos fundamentales[74].
Esto suponía no sólo el derecho de cada miembro a que el partido le
proporcionase las posibilidades para ampliar sus conocimientos y formación para
estar en condiciones de contribuir adecuadamente a la elaboración de los
acuerdos, sino también el derecho de los miembros a elegir a sus representantes
en los organismos de dirección. Sobre esto último, Marcial sugería desde 1982
que las bases del partido pudiesen nombrar a sus representantes ante un congreso
para que no fuese la dirección la que continuara eligiéndose a sí misma.
En efecto, lo que sucedía es que el consejo revolucionario, como lo estipulaba
el artículo 21 de las bases estatutarias de las FPL, estaba integrado por los
miembros del comando central y por los demás cuadros de dirección nacional o
local que el consejo revolucionario de las FPL haya promovido a la calidad de miembros del
mismo[75]. En un congreso, contrariamente, las condiciones serían supuestamente
más democráticas, pues las bases elegirían a sus representantes al mismo. Así,
Marcial decía, cada número determinado de células eligen a un congresal.
La elección es en la base. Este congreso está formado por congresistas electos
en las bases y no electos allá arriba, sino que van enviados de aquí […] Nuestra
organización posiblemente necesite ya, que los que tengan el honor de ser
congresales, sean escogidos por sus propios compañeros en elección. Así, los que
pasan a ser miembros de COCEN (o comité central) y de la comisión política han
sido previamente aquilatados por los organismos y las bases[76]. Marcial insistía,
además, en que debían establecerse mecanismos permanentes para que las células
y los organismos intermedios pudiesen hacer llegar sus opiniones y críticas: Eso
no es sólo un deber, sino también un derecho, decía […] De lo contrario si no
lleva a cabo esta regla democrática, la dirección se Convierte en algo enquistado
en sí mismo, en una dirección separada digamos del pensamiento de la
membresía y de los problemas reales que existen[77].
Un partido con esas características difícilmente podría combinar
adecuadamente las diferentes formas y medios de lucha, para hacer avanzar la
guerra popular.

(d) Un partido capaz de combinar
las diferentes formas y
medios de lucha

Marcial, a diferencia de lo sostenido por ciertos analistas[78], no consideraba
que el haber planteado desde un inicio la indisolubilidad de lo político y lo militar,
fuese una garantía de la justa combinación entre la lucha armada revolucionaria y
la lucha política de masas. Para ello se necesitaba, según él, de una estructura
capaz de realizarlo, de un
partido. Sin el verdadero partido comunista, la conducción de la guerra
popular conduce a resultados muy parciales, dada la necesidad de la
combinación acertada de lo político y lo militar. Si no hay una fuerza
verdadera de partido […] o bien lo militar predomina de una manera
militarista sobre el resto de la estructura y necesidades, o bien se descuida lo
militar, y entonces, lo político en una forma unilateral y no correcta, no llena
las necesidades armadas del pueblo para el triunfo de la revolución […] Sólo
el verdadero partido comunista es capaz de distribuir sus fuerzas, de hacer
que todos actúen dentro de un sólo pensamiento y que haya una correcta
división del trabajo colectivo e individual, dentro de una sola línea general y
política que forme un sólo concierto, una sola unidad de voluntades que dé
verdadero poderío a la acción revolucionaria en todas partes y ejerza
decisiva incidencia en la vida nacional y en el exterior[79].
A continuación reproducimos un extracto-del informe de la comisión política
de las FPL, aprobado por el comando central en su reunión del mes de agosto de
1981. La comisión política, al hacer un estudio del desarrollo histórico de las FPL,
muestra cómo se tradujeron esas dificultades en la práctica:
Entre 1973-1974, debido a las características del gran desarrollo del
movimiento de masas, se planteó la necesidad de atender el desarrollo de
ambos terrenos: la lucha armada y la lucha política combativo de las masas
[…] Esto requería una apropiada combinación de esfuerzos y medios en
ambos terrenos […] Es necesario señalar que esa acertada combinación y
armonización, no tuvimos la capacidad de llevarla a cabo, debilitando
drásticamente el esfuerzo, cuadros y medios cuadros dedicados al trabajo
armado y teniendo como resultado el abandono prácticamente del
desarrollo de la guerrilla rural y el debilitamiento de las estructuras armadas
ante el tempestuoso crecimiento del movimiento político de las masas.
Todos los cuadros de dirección más experimentados fueron trasladados al
trabajo de masas y los medios para el trabajo militar fueron cada vez más
reducidos […] En los años 78-80 se fue cobrando conciencia de nuestra
extrema debilidad en el terreno armado ante el poco fruto de repetidas
medidas por incrementar la operatividad urbana y rural y hacer crecer
nuestras fuerzas armadas […] Mientras, el enemigo había pasado a una
irrestricta acción de genocidio y de crimen para destruir el movimiento de
masas […] poniendo en ejecución en gran escala el asesinato de cuadros,
genocidio y despoblación sistemática de las zonas organizadas, con las
técnicas desplegadas de la "guerra especial" del imperialismo yanqui, en un
momento en que nuestras fuerzas armadas realizaban esfuerzos por
desarrollarse, pero todavía en una situación de extrema debilidad orgánica,
operacional y logística […] En tal situación, se hizo más evidente que nunca
el grave atraso que a esas alturas tenían el EPL [Ejército Popular de
Liberación], las guerrillas y las milicias populares de liberación respecto a las
apremiantes tareas de la revolución. El plan de guerra general aprobado por
el comando central a principios de 1980 mostró las necesidades en hombres
y armas mínimas para lanzar una ofensiva general contra
el régimen a algunos meses plazo. Se dio un vuelco hacia el fortalecimiento de las
Fuerzas Armadas Populares de Liberación [FAPL]. En abril y mayo de
1980, prácticamentese vació la parte más avanzada de la masa, así como una
decisiva proporción de sus cuadros hacia la formación de nuevas unidades
militares y en menor medida hacia las nuevas unidades milicianas […] El
resultado fue el desmantelamiento casi total del gran movimiento de masas,
progresivamente construido desde hace años, sin haberse logrado las metas
fijadas para la formación de las FAPL […] Si en 1974, caímos en la
unilateralidad de debilitar extremadamente nuestras unidades armadas
perjudicando seriamente su futuro desarrollo, en 1980 descuajamos
violentamente el enorme trabajo realizado durante años menoscabando la
riqueza organizada de masas y debilitando gravemente nuestra base social, al
no tener la capacidad de tomar medidas adecuadas para la combinación
acertada del desarrollo de nuestras fuerzas[80].
En el informe de la comisión política se mostraba igualmente cómo las
medidas adoptadas por las FPL para conducir la ofensiva militar de enero de
1981 habían desembocado en la militarización de su estructura partidaria. Al
referirse a ese problema, Marcial afirmaba:
El COCEN [comando central] de agosto (1981) reconoció gravísimos
errores en cuanto a la concepción aplicada en esa ocasión, de dirigir el
partido a través del primer jefe militar y dejar prácticamente el cuerpo
interno del partido sin funcionamiento. A los responsables de dirección de
zona les llegaba la directiva de la CP [comisión política] como orden de la
comandancia general, a través del primer jefe del estado mayor. Allí se
terminó la relación comisión política con direcciones nacionales,
centralismo democrático, etc. Y quedó todo supeditado a las órdenes
militares. Eso sucedió durante muchos meses. Aún ahora se vuelve difícil
enderezar lo que ya se había vuelto práctica[81].
Es importante destacar que en la misma reunión del comando central de 1981
se advertía del peligro de dispersión orgánica y política, que se había generado en
las FPL como resultado de la ruptura del funcionamiento centralizado del
partido[82]. En este marco, se decía, el fenómeno de la dispersión, de las diversas
interpretaciones y prácticas, se ha desarrollado peligrosamente en la organización,
conduciendo a una descohesión orgánica, política e ideológica; asimismo, se
señalaba el peligro del aparecimiento de varios centros de decisión, cosa que no
había sucedido antes en el desarrollo de las FPL.
Si lo expuesto hasta ahora constituye una referencia valiosa para todos
aquellos analistas que buscan una explicación seria a los sangrientos
acontecimientos de abril de 1983, ello, sin embargo, no contribuye a explicar por
qué Marcial, a pesar del estado en que se encontraba su organización, insistía en
que él verdadero partido comunista debería ser construido a partir de las FPL y
no del FMLN. A esta interrogante buscaremos responder en las páginas
siguientes.

2.2.2. El verdadero partido comunista
debería crearse
a partir de las F P L

Como ya lo dijimos antes, Marcial sostenía que ninguna de las organizaciones
que integraban el FMLN reunía las condiciones que, según él, debía tener un
verdadero partido comunista. Dicho partido había que construirlo. ¿Por dónde
empezar? ¿Por el FMLN? Según Marcial, la coexistencia de diversas ideologías y
enfoques de la guerra en su interior hacían muy difícil la marcha hacia su
conversión en un partido comunista único.

(a) El FMLN es un frente no un partido

Dejemos que Marcial explique los motivos por los cuales consideraba
sumamente difícil la construcción del partido comunista único a través del
FMLN:
El FMLN no es un partido, es un frente y hay que tener en cuenta que las
características de los frentes son distintas a las del partido, Se forma un
frente cuando hay distintas organizaciones que necesitan unirse y aliarse en
determinada plataforma de lucha: pero es frente precisamente porque
todavía no puede convertirse en partido. El partido necesita centralización,
no sólo orgánica, eso es bien fácil. Decir "vaya pues que se unan el partido
comunista y las FPL. Formemos una sola comisión política. Que se unan
todas las cinco organizaciones del FMLN y entonces que se nombre el
secretario general, el secretario general de organización y tales otros y
mezclemos los organismos que tenemos en cada frente y formemos
direcciones de zona o comités departamentales". Decir eso es fácil, pero
esto es cosa de estructuras, no es cuestión simplemente orgánica. Se trata
sencillamente de que al interior de los frentes existen distintas ideologías
que conducen a distintos enfoques políticos y a distintos enfoques de la
guerra. No podemos obligar a que otra organización piense igual que
nosotros: tienen su enfoque propio y están pensando que la guerra es
necesario terminarla digamos ya dentro de un mes y que la guerra
prolongada es dañina, y están pensando de que la prolongación de la guerra
va a debilitar nuestra fuerza. Es su enfoque. No se basan en la realidad que
mientras más combatimos, más nos fortalecemos y que es necesaria la
ofensiva continua. Nosotros tenemos otro, nosotros tenemos fe en la
incorporación del pueblo a la guerra […] tenemos el enfoque de que el
enemigo lo vamos a llegar a derrotar y vamos a llegar a tener una
acumulación de fuerzas superiores decisiva a base de lucha, nosotros
tenemos el lema sólo luchando, sólo combatiendo nos fortalecemos, ese es
nuestro lema [...] Es un enfoque distinto; ¿qué vamos a hacer? No les
podemos quitar de la cabeza de un solo a los otros el deseo de tirar los
fusiles, porque creen que ya es mucho. ¡No! Allí no puede haber en este
momento un partido único […] El partido de la clase obrera necesita una
sola ideología. Pero real, no sólo en palabras, no sólo en teoría, sino
también teoría y práctica: la ideología del proletariado,
la ideología del marxismo leninismo […] El FMLN no es eso y
no puede serlo en mucho
tiempo.
Hay diversas ideologías, incluso que chocan entre sí. No podemos
hacernos los tontos, tratando de ignorar que entre el FMLN hay influencia
de la democracia cristiana mundial, de la social democracia, y la social
democracia viene luchando contra el marxismo desde finales del siglo
pasado. Precisamente la social democracia se ha convertido, junto con la
democracia cristiana, en los dos pilares fundamentales del sostenimiento del
imperialismo germano, del imperialismo francés y del imperialismo italiano.
La social democracia fue la sostenedora de los horrendos regímenes
colonialistas que esclavizaban a Asia y a África. La social democracia es la
teoría de la burguesía que trata de endulzarse para poder engañar y subir a
su carro burgués el proletariado. Y como nosotros no somos una isla
privilegiada y aislada de todo el mundo, el movimiento revolucionario
salvadoreño está abierto también por fuerza a todos los vendavales y
vientos que vengan de fuera. Por eso esto es un frente y no un partido. Y por eso la
marcha hacia la construcción del partido único, a través del FMLN es sumamente
compleja. Si nosotros consideráramos que no debemos organizar el partido
del proletariado a partir de las FPL, porque ya hay un FMLN, nosotros
estamos cayendo en el más grave error y la más grave interpretación de lo
que debe ser la lucha de clases para hacer avanzar los intereses del
proletariado. Esa meta errónea nos la trazamos en 1980. Por suerte vimos
que era idealista, utópica, infantil.[83]
En efecto, después de la ofensiva general de 1981, el comando central de las
FPL, en su reunión del mes de agosto, reconocía que, entusiasmados por hacer
avanzar la unidad en 1980, habían idealizado el desarrollo de ese proceso,
haciendo los mismos esfuerzos por el fortalecimiento de las FPL y de la instancia
unitaria, desconociendo los orígenes y debilidades de cada uno de los
componentes de la unidad.
Esta situación habría conducido al debilitamiento de las FPL y al
fortalecimiento voluntarista de la instancia unitaria. En consecuencia, a partir de
este momento, el comando central decidiría que el fortalecimiento de las FPL, y
su conversión en el partido comunista auténtico serían la prioridad.


(b) La creación del verdadero partido comunista

La decisión de convertir a las FPL en el verdadero partido comunista no fue
una idea exclusiva de Marcial, ni tampoco se origina con los acuerdos del
comando central de 1981. Ya en los documentos del primer Consejo
revolucionario de 1976 se decía que la formación de los primeros comandos
armados de las FPL en 1970 constituía precisamente el inicio de una compleja
tarea político militar que comprendía, entre otras cosas,
"la construcción del partido del proletariado, el verdadero partido
comunista"[84]. Por otra parte, el artículo 7 de las bases estatutarias de las FPL
decía que éstas
constituían precisamente "el germen del verdadero partido comunista que aspira a
encabezar el proceso revolucionario y la construcción del socialismo en El
Salvador..."[85], lo cual nos permite suponer que se trataba de una opinión
compartida por el resto de los militantes de las FPL.
Los éxitos obtenidos en el terreno de la unidad en 1980 harían, sin embargo,
pensar en la posibilidad de que dicho proceso culminara precisamente en la
formación de un partido comunista único. No obstante, las contradicciones
generadas en el FMLN a raíz de la ofensiva general de 1981, llevaron a las FPL a
descartar esta posibilidad y a volver a la decisión de emprender solas dicha tarea.


La unidad avanza ante la perspectiva
de toma de poder
por la vía revolucionaria en 1980

El primer acuerdo de coordinación del 10 de enero de 1980, entre las FPL, la
Resistencia Nacional y el Partido Comunista Salvadoreño fue el inicio de un
proceso sostenido de avances en el terreno de la unidad de las fuerzas
revolucionarias que condujo a la creación de la Dirección Revolucionaria
Unificada, en marzo, y a la formación del FMLN, en octubre del mismo año.
Las organizaciones que integraron el primer organismo de coordinación
habían declarado que el acuerdo logrado se orientaba a "alcanzar progresivamente
los más elevados e integrales niveles de unidad"[86] y que estaba abierto a las
demás organizaciones revolucionarias que aún no participaban en él. El
optimismo de los dirigentes de esas organizaciones sobre las perspectivas para
avanzar hacia la unidad se refleja en las entrevistas de esa época. Así, Marcial, al
referirse al primer acuerdo de coordinación, que él calificaba de "histórico y
trascendental", manifestaba su disposición a desarrollar y elevar la unidad a
niveles superiores:
si hemos demostrado que nuestro pueblo es capaz de enfrentar todas las
ofensivas del imperialismo y las clases dominantes que hasta ahora se han
presentado, también seremos capaces de demostrar que tenemos la
suficiente madurez para resolver cualquier dificultad que se presente en el
camino de la unidad de las fuerzas revolucionarias y populares. De manera
que aún cuando el momento actual signifique escalones de coordinación
iniciales, lo que debe estar claro es que se hace sobre la base de una firme
voluntad de avanzar lo más constantemente posible; hacer combatir todos
los brazos de nuestros pueblos en un sólo puño demoledor […] estos pasos
de unidad son firmes, conscientes, además, impera la voluntad de llevarlos
hasta las últimas consecuencias. Representan la apertura de una nueva
página en la historia de El Salvador, determinarán el triunfo de la revolución
popular y la marcha hacia el socialismo.[87]
Schafik Handal, secretario general del Partido Comunista Salvadoreño, iba aún
más lejos, al declarar:Ahora hemos alcanzado un acuerdo de unidad que pone
en marcha un
proceso orientado, según lo considera el PCS [Partido Comunista
Salvadoreño], hacia la creación de una dirección unificada de la revolución,
una dirección político-militar unificada […] y todavía más: hacia la formación de
un partido único marxista leninista de la revolución salvadoreña […] esa es la
perspectiva con que trabajamos todos […] La dirección única de la
revolución se ve a corto plazo y la creación del partido único se vislumbra a
mediano alcance […].[88]
Hay que señalar que fue precisamente el cierre de toda salida pacífica a la crisis
salvadoreña, a causa de los sucesivos fraudes electorales y de la represión, lo que
llevó a las diferentes organizaciones revolucionarias a la conclusión de que sólo la
revolución popular armada resolvería los problemas de las amplias mayorías. Esto
fue precisamente el cimiento que permitió establecer los primeros niveles de
coordinación. En el acuerdo del 10 de enero de 1980 se decía textualmente: “Ya
nadie debe confundirse: la única alternativa verdadera y eficaz de solución a la
crisis nacional en beneficio del pueblo es la revolución popular armada”.[89]
Y después de enumerar las transformaciones que se realizarían en dicha
revolución, se decía:
Estas grandes tareas sólo pueden realizarse si previamente la revolución
triunfa; es decir si conquista el poder destruye la maquinaria oprobiosa, corrupta y
sanguinaria de la tiranía militar y establece en base del poder popular un gobierno
revolucionario, democrático y anti-imperialista.[90]
Como diría posteriormente Fermán Cienfuegos, dirigente de la Resistencia
Nacional, fue una “coyuntura revolucionaria, de toma de poder, que se convirtió
en el factor de unidad”[91] y se aceleraría con la preparación y organización de la
ofensiva general de 1981. Pero si los preparativos de la ofensiva aceleraron el
proceso de unidad, la situación fue diferente después de la ofensiva.


La unidad retrocede después
de la ofensiva general de 1981

El optimismo que prevalecía antes de la ofensiva general sobre las perspectivas
de avanzar en el desarrollo de la unidad fue de muy corta duración. El comando
central de las FPL, en su reunión de agosto de 1981 llegó a la conclusión de que
la unidad había sido utilizada tácticamente por otras organizaciones del FMLN,
que durante años habían permanecido en una situación de incipiente desarrollo y
que a través del velo de la unidad trataban de fortalecerse debilitando a las
FPL.[92]
El informe aprobado por el comando central hacía sobre todo referencia al
comportamiento "pragmático burgués" del Ejército Revolucionario del Pueblo y
de la Resistencia Nacional que, contando con la amplia complacencia del Partido
Comunista Salvadoreño, trataban supuestamente de aplastar la corriente marxista
leninista encabezada por las FPL, para satisfacer las presiones de las burguesías
internas y externas, temerosas ante la perspectiva de la toma del poder
por parte del FMLN. El comando central afirmaba que se trataba de una política
desleal y
calculadora, consistente en simular la adopción de determinadas posiciones
políticas mientras se podía aprovechar una coyuntura favorable, y luego el cambio
de camisa, apenas se presentaba otra coyuntura de la cual podían sacar mayor
provecho. Los aliados no eran más que competidores, a los que había que sacar el
mayor provecho en las coyunturas - al igual que lo hace la burguesía en el
mercado - y luego convertirlos en adversarios, cuando ya se los había
debilitado.[93]
Veamos a continuación un extracto del informe, donde se mencionan algunos
de los hechos que justificaban las apreciaciones del comando central.
Durante los meses de enero, febrero [1981], sobre todo después de la
ofensiva, fueron cada vez más grandes las presiones del imperialismo, de la
burguesía europea y de los gobiernos democráticos amigos para que no
apareciera el FMLN como dirigido por las corrientes marxistas leninistas
dentro del mismo. Principalmente en el terreno diplomático esas presiones
fueron siendo cada vez más grandes. Y en ese sentido la RN [Resistencia
Nacional] y el ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo] especialmente,
fueron proclamando su afiliación democrático burguesa y fueron siendo
muy claros sus intentos de quitarse definitivamente el aspecto marxista
leninista que habían proclamado anteriormente, e irse dando el barniz social
demócrata e incluso solicitaron las condiciones para ingresar a la
Internacional Socialista; al principio, en los primeros escalones de militancia,
o sea, como observadores. Eso significaba plantearle a la burguesía
internacional que el FMLN está integrado por diferentes intereses de clase,
no sólo por los intereses fundamentales de la clase obrera y del
campesinado, sino que el FMLN representa también los intereses de la
burguesía y que esos intereses son los que deben dirigir esa unidad y esta
revolución.[94]
Consecuente con esta interpretación, el comando central afirmaba que las
contradicciones que se estaban dando en el interior del FMLN en ese momento
entre las que mencionaba: la formación del bloque contra las FPL, las campañas
de desprestigio, la sustitución de los representantes de las FPL en distintas
instancias internacionales, la propuesta de que no hubiera coordinador general
porque el coordinador (Marcial) era de las FPL, etc.- tenían un fondo de clase
muy claro:
La necesidad de disminuir la influencia de las FPL, no sólo en el interior del
FMLN y sus instancias, sino al interior del proceso revolucionario de El
Salvador para de esta manera encontrar fórmulas del agrado de la burguesía
interna e internacional, y eventualmente también de la aceptación del
imperialismo y que ésta no sea un revolución profunda y verdadera, en aras
de los intereses de las grandes mayorías que están derramando su sangre,
sino una revolución "moderada" de acuerdo con los criterios de la
burguesía: no muy profunda; en la que la clase obrera tenga que moderar
sus ímpetus como clase explotada, para permitir una salida que
prolongue elrégimen de explotación del agrado del imperialismo y de las burguesías
internacionales. Ese es el fondo de clase que está en juego en este momento en el país, en
el proceso revolucionario y al interior del FMLN.[95]
Por todas estas razones, el comando central llegó a la conclusión de que la
primera prioridad para que la revolución en El Salvador llegara a su final
victorioso era "fortalecer y desarrollar a las FPL, convirtiéndolas en el auténtico
partido marxista leninista del proletariado", y sobre esa base, y el fortalecimiento
de su estructura militar y de su influencia en las masas hacer avanzar la unidad del
pueblo a partir del nivel real en el que se encuentra. Es decir alcanzar el nivel
decoordinación, consolidarlo y no dar pasos voluntaristas, en los avances
unitarios, sino pasos firmes y graduales, partiendo de la realidad.[96]
En los días anteriores a su suicidio, Marcial seguía defendiendo la validez
histórica de los acuerdos del comando central de 1981 y afirmaba que la línea de
la coordinación adoptada por dicho organismo no era contraria a la unidad, sino
que respondía al nivel real de unidad existente en ese momento. El año
antepasado, cuando se planteó esta línea, no fue muy comprendida por todos y se
hablaba de dos líneas dentro del FMLN:
la línea de la unidad y la línea de la coordinación, entendiendo como
coordinación algo contrario a la unidad. Precisamente nosotros
planteábamos: en estos momentos no tenemos ni siquiera coordinación
política entre las organizaciones populares: en lo militar, ahí la situación está
de malas relaciones, no digamos en coordinación, sino que de malas
relaciones [...] entonces en tales condiciones cómo se podía hablar de que
hubiera coordinación, si ni siquiera había amistad. Entonces las FPL en su
comando central planteó que es necesaria la coordinación y es urgente y
planteamos 10 normativos para las distintas formas de la coordinación. A
estas alturas, es precisamente la coordinación operativa que estamos
haciendo y la cooperación mutua entre frente y frente, cada uno guardando
su compartimentación y el mando sobre sus tropas y a esa situación
nosotros la llamamos coordinación [...] Es coordinación en la acción [...]
esos fueron los sabios acuerdos del comando central de 1981 y que nos han
conducido a tener unas fuerzas armadas muy grandes y a tener una gran
incidencia más positiva en la unidad.[97]
Marcial advertía igualmente que sería un grave error considerar como
sectarismo la decisión de las FPL de convertirse en el partido marxista leninista
del proletariado. Decisión que, según Marcial, había sido ratificada en la reunión
del comando central del 25 de enero al 5 de febrero de 1983, donde se supone
que sus tesis habían sido plenamente derrotadas.
Las FPL se deben a la clase obrera y la clase obrera, realmente es increíble
en un país tan luchador siendo tan grande su participación en la revolución,
no tiene todavía un verdadero partido marxista leninista, entonces la
aspiración de convertirse en partido marxista leninista no es sectaria, es una
obligación fundamental para la revolución.[98]Marcial sostenía que
las FPL eran el núcleo marxista más grande y con más
posibilidades para asumir dicha obligación y agregaba que al decir esto no se
estaban desconociendo los méritos de los hermanos de las otras organizaciones
del FMLN que también derraman su sangre. Que estos últimos podían también,
si así lo deseaban, dedicarse al cumplimiento de dicha tarea, pero las FPL no
podían ni debían atenerse a tal eventualidad: no vamos a esperar una necesidad
histórica de nuestro pueblo, así como no esperamos en 1970 hasta que se
convencieran los reacios [a la lucha armada] no vamos a esperar tampoco hasta
que se convenzan y a que se desdispersen los marxistas dispersos para organizar
el partido del proletariado de los marxistas no dispersos con voluntad de
defender los intereses del proletariado hasta el final....[99] Veamos, pues, en qué
medida las tesis de Marcial, que no eran otra cosa que los acuerdos del comando
central de 1981, habían sido o no ratificadas por el mismo organismo de
dirección en su reunión de enero y febrero de 1983.


2.2.3. Los acuerdos del comando central
de 1983 y las tesis de Marcial

En los acuerdos del comando central de 1983 se calificaba de "trascendental"
la reunión de dicho organismo en 1981 y se retomaba una buena parte de las
disposiciones adoptadas en esa ocasión. Así, en lo que se refiere a la unidad del
FMLN, se planteaba la necesidad de fortalecerla, haciendo esfuerzos para "elevar
la calidad en coordinación militar, política y diplomática."[100]
En la tercera sección de los acuerdos, en la parte dedicada al FMLN, se decía
en el primer numeral:
Reafirmamos el acierto de las líneas emanadas del COCEN [comando
central] en agosto de 1981, de hacer avanzar la unidad hacia niveles
superiores a partir de los niveles reales que vaya adquiriendo en cada
momento. Poner esfuerzos para elevarle a esos niveles superiores desde los
niveles de coordinación que ahora ya ha alcanzado.[101]
Como puede constatarse, los acuerdos del comando central de 1983 no
introdujeron ningún cambio sustancial en el nivel de unidad que hasta ese
momento se había alcanzado: la coordinación. Hay que señalar, sin embargo, que
los acuerdos contenían una serie de disposiciones que reflejaban un enfoque más
positivo de los problemas de la unidad. Dichas disposiciones estaban no obstante
contrabalanceadas por otras, que expresaban más bien la preocupación de no dar
pasos voluntaristas en ese terreno. Veamos algunos ejemplos. Los acuerdos
mencionaban la necesidad de hacer un justo reconocimiento de las cualidades y
de los méritos de las otras organizaciones del FMLN, así como de sus fallas y
limitaciones. La necesidad de la lucha ideológica fraterna, despojada de cargas
subjetivas y emotivas, eliminando todos aquellos adjetivos que por ofender a las
demás organizaciones no ayudaban al proceso unitario. Se acordó, por tanto,
impulsar una campaña dentro de las FPL para unificar a sus militantes alrededor
de esas consideraciones y superar los resabios de sectarismo que impedían una
mejor relación e inserción en el seno de la unidad. Pero al mismo tiempo
se recordaba que las FPL estaban comprometidas a defender los intereses del
proletariado de manera correcta y que había que "evitar caer en el cómodo
liberalismo que obvia la necesidad de la lucha ideológica en el seno de la
unidad”102.
De la misma manera, en la sección dedicada a la unidad y las alianzas, se
consideraba "la unidad del FMLN como una unidad de carácter revolucionario y
estratégico. Constituyendo su fortalecimiento y avance un objetivo
estratégico"[103]. Pero al mismo tiempo se recordaba que era sobre la base del
fortalecimiento partidario, así como militar y político de las FPL que se tendrían
mejores condiciones para incidir positivamente en el seno de la unidad.
Finalmente, se reconocía al FMLN como vanguardia revolucionaria en esos
momentos, pero en los lineamientos generales hacia la toma del poder se
afirmaba que la construcción del partido por parte de las FPL era el "factor clave
para la conducción exitosa de la guerra en este período y como garantía del
avance de las conquistas de la revolución posteriormente"[104]. Eso es lo que le
permitía a Marcial afirmar tan categóricamente en su "testamento político" que el
comando central de 1983 había dejado bien clara la obligación de convertir a las
FPL, "en partido marxista leninista".[105]
Pero el estilo categórico de Marcial, no debe impedimos ver que, si bien su
afirmación era exacta, ella reflejaba precisamente el debilitamiento de sus
posiciones. En efecto, se trataba de convertir a las FPL "en partido marxista
leninista", pero ya no en el "verdadero o el auténtico" como se decía en los
acuerdos del comando central de 1981. Hay que señalar que ninguno de esos
adjetivos aparece en el texto de los acuerdos del comando central de 1983 y eso
implica una diferencia considerable como el mismo Marcial lo reconocía a
mediados de 1982, cuando explicaba la posición de dicho comando en 1981.
En el COCEN [comando central] se vio que se pueden tomar dos puntos
de vista: convertirse en un partido comunista de nombre o convertirse en el
verdadero partido comunista. Hay aquí una diferencia abismal entre una
cosa y otra cosa [...] Si decimos convertirse en un partido comunista,
estamos dando involuntariamente la idea de que en este momento otras
organizaciones pueden también cumplir igualmente con esa tarea, y que
nosotros cogemos sólo una parte de ella. Que por tanto nos tomamos todo
el tiempo, con calma, sin tomar a pecho la responsabilidad, de que las FPL
se convierta en el verdadero partido comunista. Con esto,
inconscientemente delegamos en otras organizaciones nuestra propia
responsabilidad con la idea de que en ese camino de retardamiento y de
delegación en otros, se lograría con el tiempo, mediante el avance de la
revolución, construir el partido único de la revolución, un partido único que
puede o no ser marxista leninista.[106]
En el fondo, la preocupación principal de Marcial era que al depositar en el
FMLN la tarea de construir el partido único, algo que él veía muy improbable, se
diluyese aún más la poca voluntad que existía en los organismos de
dirección de las FPL de construir y desarrollar su propia instancia partidaria.
El VII Consejo
Revolucionario que se realizó después de la muerte de Marcial, acordó
finalmente, entre las "tareas máximas de las FPL en la proyección de la unidad":
la construcción del partido comunista único "a partir del FMLN"[107], afirmando
que era una “ley de la revolución socialista la necesidad de una dirección única de
la clase obrera…”.[108]
En esta oportunidad, el consejo dispuso elaborar un plan para iniciar el
desarrollo de esta tarea y en los nuevos estatutos, aprobados por dicho
organismo, se introdujo un capítulo consagrado especialmente al proceso de
unidad orgánica.
El artículo 138 decía:
Un proceso de integración orgánica con organizaciones que demuestren ser
revolucionarias marxistas leninistas, político militares, se realizará por
expreso acuerdo del Consejo Revolucionario de las FPL.[109]
Dos años más tarde, el 13 de agosto de 1985, Leonel González, en nombre de
la comandancia general del FMLN, hacía pública la decisión de dicho organismo
de "avanzar para convertir al FMLN en una sola organización"[110], afirmando
que se estaba muy cerca de la "unificación total" de todas las organizaciones y que
ya no existían diferencias substanciales de carácter estratégico entre ellas.
El optimismo de la comandancia general manifiesto en las declaraciones de los
dirigentes del FMLN, antes de la ofensiva general de 1981, se refleja con especial
fuerza en las siguientes palabras de Leonel González: toda la miseria humana de
valores propios de la sociedad burguesa, relativos a las ambiciones personales,
pugnas de poder y de otros a los que hace referencia el enemigo, no corresponde
a nuestra problemática unitaria.
Nuestros valores proletarios y revolucionarios se han fortalecido; lo hemos
mostrado en la práctica y seguiremos haciéndolo, uniéndonos más hasta
convertimos en un sólo partido y un sólo ejército.
La única división que puede esperar el enemigo de nosotros, es la división de
responsabilidades y de los esfuerzos para garantizar que nuestros golpes sean más
contundentes y nuestro avance más sólido e indetenible. Nuestro objetivo de constituirnos
en un sólo partido revolucionario es nuestra meta y hacia ella marchamos de manera
irreversible y segura".[111]
Inútil insistir en que el optimismo de esa época fue también de corta
duración. Según Fermán Cienfuegos, era nuevamente la necesidad de pasar a una
ofensiva general estratégica en esos años que tenía como objetivo el
derrocamiento del régimen lo que planteó un nuevo salto en la unificación. [112]
En entrevistas posteriores puede comprobarse que los dirigentes del FMLN
no solamente no siguieron insistiendo en la construcción del partido único,
sino que dejaron a un lado dicha meta. Así, Joaquín Villalobos, dirigente del Partido de
la Revolución Salvadoreña - Ejército Revolucionario del Pueblo y últimamente
Expresión Renovadora del Pueblo (PRS-ERP), reconocía que la declaración de la
comandancia general sobre el partido único, tenía sobre todo un objetivo táctico,
lograr el acatamiento de los militantes de las orientaciones del FMLN en esa
coyuntura. A nivel estratégico, no se tenía ninguna formulación y señalaba que lo
importante era "unir sobre la base de una estrategia de poder, no a partir de una
concepción de partido"[113], que según él abría inmediatamente el debate acerca
de los espacios, las cuotas de poder. Es decir, de todo aquello que se suponía va
superado en la declaración de agosto de 1985.
Es importante señalar que el 28 de septiembre de 1993 el PRS-ERP se definió
"como un partido de ideología social demócrata" que "abandona las
definiciones marxistas leninistas tradicionales entre los partidos de la
izquierda...".[114]
Esto confirma, en cierta forma, las opiniones de Marcial respecto a la
influencia de la social democracia en el FMLN. Las FPL, por su parte, tampoco
siguieron insistiendo en la creación del partido comunista único, que después de
haber sido considerado como "ley de la revolución socialista", como "elemento
clave para la victoria", pasó a ser algo secundario.
Seríamos unos irresponsables, afirmaba Leonel González en 1989, si
pensáramos que no es viable la victoria sin partido único y no hiciéramos
algo para conseguirlo mañana mismo...115
Y al referirse al proyecto de unión partidaria del FMLN, decía:
Falta la fusión de las estructuras de partido, pero eso no es tan importante
en este momento. Esta es una tarea que requiere afinar métodos de trabajo
y los estilos, una cuestión de tiempo que en situación de normalidad ya
habríamos concluido. La tarea esencial ahora es hacer la revolución y no
enredarnos en cuestiones de segundo orden.116.
Pero las FPL no sólo no avanzaron en la construcción del partido único, sino
que tampoco lograron hacer funcionar su estructura partidaria tal como lo
preveían sus estatutos, que era precisamente la preocupación de Marcial. Según
declaraciones de Valentín Martínez:
No desechamos la idea de partido, sino que tratamos de adecuarla a las
condiciones de guerra. Retomamos como criterios de funcionamiento
algunos principios del centralismo democrático: el funcionamiento
colectivo, la vigilancia revolucionaria, el control. Los adoptamos como
criterios de razonamiento, más que como esquemas organizativos
formales.[117]
Salvador Guerra, al referirse al mismo tema, decía:
Vimos que el partido no podía funcionar con los esquemas tradicionales,
sino introduciendo formas flexibles, adecuadas a la situación de guerra, para
la conducción del esfuerzo insurreccional de las masas. Empezamos a
combatir el formalismo y el organicismo en que habíamos caído en 1980,
como método de funcionamiento partidario: la cuestión de los comisarios
políticos, el esfuerzo porque funcionara el comité central y el congreso a
toda costa. Si eso no funcionaba, pensábamos que no éramos partido.[118]
En efecto, para dar tan sólo un ejemplo. En diez años que separan al VII
Consejo de las FPL de su primer congreso en 1993, tan sólo hubo un consejo
revolucionario, a pesar de que los estatutos aprobados por el VII Consejo
preveían en su artículo 33 que dicho organismo se reuniría ordinariamente una
vez cada dos años (en lugar de cada seis meses, como lo disponían las antiguas
bases estatutarias). Esta situación, si bien puede intentar justificarse en razón de
las condiciones impuestas por la guerra, no dejaba de ser atentatoria a los
derechos democráticos de los miembros. Por otra parte, el no funcionamiento del
órgano más representativo, el consejo, conducía inevitablemente a una mayor
centralización del partido. Es difícil determinar en qué medida esta situación
inquietaba a los concejales electos en 1983, pues los estatutos aprobados por el
VII Consejo contenían una serie de disposiciones que buscaban precisamente
fortalecer el poder del comando central en detrimento del consejo revolucionario.
Así, el artículo 35 contenía una disposición sin precedentes que facultaba al
comando central a "privar temporalmente de los derechos a los concejales"[119]
que hubiesen cometido alguna de las faltas enumeradas en el artículo 34 de los
estatutos.
Entre las faltas se mencionaban no solamente los delitos, sino también las
fallas políticas o ideológicas, el no cumplimiento deliberado de las líneas trazadas
por la organización, etc. Esta disposición estaba sujeta a la ratificación del
siguiente consejo. En la misma perspectiva, el artículo 56 facultaba al propio
comando central a suspender temporalmente a cualquiera de sus miembros si éste
incumplía sus obligaciones[120]. Hay que señalar que en las antiguas bases
estatutarias de las FPL no existía ninguna disposición que otorgara esos poderes
exorbitantes al comando central, pues era únicamente el consejo revolucionario el
único que podía privar de sus derechos a los concejales (Art. 30) y a los miembros
del comando central (Art. 44).
Es curioso que el consejo revolucionario, después de los trágicos
acontecimientos del mes de abril de 1983 que desangraron al comando central de
las FPL, no haya buscado precisamente ejercer un control más directo sobre el
funcionamiento de dicho organismo y limitar sus poderes. El contraste es grande
cuando se compara el funcionamiento del organismo más representativo de las
FPL, en la época en que Marcial estaba vivo. Desde 1976, cuando se creó el
primer consejo hasta el año de su muerte, se realizaron seis consejos
revolucionarios. En el segundo consejo se aprobaron las bases estatutarias; en el
tercero se aprobó la proyección del Ejército Popular de Liberación;
en el cuarto, la línea sobre la situación internacional; en el quinto,
la proyección de las milicias
y del partido, y en el sexto, la estrategia parcial para la toma del poder.[121]
Para finalizar podemos decir que fue precisamente en el terreno de la unidad
con el FMLN y la construcción de la vanguardia revolucionaria donde las tesis de
Marcial se vieron debilitadas. Es cierto que los acuerdos del comando central de
1983 no introdujeron ningún cambio sustancial en el nivel de unidad alcanzado
en esa época: la coordinación. Y que buena parte de los acuerdos del comando
central de agosto de 1981 fueron retomados en el texto de los acuerdos
adoptados en 1983, en particular la necesidad del fortalecimiento partidario,
militar y de masas de las FPL como condición indispensable para poder incidir
positivamente en el seno de la unidad. Pero es innegable que los acuerdos del
comando central de 1983 estaban marcados por la voluntad de fortalecer al
FMLN como algo prioritario y de crear dentro de las FPL las condiciones
necesarias para avanzar en esa dirección. Hay que recordar, sin embargo, que no
fue sino hasta en el VII Consejo, después de la muerte de Marcial, que se acordó
finalmente construir el partido comunista único a partir del FMLN y no de las
FPL.

3. El diálogo y la negociación

Para sorpresa de muchos, las tesis de Marcial en cuanto al diálogo y la
negociación no resultaron ni debilitadas ni mucho menos fueron derrotadas antes
del asesinato de Ana María. Al igual que en el terreno de las alianzas de clases, las
tesis de Marcial siguieron teniendo una influencia considerable en las FPL, aún
después de su muerte.

3.1. Las tesis de Marcial
sobre el diálogo y la negociación

Tanto para Marcial como para las FPL, el diálogo y la negociación eran
concebidos como dos instrumentos de lucha más que debían colocarse al servicio
de la lucha político militar interna y cuyo objetivo era el derrocamiento del
régimen y la instauración de un gobierno democrático revolucionario.
Entonces, se podía dialogar y negociar, pero siempre y cuando se tuviera
presente dicho objetivo y no se hicieran en la mesa de negociación concesiones
que pudieran dificultar su logro. Al explicar como las FPL concebían la
negociación, Marcial afirmaba: La negociación la concibe como un medio de
lucha estratégico y auxiliar para permitir que nuestros combatientes puedan
avanzar: esa es la negociación, y puede entrarse a una mesa de negociación, pero
si se está bien claro de eso en la defensa insobornable de los intereses del pueblo,
se puede pasar peleando, ahí en la mesa de negociaciones meses y años, mientras
avanzan nuestros ejércitos, mientras le dan el golpe de gracia al enemigo, al
genocida y que aquella negociación se convierta precisamente en el triunfo, en
firmar la rendición del enemigo: o condiciones de negociación que realmente sean
ventajosas y favorables a los intereses de nuestro pueblo: entonces, por eso es que
se dice auxiliar... .[122]Negociar dentro de esta concepción suponía, lógicamente,
contar con una
correlación de fuerzas sumamente favorable al movimiento popular. En realidad,
más que de negociar, se trataba de facilitar una rendición honorable del
adversario. Marcial, sin embargo, advertía que ese momento estaba aún lejano y
que, por lo tanto, era necesario desarrollar en el interior del país una verdadera
guerra popular de liberación con espíritu y acción ofensiva continua, que
permitiera la incorporación del pueblo a todos los aspectos político militares de la
guerra y su preparación para la insurrección. A principios de 1982, Marcial decía:
No podemos caer en la esperanza de que ésta es una guerra fácil, que
podemos terminar casi a voluntad, con unas cuantas acciones fuertes en lo
militar o con una pronta negociación (a cuyo servicio tendríamos que poner
nuestras acciones militares). Tenemos que compenetrarnos, llegar a la firme
convicción, de que nuestra guerra de liberación es todavía en esta fase una
guerra larga, que está entrando en una nueva fase: tanto por las fuerzas
revolucionarias como por parte del imperialismo.[123]
En efecto, Marcial consideraba que la ofensiva del 10 de enero de 1981 había
significado la entrada de la guerra popular de liberación en la fase de las ofensivas
militares por la toma del poder. Se trababa de toda una fase en la cual se iría
minando y desgastando al enemigo, hasta cambiar la correlación de fuerzas a
favor de las fuerzas del pueblo, para poder pasar a la fase de la toma del
poder.[124]
Por otra parte, Marcial sostenía que, el gobierno de Reagan, al constatar que
no se había logrado destruir al movimiento revolucionario con un plan de corto
plazo, había pasado a desarrollar con más vigor su fase de “guerra especial” con
varios años de proyección. Dicha estrategia de "guerra especial" aplicaba una
mayor escalada de intervención militar norteamericana en El Salvador,
comprendía también medidas políticas y diplomáticas, como eran el diálogo y la
negociación para participar en elecciones, que no eran más que instrumentos
auxiliares para la lucha interna y para la destrucción del movimiento
revolucionario.
En su “Testamento político”, Marcial menciona la existencia de presiones
sobre el movimiento revolucionario salvadoreño para que negociara su
participación en unas elecciones eventuales.
Está bien claro, el juego de Reagan es acabarnos, y en segundo lugar,
presentar un rudo diálogo, una pseudo negociación para poder engañar a
determinados pueblos para los que la palabra elecciones significa una
fascinación [...] entonces, cuando se habla de una elección bien fácilmente
caen en la trampa de Reagan de decir "ve, por ahí es verdad que está la
solución" [...] vienen incluso generosamente, pueden venir amigos a
presionar hasta cierto punto, a que se entre en negociación o diálogo para
las elecciones [...] en este momento se está planteando esta situación.[125]
Marcial sostenía que tanto las FPL como el FMLN se oponían a dialogar en
esas condiciones, pues sólo serviría para generar ilusiones sobre la posibilidad de
una paz digna y justa cuando precisamente Reagan se preparaba para destruirlos.
Según Marcial:
en este momento, en que hay varias posibilidades de diálogo, hay una cosa
que debe quedar clara y es la siguiente: el diálogo que Reagan está
proponiendo es un diálogo que no puede ser aceptado, las FPL en eso están
claras y en el FMLN - hasta este momento - también hay consenso en eso
[...] La línea que tienen las FPL, que yo legítimamente puedo decirles que
fue el espíritu de las discusiones del comando central y de sus resoluciones
[Marcial se refiere a los acuerdos del comando central de 1981] fue la
siguiente: ¡No a las elecciones y la lucha contra ellas y su
desenmascaramiento. ¡No entregaremos una sola arma! Verdad! ¡Ni una arma! Al
contrario, cada vez debemos requisar más armas [...] no admitimos tregua como condición
para impulsar o para empezar o para hacer diálogos o negociaciones. La tregua sólo
serviría en este momento para darle un respiro a un ejército que está en
malas condiciones. La tregua serviría para armarlos y para ponerlos en
condiciones que no tienen en este momento de preparar fuerzas móviles Y
que después puedan lanzarse con más vigor contra las fuerzas
revolucionarias. De manera que tregua y diálogo en este momento no están
ligadas, ni deben estar ligadas como condición previa. La tregua, el cese del
fuego no son cosas que puedan considerarse, sino dentro de una
negociación, si al final se llega a un acuerdo digno, digamos que dure varios
años o que dure lo que dure; pero al final se llega al triunfo del pueblo con
esa negociación, entonces claro que hay que parar el fuego, y vienen las
condiciones de cómo parar el fuego. Si el enemigo entrega las armas, dónde
las va a entregar, etc. 0 como va a ser esa correlación de fuerzas. Pero en
este momento, la tregua es inadmisible como condición para el diálogo.[126]
Veamos entonces, si estas posiciones de Marcial coincidían efectivamente con
los acuerdos adoptados por elcomando central en su reunión de enero y febrero
de 1983.

3.2. Los acuerdos del comando central
de 1983 y las tesis de Marcial


Lo primero que es necesario destacar de los acuerdos de 1983, es la voluntad
unánime del comando central para hacer los máximos esfuerzos para "alcanzar el
triunfo de la revolución que supone la derrota político militar del enemigo."[127]
Fue precisamente ese consenso de alcanzar el poder a través de la destrucción
del aparato militar y administrativo del régimen, lo que llevó al comando central a
definir como instrumentos auxiliares de lucha el diálogo y la negociación. En
efecto, en los acuerdos sobre los lineamientos generales para la toma del poder se
adoptó una disposición que decía: Utilización del diálogo y negociación como
factor auxiliar, pero estratégico de nuestra lucha por el poder y su afianzamiento,
para lo cual es preciso desarrollar un planteamiento claro y ofensivo, que sea
aplicado de manera ágil, flexible y con gran iniciativa.[128]Para poder llevar adelante dicha tarea, el comando central acordó que la
comisión política de las FPL hiciese un plan de negociación que contemplara dos
fases: el diálogo sin condiciones y la negociación con todas sus variantes. Las
bases de la negociación estaban determinadas por la plataforma programática de
gobierno, que como ya vimos anteriormente debería ser readecuada para permitir
una ampliación de las alianzas hacia los sectores medios y no oligárquicos.
Desde esa perspectiva, el comando central dio una serie de aportes y adoptó
diversos acuerdos que deberían guiar el uso de los instrumentos del diálogo y la
negociación. Todos ellos coinciden precisamente con las tesis que Marcial
defendió en su “Testamento político”, unos días antes de su suicidio. Entre los
aportes, por ejemplo, se insistía en la decisión de "alcanzar la victoria final
garantizando los intereses del proletariado y sus aliados"[129] y en colocar el
diálogo y la negociación en función de dicho objetivo. Se señalaba, además, que la
amenaza de intervención del imperialismo no debería ser instrumento de chantaje
para la negociación Y que el diálogo debía hacerse sin condiciones previas.[130]
Este último aspecto se desarrolla más ampliamente en los acuerdos. Veamos a
continuación algunos extractos:
4. Mantener sobre diálogo-negociación una posición flexible, pero siendo
vigilantes de que no se hagan concesiones a priori [...]
6. No se puede aceptar ningún tipo de condiciones para la negociación:
(a) no se puede dar tregua;
(b) no se pueden aceptar fuerzas de interposición y control internacional;
(c) las elecciones del régimen no son aceptables.
7. No se puede negociar con el imperialismo en caso de intervención directa
yanqui. En este caso nuestra consigna es "fuera yanquis de El
Salvador".[131]
El VII Consejo Revolucionario que se realizó después de la muerte de Marcial
retomó casi textualmente estas disposiciones[132] y acordó ratificar el espíritu de
los acuerdos del comando central de 1983, ampliándolos en ciertos aspectos. Una
de las ampliaciones más importantes fue la voluntad expresa de coordinar
estrechamente las iniciativas de diálogo y negociación "con las iniciativas
diplomáticas de Cuba, Nicaragua y Grenada".[133]
Esto se justificaba porque el impulso hacia el diálogo y la negociación debía
darse "en el marco del internacionalismo proletario y no en el marco de un
nacionalismo estrecho"[134]. Curiosamente, los acuerdos del comando central de
1983 contenían una disposición que parecía más bien insistir en el respeto de los
proyectos nacionales. En efecto, en los lineamientos generales para la toma del
poder se menciona como acuerdo:
"Fortalecer nuestra independencia como organización y el
internacionalismo proletario".[135]El texto de los acuerdos no
ofrece mayores explicaciones sobre esta
disposición, pero es de suponer que al plantear en el mismo numeral la necesidad
de fortalecer la independencia de las FPL y el internacionalismo proletario, el
texto expresa de manera tácita la preocupación por la independencia de las FPL,
la cual podía verse afectada en el contexto de su relación con los movimientos o
países aliados. Hay que recordar que 1983 fue precisamente el año en que
tomaron cuerpo una serie de esfuerzos políticos diplomáticos para evitar la
regionalización de la guerra en Centroamérica y para contribuir a la pacificación
del área. En enero de ese año, por ejemplo, se constituyó, el Grupo de
Contadora, formado por cuatro países, México, Panamá, Venezuela y Colombia,
que un año más tarde entregó un proyecto denominado "Acta de Contadora para
la paz y la cooperación en Centroamérica". Este documento comprendía una
serie de medidas para reducir la militarización de la región e insistía en la
realización de procesos electorales para la reabsorción de los conflictos
internos.[136]
No es objeto de nuestro trabajo analizar las distintas iniciativas regionales que
se impulsaron. Lo único que nos interesa señalar es que dichas iniciativas,
lógicamente, no podían beneficiar por igual a los distintos actores regionales. Lo
que podía ser benéfico para unos no lo era necesariamente para otros. Y ello
generaba tensiones, no sólo entre los movimientos armados y los gobiernos
contra los cuales luchaban, sino también entre las revoluciones triunfantes en
ciertos países y en los grupos que luchaban por alcanzar el poder en otros[137].
Estas tensiones se reflejaban precisamente en la voluntad de buscar mayores o
menores grados de independencia en la conducción de los procesos nacionales.

4. Conclusiones

Tal como lo hemos podido comprobar a lo largo nuestro ensayo,
las tesis
políticas sostenidas por Marcial
fueron efectivamente cuestionadas
en el
organismo de dirección de las FPL,
sobretodo después
de la ofensiva general de
1981,
pero no puede afirmarse que hayan sido derrotadas.
En todo caso, no antes
de que ocurriera el asesinato de la comandante Ana María.
Se puede estar a favor o en contra de las ideas de Marcial,
pero eso es otro
problema, que no debe impedir constatar este hecho innegable.
Marcial, al verse
cuestionado en el comando central, podía perfectamente
acudir a un consejo
revolucionario. Y todo indica que esa fue la vía escogida por él.

Así, Salvador
Guerra, al responder a la pregunta de Marta Harnecker, de por qué los dirigentes
de las FPL no habían logrado imponer desde antes un pensamiento distinto al de
Marcial, siendo ellos mayoría, dijo:
Es que él [Marcial] apeló a una reunión más amplia, a un congreso.
Probablemente su idea era maniobrar allí. Tanto en esa reunión de la
comisión política [realizada en 1982], como en una reunión del comité
central [1983] habíamos derrotado a sus planteamientos...[138
Hay que señalar que, precisamente, en la reunión del comando central de
febrero de 1983 se acordó iniciar de inmediato los preparativos para realizar el
consejo revolucionario y quedó
"como mandato para la comisión política que en término de 4-6 meses" lo
realizara en El Salvador.[139]
Con este propósito, se nombró una comisión especial para su preparación,
formada por cuatro personas, entre las cuales figuraban Marcial y Ana María.[140]
Después de su viaje a Libia, Marcial regresaría precisamente a El Salvador para
organizar el consejo revolucionario. Numerosas disposiciones de los acuerdos del
VII Consejo Revolucionario demuestran que las tesis de Marcial - exceptuando
sus tesis sobre la unidad con el FMLN y la construcción de la vanguardia
revolucionaria – siguieron ejerciendo una influencia considerable en las FPL, aún
en los meses posteriores a su suicidio. Todo indica que Marcial podía
Perfectamente lograr obtener, en ese consejo revolucionario,
un respaldo
considerable para sus posiciones.
En esas circunstancias, si algo puede entonces
afirmarse sin ninguna duda, es que Marcial no
necesitaba mandar a asesinar a Ana
María para imponer sus tesis en las FPL.
Sin embargo, Marcial no logró defender
sus tesis delante del consejo revolucionario,
pues como ya sabemos nunca regresó
a El Salvador.
Al ser informado del crimen de Ana María, Marcial decidió regresar a
Nicaragua, el 9 de abril de 1983, y tres días después, el 12 de abril, se suicidó.
¿Qué ocurrió en esos tres días para que Marcial tomara la decisión extrema de
quitarse la vida? Los únicos elementos que disponemos figuran en una de las
cartas escritas por él antes de suicidarse, la cual fue divulgada un año después de
su muerte. Otra carta que dirigió al comando central desafortunadamente nunca
se hizo del conocimiento público. En la primera carta - dirigida al pueblo
salvadoreño y a las FPL - se puede advertir que a Marcial se le insinuó estar
implicado en el crimen de Ana María. Acusación que él rechazó categóricamente.
no puedo soportar el escarnio que se hace de mi persona, la infamia de querer
involucrar mi nombre aunque sea indirectamente, la torva insinuación en esa
dirección, en el doloroso caso de la terrible pérdida de nuestra compañera Ana
María. Rechazo esta injusta calumnia, aunque de ella se hagan eco los hermanos.
Pero es más dolorosa la injusticia cuando viene de hermanos que de enemigos.
La verdad, que un día inevitablemente resplandecerá contra la calumnia y la
infamia, se impondrá inevitablemente. Y por de pronto, toda decisión sobre mi
responsabilidad personal tomada en este momento recae sobre quienes, aún
siendo hermanos, así han procedido tratando de poner injustamente manchas a
mi trayectoria revolucionaria.[141]
Marcial también menciona en su carta que no podía soportar impotente la
exigencia de poner los organismos, las redes y los colaboradores de las FPL en
manos de una investigación "mal conducida y perjudicada"
y que se lanzaron contra las filas de su organización,
"considerando a todos sus miembros y redes
como potenciales infiltrados del enemigo”.[142] Hasta ahora según nuestras
informaciones, no se han presentado pruebas que permitan poner en duda la
inocencia de Marcial, expresada en su carta póstuma. En efecto, como ha podido
comprobarse en las entrevistas recientes de los dirigentes de las FPL, nunca
existió una verdadera voluntad para probar la culpabilidad de Marcial en base a
un proceso justo y equitativo, pues en vez de remitirlo a los tribunales, como se
hizo con los otros implicados, se le ofreció la "opción de viajar a otro país" que,
dicho sea de paso, constituía un acto de complicidad en el crimen de Ana María -
si en efecto se tenían las pruebas en contra de Marcial - pues al autor intelectual
del crimen se le estaba facilitando la posibilidad de escapar de la jurisdicción de
los tribunales nicaragüenses.
En realidad, a Marcial se le comunicó simplemente que sería trasladado
hacia
Cuba. En los comunicados de las FPL y del FMLN donde se responsabiliza por
primera vez a Marcial del crimen de Ana María, abundan las acusaciones y los
ataques personales, pero tampoco en esta oportunidad se presentaron pruebas
concretas. Esto refleja muy bien el aprieto en que había colocado Marcial a sus
adversarios llegando incluso a tener que recurrir a la mentira para hacerlo
aparecer como un hombre completamente derrotado dentro de su propia
organización y para poder acreditar la tesis de su responsabilidad criminal.
Sabemos también que ya para 1983, ciertos dirigentes de las FPL estaban
pensando en reemplazar a Marcial. En efecto, Salvador Guerra, al referirse a los
mecanismos de recambio de dirigentes que existían al interior de las FPL, afirma
que el mecanismo estaba establecido formalmente, pero durante todo ese período
del 81 al 82 estábamos dándole un chance [a Marcial]. Al ver que esto no ocurría -
en el 83 tuvimos claro que eso no iba a dar resultados - pensamos que había que
hacer ese recambio.[143]
Ahora bien, por una parte la única instancia competente para remover o
suspender a los miembros del comando central era, en esa época, el consejo
revolucionario y, por otra parte, las posibilidades para que Marcial fuera
removido por este organismo eran mínimas. En esas circunstancias, continuar
presentando a Marcial como el autor intelectual del crimen de la comandante Ana
María sin aportar las pruebas de esa acusación no sólo puede considerarse como
un acto de difamación a la memoria de un difunto"', sino que además nos lleva a
pensar que el asesinato de la comandante fue utilizado esencialmente para
presionar a Marcial y apartarlo del camino en los momentos en que éste se dirigía
a El Salvador a preparar el consejo revolucionario, en el cual sus tesis podrían
salir victoriosas.

5. Reflexión final

Traer a la memoria el suicidio de Marcial once años después de acaecido es,
ante todo, un imperativo moral. No se puede seguir acusando impunemente al
dirigente fallecido. Continuar difamando la memoria de Marcial cuando los
tribunales nicaragüenses hicieron constar que no se habían presentado
pruebas en su contra, no sólo constituye un delito, sino que además
constituye la prueba de
que su suicidio sigue siendo un asunto no concluido.
Las FPL y el FMLN continúan negándose a reconocer la inocencia de Marcial,
porque hacerlo sería aceptar no sólo que sus acusaciones fueron infundadas, sino
que se recurrió el engaño de los propios militantes y de la opinión pública en
general, para encubrir las presiones ejercidas sobre Marcial. Resultó cómodo
depositar en Marcial no sólo la responsabilidad del crimen de Ana María, sino la
de todos los males de la revolución salvadoreña y del FMLN, para que aún las
mentes progresistas más lucidas aceptaran sin mayor discusión – a pesar de todas
las contradicciones manifiestas – la “versión oficial” del suicidio. Después de
todo, con el fallecimiento de Marcial – se afirmaba – desaparecía del FMLN uno
de los mayores obstáculos para la pronta solución política de la guerra, “elemento
de descomposición de la unidad”, como dijo el actual secretario general del
FMLN, Shafick Handal.[145]
En realidad, con la desaparición de Marcial de la escena política, se facilitó la
sustitución del programa de gobierno democrático revolucionario por el del
gobierno de amplia participación. Con esto quedaron satisfechos algunos países
aliados del FMLN, que veían en el cambio programático una posibilidad para
encontrar una solución política a corto plazo a la crisis salvadoreña y, en
consecuencia, una disminución de las amenazas de una intervención militar que el
gobierno norteamericano hacía pesar sobre ellos como una espada de Damocles.
Hubo que esperar sin embargo ocho largos años para que se firmara la paz. Con
la desaparición de Marcial tampoco se resolvió el problema de la unidad del
FMLN.
El proyecto de creación de un partido comunista único que en 1981 Shafick
Handal vislumbraba a mediano plazo y que Leonel González consideraba en
1989 como un objetivo que en situación de normalidad ya se habría concluido, no
pasó de ser un simple proyecto. El FMLN nunca llegó a fusionar sus estructuras
ni a resolver sus diferencias ideológicas. El FMLN sigue siendo un frente y no un
partido único, como lo dijo Marcial en 1982. Con el suicidio de Marcial se nos
decía había desaparecido un "verdadero caudillo", el hombre que vetaba el debate
político e impedía el funcionamiento colectivo de las FPL o, como diría Salvador
Guerra, un Ayatolah de la revolución salvadoreña.
La situación en todo caso, no mejoró después de la muerte de Marcial. Basta
con echar un vistazo al comportamiento de la dirección de las FPL para darse
cuenta que si en algún momento se vetó abierta e intencionalmente el debate
político, se ocultó información a los militantes, se recurrió al engaño, se impuso el
control orgánico y hasta el terror para cohesionar la organización, fue
precisamente después de la muerte de Marcial. Si en algún momento dejaron de
funcionar por largo tiempo los máximos órganos de dirección colectiva, fue
después del suicidio de Marcial.
Fue precisamente después de su fallecimiento que se legalizaron las
restricciones a la democracia interna,
introduciendo en los propios estatutos de las FPL
una serie de disposiciones que otorgaban poderes exorbitantes al
comando central en detrimento del consejo revolucionario. La actitud de la
dirección de las FPL ante el suicidio de Marcial fue y sigue siendo una de las
pruebas más fieles de su falta de madurez y seriedad políticas. Es un verdadero
test que pone en evidencia la enorme distancia que aún separa las palabras de sus
dirigentes de los hechos concretos y la falta de información y poder de su base
militante para constatar esa distancia y exigir a aquellos que unan sus palabras con
los hechos.
Traer a la memoria el suicidio de Marcial once años después de acaecido, es
abrir el tema sobre una de las características más significativas del funcionamiento
de las organizaciones del FMLN, que está indudablemente ligada a las
características de la sociedad salvadoreña: la falta de democracia. No basta con
proclamarse "demócrata" o "socialdemócrata" para pretender haber eliminado
para siempre los métodos burocráticos y autoritarios de trabajo, que se fueron
volviendo práctica y que ahora son muy difíciles de erradicar. La democracia está
indisolublemente ligada al respeto de los militantes v del pueblo que se pretende
representar y una de las primeras condiciones para ello es la necesaria honestidad
y transparencia que debe existir en la relación de la dirigencia con estos.
La mentira piadosa, la verdad a medias, las explicaciones triunfalistas que en
nada corresponden a la realidad, etc., son algunos de los principales enemigos de
la democracia. Pero la democracia también implica la participación activa de los
militantes y de la sociedad civil. Los partidos políticos que no promueven esa
participación, que no instruyen a sus bases, que actúan a espaldas de las masas y
que cambian de programa y de aliados sin consultar a sus militantes, difícilmente
pueden proclamarse democráticos. ¿Qué democracia puede existir en un Partido
donde no se da oportunidad a las bases para apoyar y opinar sobre el trabajo de
sus dirigentes, ni poder para que éstas puedan revocarlos cuando no cumplan con
el mandato para el cual se les eligió? ¿Cómo puede construirse una verdadera
democracia sobre la atomización de la sociedad civil y la falta de autonomía e
independencia de los gremios y de las organizaciones sindicales con respecto a los
partidos políticos o del Estado? ¿Cómo puede lograrse que los trabajadores se
organicen Y construyan un sólido movimiento popular sin democracia?
La falta de democracia, que ha permitido a ciertos dirigentes convertirse en
intocables, de colocar sus proyectos personales por encima del ideario político
que dicen defender, de transformar las organizaciones populares en verdaderos
instrumentos de ascensión social, etc., constituye un verdadero peligro para la
causa de los trabajadores. La falta de democracia, que ha permitido a algunos
dirigentes del FMLN manejar a su antojo las aspiraciones de justicia del pueblo
salvadoreño, plasmadas en los acuerdos de paz, y que sigue permitiendo a esos
mismos dirigentes entrar en juegos postelectorales con fuerzas que se han venido
oponiendo precisamente al cumplimiento de esos acuerdos, deja sin posibilidades
de expresión y resistencia al movimiento popular.
Traer a la memoria el suicidio de Marcial es para recordar aquellos aspectos
democráticos de su pensamiento y de su práctica política dentro de su partido:
su deseo de que los sectores mayoritarios de la población (los obreros y los
campesinos) pudiesen orientar una amplia alianza popular, sus esfuerzos para que
dichos sectores estuviesen orgánicamente representados en el partido, sus
afirmaciones sobre la necesaria autonomía de los gremios y sindicatos, su
insistencia en crear y desarrollar una amplia base celular que diera vida a la
democracia interna “de abajo para arriba y de arriba para abajo”, que obligara a
los dirigentes a dar cuenta de sus actos y que permitiera combatir los abusos de
poder, la corrupción y otras arbitrariedades que se daban en su organización y de
romper con el terror de aquellos que tenían la impaciencia de reaccionar mal y de
rebotar la crítica y de usar sus poderes en mala forma para el castigo a los que
critican”. Si algo caracterizó a Marcial fue precisamente su rectitud, su firmeza y
su honestidad. Prefirió morir antes que permitir que se pusiera en duda su
integridad moral. Con el fallecimiento de Marcial, la clase obrera salvadoreña
perdió, sin lugar a dudas, uno de sus más genuinos dirigentes.
“El trauma Marcial" como lo llama Marta Harnecker nunca fue ni será
superado mientras no se explique lo que realmente sucedió y se deduzcan
responsabilidades. “Hay que explicar”, decía Adolfo Gilly en 1894. “hasta la
última señora que puso un peso para comprar armas; hasta el último señor que
fue a una manifestación hasta el último niño que llevó la pancarta necesitan y
merecen una explicación. Ellos pusieron en El Salvador mucho más que sus
esfuerzos, pusieron sus creencias y sus esperanzas. A ellos hay que explicarles
toda la verdad, la verdad entera… He aquí una buena oportunidad para que las
bases de las FPL y del FMLN comprueben la voluntad democrática de sus
dirigentes. [146]

Bruselas, 1 de enero de 1994.

Publicado originalmente en la revista El Nuevo Topo
1. El comando central era el organismo central de dirección permanente
político militar que tomaba las medidas necesarias para llevar a la práctica
la línea general estratégica, táctica y orgánica así como las otras
disposiciones y acuerdos del consejo revolucionario de las FPL (Art. 32.
Bases estatutarias de las FPL, enero de 1979.m. p. 14).
2. Ver Adolfo Gilly, "Reincidencias", La Jornada, México, 28 de junio de
1991.
3. Carta de Alejandro Gutiérrez Mayorga al Juez Segundo del Distrito del
Crimen, Managua, Nicaragua, 15 de marzo de 1984 (el énfasis es nuestro).
4. Tomo XXV, frente a los folios 194 al 203 del Libro Copiador de
Sentencias, Juzgado Segundo del Distritodel Crimen, Managua, 21 de
mayo de 1984.
5. Ver las opiniones de Leonel González, Salvador Guerra y otros en Marta
Harnecker, Con la mirada en alto. Historia de las FPL, entrevista a dirigentes de
las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Farabundo Martí. El Salvador:
Biblioteca popular, 1991. p. 102. Ver también las opiniones de Schafik
Handal en Miguel Bonasso y Ciro Leyva. El Salvador, cuatro minutos para las
doce.México: Periodistas Asociados Latinoamericanos, 1992, pp. 71-75.
6. Comunicado del Ministerio del Interior de Nicaragua, citado en Proceso,
N" 106, 18-24 de abril de 1983.p.3.
7. Ibidem, p. 1
8. La comisión política es el organismo máximo de dirección diaria,
permanente, que bajo la dirección inmediata del comando central aplica
los lineamientos estratégicos y tácticos emanados del consejo
revolucionario y del comando central (Art. 57. Estatutos de las FPL, El
Salvador. 1983. p. 12).
9. Comunicado del FMLN-FDR con motivo del suicidio de Marcial, El
Salvador, 20 de abril de 1983.
10. Ver Salvador Cayetano Carpio, Secuestro y capucha en un país del "mundo
libro". Costa Rica: EDUCA, 1979.
11. Comunicado citado por Adolfo Gilly en "El suicidio de Marcial", Nexos
74 (abril de 1984) 33.
12. Ibidem, p. 33.
13. Ibidem. p. 34.
14. Ibidem, p. 31.
15. Marta Harnecker, Con La mirada en alto, op. cit., p. 104. El énfasis es
nuestro.
16. Ibidem, p. 102. El énfasis es nuestro.
17. Ibidem, p. 103. El énfasis es nuestro.
18. Salvador Cayetano Carpio. La lucha de clases, motor del desarrollo de la guerra
popular de liberación. Ediciones Enero 32. p. 58. El énfasis es nuestro.
19. Ibidem, p. 55.
20. Salvador Cayetano Carpio, transcripción magnetofónica del discurso
pronunciado el 1 de abril de 1983 en una asamblea de militantes de la
estructura partidaría de las FPL (citado después como "Testamentopolítico"). México: Organización Revolucionaria Punto Crítico, 12 de
julio de 1983. p. 8s.
21. Ver la plataforma del Gobierno Democrático Revolucionario en Rafael
Menjívar, El Salvador el eslabón más pequeño. Centroamérica: EDUCA, 1980,
pp. 23-234.
22. Ibidem, p. 227. El énfasis es nuestro.
23. Ibidem, P. 225. El énfasis es nuestro.
24. Estrella Roja N' 3, Órgano ideológico de las FPL, pp. 19s.
25. Rafael Menjívar, El Salvado.- el eslabón, op. cit., p. 225.
26. Salvador Cayetano Carpio, "Testamento político ", p. 21. El énfasis es
nuestro. Marta Harnecker. Con La mirada en alto, op. cit., p. 107. El énfasis
es nuestro.
27. Marta Harnecker. Con la mirada en alto op. cit., p. 107. El énfasis es
nuestro.
28. El Concejo Revolucionario era el órgano de la dirección político militar
responsable de aprobar y modificar la línea estratégica general político
militar y la táctica general, las bases orgánicas, la composición y la
elección del Comando Central y por los demás. Estaba integrado por los
miembros del comando central y por los demás cuadros de la dirección
nacional o local que el consejo revolucionario de las FPL hubiese
promovido a la categoría de miembros del mismo (Arts. 19-31, Base
estatutarias de las FPL. El Salvador 1979).
29. Ver Comisión Nacional de Educación Política del comando central, "La
línea estratégica parcial para la toma del poder", Junio de 1980, pp.2s.
30. Ver proclama de las Fuerzas Armadas a raíz del golpe de Estado, Rafael
Menjívar, El Salvador.- el eslabón, op.cit., pp. 143-147.
31. Marta Harnecker. Con La mirada en alto, op. cit., p. 107.
32. El foro popular era una alianza de diversas fuerzas políticas y sociales,
entre ellas se encontraba la democracia cristiana, el Movimiento Nacional
Revolucionario, el Partido Comunista y varias federaciones sindicales. El
foro contaba con una plataforma común reivindicativa, entre ellas, el cese
de la represión, la disolución de los cuerpos de seguridad y de los grupos
paramilitares, una amnistía general para los presos políticos y
desaparecidos políticos, la libertad de la organización sindical, gremial y
política, etc. Del foro salieron muchos de los funcionarios y ministros de
la primera junta de gobierno.
33. Marta Harnecker, Con la mirada en alto, op. cit., p. 64.
34. "Línea estratégica parcial", op. cit., p. 3.
35. Ver posición del Bloque Popular Revolucionario en Rafael Menjívar, El
Salvador: el eslabón, op. cit., p.173-176.
36. Rafael Menjívar, El Salvador: el eslabón, op. cit., p. 187s.
37. Ver las opiniones de Leonel González y Salvador Guerra en Marta
Harnecker, Con la mirada en alto, op. cit., p. 130.
38. Acuerdos de la sesión plenaria del comando central, 25 de febrero de
1983, p. 3.
39. Ibidem, p. 3.
40. Ibidem, p. 12.
41. Rafael Menjívar, El Salvador: el eslabón, op. cit., p. 227.42. "Acuerdos, sesión plenaria", op. cit., p. 12.
43. Comisión Nacional de Organización, "Síntesis. Acuerdos del VII Consejo
Revolucionario de las FPL", 1983, p. 11.
44. Ibidem,
45. Ibidem, p. 12
46. Para un análisis riguroso de las distintas plataformas de gobierno
presentadas por el FMLN-FDR, ver Mario Lungo, ElSalvador 1981-1984,
la dimensión política de la guerra. San Salvador: UCA Editores 19851985, p.
19.
47. Venceremos, op. cit., p. 1.
48. Ibidem, P. 4.
49. Comunicado del Frente Metropolitano, Citado por Adolfo Gilly, El
suicidio.... op. cit., P. 1.
50. Ibidem, p. 33.
51. Comisión política del comando central de las FPL, "Las desviaciones de
los renegados del FPL. Valoraciones sobre elgrupo fraccionalista surgido
en nuestro partido FPL, "Farabundo Martí", abril de 1984, p. 1.
52. Ibidem, P. 3.
53. Ibidem, pp. 6s.
54. Ibidem, p. 12. El énfasis es nuestro.
55. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado.
Cuaderno 1, sobre algunos problemas deorganización considerados por el comando
central, Colección Educación Revolucionaria, junio de 1982, p. 12.
56. Ibidem, p. 25.
57. "La construcción del partido ", Este documento publicado por las FPL en
1978 fue escrito por Cayetano Carpiodespués del III Consejo
Revolucionario, p. 3.
58. "El primer consejo revolucionario de las FPL y sus históricos
documentos", El Salvador, abril de 1979, p. 20.
59. FPL, "La construcción ", op. cit., pp. 4s
60. Ibidem, p. 4.
61. "Informe general de la comisión política aprobado por el comando
central de las FPL - Farabundo Martí", septiembre de 1981, p. 10.
62. Las comisiones nacionales eran los organismos de trabajo del comando
central. Estaban encabezadas por un responsable miembro del comando
central. Así, por ejemplo, la comisión nacional de propaganda y agitación
estaba presidida por el responsable de propaganda del comando central.
Las comisiones nacionales se apoyaban en subcomisiones nacionales
(Arts. 45-49, Bases Estatuarias, enero de 1979, p. 15.)
63. Las direcciones de zona eran los organismos de dirección político militar
en la zona, bajo la dirección inmediata y el control del comando central
(Arts. 50-55, Bases Estatuarias, enero de 1979, p.17).
64. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado,
Cuaderno N' 3, Cómo se hadesarrollado nuestra organización, Colección Educación
Revolucionaria, junio de 1982, p. 8.
65. Ibidem, p. 5.
66. lbidem, p. 7.67. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del
proletariado,Cuaderno N'5, El partido debe estar íntimamente ligado al pueblo, a las
masas. Colección Educación Revolucionaria, junio de 1982, p. 1.
68. Ibidem, pp. 5s.
69. Mayores detalles en Salvador Cayetano Carpio, La lucha de clases, op. cit., pp.
11-40.
70. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado,
Cuaderno N' 5, op. cit., pp. 6s.El énfasis es nuestro.
71. lbidem, p. 8.
72. Salvador Cayetano Carpio, "Testamento político ", op. cit., p. 9.
73. Ibidem, p. 20
74. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado,
Cuaderno N'6, Sobre elcentralismo democrático. Colección Educación
Revolucionaria, junio de 1982, p. 12.
75. Bases estatuarias de las FPL, enero de 1979, p. 12. El énfasis es nuestro.
76. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado,
Cuaderno N' 6, op. cit., pp. 13s.
77. Ibidem, pp. 13s.
78. Mario Lungo, El Salvador 1981-1984, la dimensión política de la guerra. San
Salvador: UCA Editores, 1985, p. 19.
79. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado,
Cuaderno No 1, op.cit., p. 25
80. "Informe general de la comisión política", op.cit., septiembre de 1981,
pp.9-12
81. "Informe general", op. cit. p. 13
82. "Informe general", op. cit. p. 13
83. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista leninista del proletariado,
Cuaderno No 4, Introducción y algo más sobre la necesidad de que las FPL
Farabundo Martí se transformen en el verdadero partido marxista leninista del
proletariado salvadoreño. Colección Educación Revolucionaria, octubre de
1982, pp. 17-20. El énfasis es nuestro.
84. "El primer consejo revolucionario", op. cit., p. 17. El énfasis es nuestro.
85. Bases estatuarias de las FPL, enero de 1979, p. 9. El énfasis es nuestro.
86. El texto de la declaración en Rafael Menjívar, El Salvador.- el eslabón, op.
cit.,p. 195.
87. Mario Menéndez Rodríguez, El Salvador.- una auténtica guerra civil. San José:
EDUCA, 1981, pp. 41s.
88. Ibidem, p. 185. El énfasis es nuestro
89. Rafael Menjívar, El Salvador: el eslabón, op. cit., p. 201. El énfasis es nuestro.
90. Ibidem, p. 202. El énfasis es nuestro.
91. Fermán Cienfuegos, Veredas de la audacia, historia del FMLN. Ediciones
Roque Dalton, 1986, p. 41.
92. "Informe general", op. cit., p. 41.
93. Ibidem, p. 42.
94. Ibidem, pp. 45s.
95. Ibidem, p. 47. El énfasis es nuestro.
96. Ibidem, p. 49.
97. Salvador Cayetano Carpio, "Testamento político", op. cit., p. 20.98. Ibidem, p. 22.
99.
100. Ibidem "Acuerdos sesión plenaria ", op. cit., p. 4. El énfasis es nuestro.
101. Ibidem, p.
102. Ibidem, p. 8.
103. .Ibidem, p. 6.
104. Ibidem, p. 3.
105. .Salvador Cayetano Carpio, "Testamento político ", op. cit., p. 22.
106. Salvador Cayetano Carpio, El partido marxista del proletariado, uaderno
No 2, op. cit., p. 5.
107. "Síntesis acuerdos del VII consejo", op. cit., p. 9.
108. .Ibidem, p. 6.
109. .Estatutos de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Farabundo Martí.
El Salvador, 1983, p.6.
110. "Mensaje del comandante Leonel González". El Salvador: Servicio
Internacional de Prensa del Sistema RadioVenceremos, 13 de agosto de
1985, p. 4.
111. Ibidem, p. 6.
112. Fermán Cienfuegos, Veredas, op. cit., p. 5
113. Marta Harnecker, El Salvador: construir un nuevo tipo de vanguardia.
Biblioteca Popular, 1989, p. 16.
114. Boletín del Partido de la Revolución Salvadoreña Expresión
Renovadora del Pueblo (PRS-ERP), 28 de septiembre de 1993.
115. .Marta Harnecker, Guerra en El Salvador. San Sebastián, 1990, p. 83.
116. .Ibidem, p. 82.
117. .Marta Harnecker, Con la mirada en alto, op. cit., p. 105.
118. .Ibidem, p. 105.
119. Estatutos, op. cit., p. 7.
120. Ibidem, p. 12.
121. .Comisión Nacional de Organización de las FPL, Construcción
del Partido, reseña histórica, pp. 5s.
122. .Salvador Cayetano Carpio, "Testamento Político", op. cit., p. 93.
123. .Salvador Cayetano Carpio, Nuestro enfoque sobre la guerra popular de
liberación y su fase actual, febreromayode 1982, p. 7
124. Salvador Cayetano Carpio, La lucha de clases, op. cit. p. 93.
125. Salvador Cayetano Carpio, "Testamento político ", op. cit., p. 16.
126. Ibidem, p. 18. El énfasis es nuestro.
127. “Acuerdos sesión plenaria”, op. cit., p. 3.
128. Ibidem, p. 4.
129. Ibidem, P. 11
130. Ibidem.
131. Ibidem.
132. “Síntesis acuerdos”, op. cit., p. 13.
133. lbidem, p. 15.
134. lbidem, p. 13.
135. .“Acuerdos sesión plenaria”, op. cit., p. 5.
136. .Ver texto Panorama Centroamericano, Temas y documentos de
debate 2-3 (1987) 109-154137. Un estudio sobre la relación del proceso salvadoreño con los
procesos revolucionarios centroamericanos enMario Lungo, El Salvador
op. cit., pp. 103-112.
138. Marta Harnecker, Con la mirada en alto, op. cit., p. 103.
139. ."Acuerdos sesión plenaria", op. cit., p. 15.
140. Ibidem, p. 16.
141. Adolfo Gilly, El suicidio, op. cit., El énfasis es nuestro.
142. Ibidem, pp. 31s.
143. Marta Harnecker, Con la mirada en alto, op. cit., p. 103.
144. El artículo 85 del Código Penal salvadoreño dispone que quien
"difamare la memoria de un difunto, será sancionado con prisión de 6
meses a 2 años".
145. Miguel Bonasso y Circo Leyva, El Salvador op. cit., p. 45.
146. Adolfo Gilly, El suicidio, op. cit., p. 30.

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