Bloque Popular Revolucionario BPR 30 de Julio 1975 Beligerantes

Bloque Popular Revolucionario BPR 30 de Julio 1975 Beligerantes

martes, 22 de marzo de 2011

BPR-MOSA-CON LA IDEOLOGIA DEL PROLETARIADO

BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO
DE EL SALVADOR
MOVIMIENTO SOCIAL AUTONOMO
DE EL SALVADOR
REIVINDICANDO
LAS IDEAS REVOLUCIONARIAS
CONTRA LAS IDEAS
CONTRARREVOLUCIONARIAS
ESTAMOS
A FAVOR
DE LA LUCHA IDEOLOGICA
DE
KIM JONG IL
NUESTRO SOCIALISMO CENTRADO
EN LAS MASAS POPULARES ES
INVENCIBLE

¡TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!
KIM JONG IL
NUESTRO SOCIALISMO CENTRADO
EN LAS MASAS POPULARES ES
INVENCIBLE
Conversación con los funcionarios responsables del
Comité Central del Partido del Trabajo de Corea
5 de mayo de 1991


Disfrutar a sus anchas de una vida independiente y
creadora en una sociedad libre de explotación y opresión, es un
anhelo que las masas populares han abrigado a lo largo de los
siglos. Para verlo realizado han venido derramando su sangre
en la lucha contra los opresores y, venciendo pruebas de toda
índole, lograron edificar la sociedad socialista. Esta, siendo
nueva, radicalmente diferente de todas las explotadoras
registradas en la historia de la humanidad, tiene que allanar un
camino por nadie pisado antes, en medio de una cruenta lucha
contra los enemigos de clase, razón por la cual es posible que,
en el proceso de avance, tropiece con altibajos temporales. No
obstante, es una ley del desarrollo de la historia el que ninguna
fuerza pueda impedir que la humanidad vaya por la vía del
socialismo.
El apoyo y la confianza de las masas populares en el
socialismo surgido como reflejo de la aspiración popular a la
independencia y de las exigencias de la época, constituyen la
fuente de su poderío invencible. Este apoyo y confianza de
nuestro pueblo son inconmovibles, y está experimentado en la
vida real cuan valioso le resulta este régimen. En nuestro país,
a lo largo de decenas de años de construcción del socialismo,
no hubo, ni una sola vez, alguna inestabilidad o incertidumbre
política. Hoy, los imperialistas y otros reaccionarios llevan a
cabo aviesas intrigas para suprimir el socialismo, pero el
nuestro sigue avanzando a pie firme por su camino, sin la
menor vacilación ante los viles ataques y calumnias de aquéllos.
La solidez e invencibilidad de nuestro socialismo constituyen
objeto de infinita admiración por parte de los pueblos
progresistas del mundo.
La llave de estas cualidades de nuestro socialismo consiste
2
en ser un régimen centrado en las masas populares, que las
coloca en posición de genuinas amas de la sociedad y pone a su
servicio todo lo que hay en ésta. Porque lo tiene a su
disposición, nuestro pueblo lo considera la cuna de su vida y
felicidad y le confía por entero su destino. El pueblo coreano,
que goza de una plena felicidad y de una existencia genuina en
la sociedad socialista, bajo la sabia dirección del Partido y el
Líder, está esforzándose con abnegación para salvaguardar, de
modo firme, ese régimen y culminar la causa socialista.
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1
El implantado en nuestro país es un socialismo de estilo
coreano, que encarna la gran idea Juche y se centra en las
masas populares.
Tempranamente, el gran Líder, camarada Kim Il Sung,
recogiendo la aspiración del pueblo y las exigencias de la
época, creó la doctrina Juche que vendría a ser una nueva
rectora de nuestro tiempo, el de la independencia.
La idea Juche es una concepción humanocéntrica del
mundo. Sobre la base de haber aclarado las características
esenciales del hombre en su calidad de ser social con
independencia, creatividad y conciencia, esta teoría implantó
un nuevo principio filosófico, el de que el hombre es dueño de
todo y lo decide todo, así como un punto de vista y actitud
originales de tratar todo el fenómeno partiendo de sus intereses
y considerar todos los cambios y evoluciones teniendo como lo
principal las actividades del ser humano. La doctrina Juche
puso en la máxima altura la dignidad y el valor del hombre. El
socialismo establecido en nuestro país, por encarnar esta
doctrina, viene a ser humanocéntrico, que hace del hombre el
dueño de todo y que todo le sirva a él.
El ser humano a quien la idea Juche considera el amo de
todo y la existencia más preciada y potente, es el pueblo
trabajador, presentado por ésta como sujeto del movimiento
social, el cual se inicia y desarrolla por sus actividades
independientes, creadoras y conscientes, las de las masas
populares. Divorciado de éstas, no puede surgir el movimiento
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mismo, llamado a transformar y cambiar la naturaleza y la
sociedad, ni puede realizarse el desarrollo socio-histórico. Las
masas populares constituyen el sujeto del movimiento social,
porque crean todo lo que hay en la sociedad y gracias a sus
esfuerzos avanza la historia. Ellas, si bien son el sujeto del
movimiento social y las creadoras de la historia, no en
cualquier sociedad ocupan la posición de dueñas. Donde rige la
explotación, quien se apropia de este puesto no son ellas sino
las ociosas clases explotadoras. Precisamente el socialismo es
el que pone fin a esa sociedad en que se usurpa esta posición de
dueños, y hace a las masas populares genuinas propietarias de
la sociedad. El implantado en nuestro país es un socialismo
privilegiado para las masas populares, donde éstas son dueñas
de todo y todo se pone a su servicio en correspondencia con la
posición y papel que tienen en el desarrollo socio-histórico.
Nuestro socialismo encarna de un modo más consecuente
la aspiración y exigencia de la clase obrera, que tiene en la idea
Juche su doctrina revolucionaria que refleja sus demandas. Y
considera á esta clase como destacamento medular del sujeto
de la revolución. La obrera es la clase que encarna desde el más
alto nivel las exigencias intrínsecas del ser humano a vivir y
progresar de manera independiente y creadora. Su demanda es
emanciparse de toda forma de subyugación y restricción para
disfrutar de una existencia independiente y creadora, y su
misión histórica consiste en alcanzar dicha emancipación, no
sólo para sí misma, sino también para todos los otros miembros
de la sociedad y de esta manera implantar por completo la
independencia de las masas populares.
Debido a que en el pasado nuestro país fue una sociedad
atrasada, semifeudal y colonial, la clase obrera no era numerosa,
pero siendo el contingente con más fuerte aspiración por la
independencia y espíritu revolucionario, constituyó la médula
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de las fuerzas de la revolución. Desde la etapa de la
democrática, antimperialista y antifeudal, el gran Líder
consideró a los obreros como integrantes de la clase rectora de
la revolución y tomó sus demandas y las de la nación por punto
de partida de todas sus políticas y lineamientos. En nuestro país,
todos los procesos de la revolución, desde el de la
antimperialista de liberación nacional y el de la democrática
antifeudal, hasta el de la socialista y de su construcción, se han
efectuado con éxito bajo la dirección de la clase obrera. Hoy en
día, ésta, al crecer y consolidarse de continuo e intensificando
su papel, imprime con éxito sus rasgos a toda la sociedad. La
fisonomía de nuestro socialismo está cobrando, de modo
gradual, sus rasgos y completando los aspectos de la sociedad
sin clases.
Al decir que nuestro socialismo encarna las exigencias
innatas de la clase obrera, no significa de modo alguno que sea
una comunidad exclusivamente para esa clase. Las demandas
de los obreros se identifican con las de todas las otras clases y
capas interesadas en el progreso social y, la sociedad donde las
materializan, se aviene también a estas clases y capas. La idea
Juche exige definir como integrantes del sujeto de la revolución,
no sólo a los obreros, sino también a las masas de amplios
sectores, sobre todo al campesinado y la intelectualidad, y
proteger sus intereses.
El campesinado, junto con la clase obrera, constituye un
principal componente del sujeto de la revolución y le sirve a
ésta como fuerza motriz. En nuestro país, donde otrora los
campesinos representaban la mayoría de la población, dar una
soclución justa a sus intereses se ha presentado siempre como
una cuestión importante en la revolución. El gran Líder los
situó al lado de los obreros, como el grueso de la revolución y
procuró que todos los problemas que se le presentaban en ésta
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se resolvieran en correspondencia no sólo con las exigencias de
los unos, sino también con la aspiración de los otros. Bajo la
sabia dirección del Partido y el Líder, en nuestro país la
reforma agraria se efectuó de acuerdo con el anhelo secular de
los campesinos de poseer, alguna vez, sus propias tierras, y en
el período posbélico la revolución socialista se llevó a cabo
teniendo en cuenta su anhelo, o sea se respetó de modo
consecuente el principio de voluntariedad y se tomó una vía
original para efectuar la transformación socialista de la forma
económica, antes que de la técnica. Para ver realizado
definitivamente el anhelo de los campesinos el Líder presentó
la tesis sobre el problema rural socialista y dirigió con energía
los esfuerzos para su materialización. La invariable política de
nuestro Partido que protege los intereses de los campesinos,
consiste en que el Estado y la sociedad se responsabilicen con
ayudarles a realizar sus aspiraciones y demandas. En nuestro
país, siguiendo el camino señalado por la tesis sobre el
problema rural socialista, se está cumpliendo con éxito la tarea
de industrializar y modernizar la agricultura y de imprimir al
campesinado los rasgos de la clase obrera, mediante la
intensificación, por todos los medios, de la dirección obrera
sobre el campesinado, la ayuda de la industria a la agricultura y
el apoyo de la ciudad al campo.
En los procesos revolucionario y constructivo, los intelectuales
desempeñan un rol importante, el cual va creciendo a
medida que se va desarrollando la sociedad. En éstos cobra
enorme significación la justa solución del problema de la
intelectualidad. Desde el período inicial de la revolución, el
gran Líder la guió por ese camino, considerándola una parte
componente de su sujeto y una de sus principales fuerzas.
Como quiera que los intelectuales del pasado, por su condición
de ser oriundos de un país colonial, poseían espíritu de
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antimperialismo, de independencia y de revolución democrática,
nuestro Partido tuvo la audacia de depositar su confianza
en ellos y los educó y transformó para orientarlos a servir a la
clase obrera, y, por otra parte, formó en gran escala una nueva
generación de intelectuales de origen obrero y campesino, lo
que hizo posible la constitución de un gran contingente de ellos.
Estos, bajo la correcta dirección del Partido y el Líder, están
manifestando, sin reservas, su fervor revolucionario e
inteligencia creadora en todos los frentes de la revolución y la
construcción, lo que significa una contribución activa a la
causa del socialismo y el comunismo.
La clase explotadora no puede ser el sujeto del movimiento
social, por el contrario, es la reacción de la historia y el
blanco de la revolución. Considerar a las masas del pueblo
trabajador como sujeto de la revolución y a la clase explotadora
como su blanco, no significa de manera alguna definir la
posición y actitud de las personas con respecto a la revolución
y a la contrarrevolución, basándose únicamente en sus
procedencias social-clasistas. El estado socio-clasista deja
consecuencias sobre las acciones de las personas, pero, a través
de su conciencia ideológica. También quienes tengan
problemas en sus procedencias social-clasistas, pueden servir a
la revolución, si reciben sus influencias. A la persona hay que
valorarla, según su disposición ideológica y sus acciones y en
cuanto a quienes se consagran al progreso social y a la
revolución, no debe cuestionárseles por sus orígenes, sino
confiar en ellos considerándolos integrantes del sujeto de la
revolución. Estos son el punto de vista y la posición originados
de la idea Juche, en cuanto a las personas procedentes de
diferentes clases y sectores sociales.
Nuestro Partido confió con audacia en todos los que se
unieron a la lucha por la independencia de las masas populares
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y los condujo por el camino de la revolución. En el país,
cuando la revolución democrática, antimperialista y antifeudal,
aglutinamos en una fuerza revolucionaria, no sólo a las masas
de trabajadores, sino también a los capitalistas nacionales y a
los religiosos de conciencia, y a todos los otros que se oponían
al imperialismo y aspiraban a la democracia; y cuando la
revolución socialista, no eliminamos a los campesinos ricos y a
los comerciantes e industriales capitalistas, sino los condujimos
a incorporarse voluntariamente a la economía cooperativizada
y a transformarse en trabajadores socialistas. A todos ellos,
convertidos ya, el Partido los considera no como amigos
pasajeros del camino, sino como acompañantes revolucionarios
de siempre y los guía por el camino del socialismo y el
comunismo, no importa a qué clase o sector social
pertenecieron en el pasado.
Nuestro socialismo ha venido fortaleciéndose y desarrollándose
sin cesar, con el absoluto apoyo y confianza de las
masas populares, lo cual se debe a que el Partido, aplicando
con acierto una línea de clases y de masas, impidió y frustró
oportunamente las conjuras anturevolucionarias de un puñado
de fuerzas hostiles, y al mismo tiempo, reforzó el sujeto de la
revolución, al unir con firmeza a los diversos sectores de las
masas en torno suyo y al Gobierno de la República, colocando
a esta sociedad sobre el más amplio y sólido terreno social y
clasista.
Los intereses de los individuos que forman la comunidad
social son compuestos por los colectivos y los personales. El
modo de combinar a ambos es un importante factor que
determina el grado del progreso del régimen social. En la
sociedad capitalista se enfrentan los intereses colectivos a los
individuales y prevalece el individualismo que pone éstos por
encima de aquéllos. Inevitablemente, el individualismo trae la
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desigualdad social, el fenómeno de "los ricos más ricos y
pobres más pobres" y el conflicto entre las personas. Es
contrario a la exigencia ingénita del hombre, ser social. El
hombre, como ente social que sólo puede forjar su destino
dentro de la colectividad, necesita por instinto del colectivismo.
La idea Juche dilucidó que el sujeto de la revolución no lo
constituye un individuo, sino las masas populares, y que el
hombre, por naturaleza, no requiere el individualismo, sino el
colectivismo, cuyo requisito esencial es coordinar los intereses
generales con los personales, dándoles siempre la preferencia a
los primeros, y viabilizar los segundos en ese marco. Las
demandas personales en sí no se oponen al colectivismo, pero
sí el individualismo que únicamente persigue intereses
particulares, dañando los colectivos. En nuestra sociedad
socialista, donde se ha materializado la humanocéntrica
doctrina Juche, los requerimientos personales son respetados
sobre la base de la protección estricta de los colectivos, se
ofrece a los hombres el máximo de beneficios y atenciones
sociales y florecen a plenitud la unidad y las relaciones de
cooperación en todos sus ámbitos.
La mayor colectividad social integral es el país, la nación.
Es ésta una sólida conglomeración de personas, formada en el
proceso socio-histórico, una comunidad que comparte un
mismo destino. La revolución y la construcción se efectúan en
el marco de cada país y nación, y los intereses de la
colectividad social, de las masas populares, se materializan
también dentro de los límites de esa misma unidad. Las masas
populares no pueden hacer realidad su exigencia por la
independencia al margen de su país. La idea Juche presenta la
defensa de la soberanía de la nación como requisito fundamental
para realizarla independencia de las masas populares.
En vista de que los imperialistas traman conjuras alevosas para
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atentar contra la soberanía de otras naciones, la firme
protección de su independencia viene a ser una tarea vital para
hacer realidad los intereses de las masas populares y su
exigencia por la independencia.
Nuestro Partido y el pueblo, con clara conciencia de que la
independencia constituye la vida del país, de la nación, se han
propuesto como su necesidad primordial el defenderla en la
revolución y la construcción y han venido luchando siempre
por ello. Así pudimos levantar un territorio socialista, digno y
poderoso, un país independiente, autosostenido y autodefensivo,
y hoy seguimos con pasos firmes el camino de la revolución,
desbaratando las cada vez más virulentas intrigas antisocialistas
de los imperialistas y los reaccionarios.
La lucha para defender los intereses de un país y alcanzar
su soberanía, está unida al esfuerzo por realizar la independencia
en todo el mundo. Lograr este objetivo contra la
dominación, la esclavitud y la desigualdad entre las naciones,
es un importante requisito de la idea Juche que defiende la
independencia. La causa por su realización en el mundo exige
necesariamente la amistad y cooperación entre los países.
Promover la colaboración entre todas las naciones, sean
grandes o pequeñas, sobre la base de los principios de la
independencia, la igualdad y el respeto mutuo, redunda en
favor de la realización de su causa por la soberanía. Dado que
los imperialistas, con sus fuerzas aliadas, maniobran de modo
perverso para violarla independencia de las masas populares, es
de suma importancia fortalecer la solidaridad antimperialista
internacional. Sólo cuando todos los países que defienden la
independencia luchen en común, firmemente unidos bajo la
bandera revolucionaria de la soberanía contra el imperialismo,
podrán frustrar sus maquinaciones intervencionistas y agresivas
y realizar con éxito la causa de la independencia en todo el
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mundo.
Guiado por los ideales de la soberanía, la paz y la amistad,
nuestro pueblo fortalece la solidaridad internacional y desarrolla
las relaciones de amistad y colaboración con todos los
que aspiran a la independencia, y efectúa intercambios
multifacéticos con aquellos que lo tratan de modo fraterno,
sobre la base del principio de la igualdad y el beneficio mutuo.
Pese a que realiza la revolución y la construcción en las
difíciles condiciones creadas por el enfrentamiento directo con
el imperialismo norteamericano, no escatima el apoyo y el
respaldo, tanto material como espiritual, a diversos pueblos del
Tercer Mundo que luchan por la independencia.
Realmente nuestro socialismo, por tener materializada la
idea Juche, doctrina revolucionaria de la época de la
independencia, es el mejor socialismo centrado en las masas
populares, que ampara con firmeza tanto las exigencias de la
clase obrera y otros sectores, como los derechos independientes
de la nación y la aspiración de los pueblos del mundo a la
soberanía.
El socialismo es una obra para las masas populares y
nunca se puede divorciar de sus intereses. Para preservarlo es
preciso proteger con firmeza sus intereses, y para defender
éstos, hay que ser fiel a él. La aspiración y las exigencias de las
masas populares son el parámetro que mide la veracidad de
todos los fenómenos sociales, y la guía para la práctica
revolucionaria. También en lo adelante debemos prestarles una
atención primordial a sus intereses en el proceso revolucionario
y constructivo y atender todos los asuntos de acuerdo con ellos.
Debemos mantener con rigor el principio de realizarlos,
defendiendo firmemente los fundamentales y combinando éstos
con los inmediatos de un modo estrecho.
Para construir el socialismo centrado en las masas popu12
lares es indispensable asumir una actitud revolucionaria
encaminada a orientarlas a mantener su posición y a desempeñar
el papel que les corresponde como dueñas en el proceso
revolucionario y constructivo. Por muy importantes que se
consideren sus exigencias e intereses, si no se adopta una
postura correcta en la lucha por hacerlos realidad, es imposible
lograr el objetivo en la práctica.
Para que las masas populares defiendan su posición y
desempeñen su rol como dueñas en la revolución y la
construcción, es necesario que mantengan una actitud
protagónica, es decir, la independiente y la creadora, fundamentales
en estos procesos.
La postura independiente tiende a defender su posición
soberana como artífices de la revolución y construcción y de su
propio destino, y exige, fundamentalmente, que plasmen los
derechos como tales y cumplan con su responsabilidad. Esta
postura se expresa en ejercer los derechos independientes en
todas las esferas de la vida social. Para que se valgan de éstos,
deben resolver todos los problemas que se presentan en la
revolución y la construcción, con su propio juicio y decisión y
conforme a sus propias exigencias e intereses. Nadie les regala
los derechos independientes; las mismas masas populares
tienen que conseguirlos y defenderlos con su lucha, porque son
dueñas de sus propios destinos. Para defender esta posición y
sus derechos independientes y su dignidad, deben resolver los
problemas bajo su propia responsabilidad, sobre el principio de
apoyarse en sus propios esfuerzos.
La postura creadora tiende a guiarlas a cumplir su papel
como transformadoras de la naturaleza y la sociedad, como
forjadoras de su propio destino, y su exigencia fundamental es
que, confiando en su inagotable fuerza, lo resuelvan todo por el
método creador, ateniéndose a su capacidad creativa. El
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movimiento social es creativo e implica un proceso de lucha
entre lo nuevo y lo viejo. Las encargadas de la creación, que
vencen lo viejo y promueven lo nuevo, son las masas populares.
En virtud de su inagotable fuerza creadora avanza la historia y
la revolución. Con miras a impulsar con energía la revolución y
la construcción es necesario asumir una inconmovible actitud
de incrementar su capacidad y papel creador. Sus actividades
creadoras siempre se efectúan en condiciones concretas,
subjetivas y objetivas. Las ideas, sentimientos y la preparación
de las masas populares encargadas de la creación son diferentes
por países, y también lo son las condiciones socio-económicas
y materiales en que se desarrollan los quehaceres creativos. En
el proceso de la revolución y construcción siempre se debe
mantener la posición de resolver todos los problemas de
acuerdo con la situación concreta de cada país.
La experiencia práctica de nuestra revolución muestra
fehacientemente que si se mantiene con firmeza una posición
protagónica, es posible resolver con éxito cualquier asunto
difícil y complicado que se presente en la revolución y la
construcción.
Las circunstancias socio-históricas de nuestra revolución
nos exigieron imperiosamente solucionar todos los problemas a
tenor con nuestra propia convicción y conforme a la voluntad
del pueblo y a la realidad del país. Iniciamos la revolución en
una sociedad colonial y semifeudal atrasada y nos vimos
obligados a construir el socialismo en las peliagudas
condiciones creadas por la división del país en Norte y Sur y la
destrucción total por la guerra. No estaba dictada en ninguna
parte una receta apropiada para resolver esta situación. Máxime,
después de establecido el régimen socialista, era imposible
allanar el nuevo camino a seguir en la construcción con las
teorías existentes. Esto nos exigía resolver todas las cuestiones
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de la revolución y construcción con nuestro propio cerebro y
conforme a nuestra realidad.
Desde una posición protagónica, el gran Líder formuló y
sistematizó teorías originales sobre la revolución
antimperialista por la liberación nacional, sobre la democrática
antifeudal y sobre la socialista, así como perfeccionó en forma
nueva e integral la pertinente a la construcción del socialismo y
el comunismo. Aplicando la idea Juche él confeccionó las
teorías sobre la revolución y la construcción, centradas en las
masas del pueblo trabajador y trazó su estrategia y tácticas
basadas en el papel de éstas. Se trata de una perfecta doctrina
revolucionaria comunista que ha sistematizado en todos los
aspectos las concepciones sobre la liberación nacional, clasista
y humana y la transformación de la sociedad, la naturaleza y el
hombre. Como esta doctrina original ilumina el camino a
seguir, nuestro pueblo ha podido impulsar victoriosamente la
causa del socialismo, sin ninguna desviación.
La situación interna y externa de nuestra revolución era
muy compleja, lo cual exigió acuciosamente que el pueblo la
impulsara por sí mismo junto con la tarea constructiva,
poniendo en pleno juego el espíritu revolucionario de apoyarse
en su propia fuerza. Para una pequeña nación no es fácil llevar
a cabo con sus únicos esfuerzos la revolución y la construcción.
En el caso de nuestro país, construir el socialismo por su cuenta
resultó difícil sobremanera, porque se encaraba a los poderosos
enemigos imperialistas en una situación tensa y heredó de la
vieja sociedad y de la época anterior nada más que el atraso, la
miseria y una economía devastada. Sin embargo, el pueblo no
esperó la ayuda ajena para llevar a cabo la revolución y la
construcción. Con la firme convicción de que es dueño de su
propio destino y posee el poder para forjarlo, se unió
monolíticamente en torno al Partido y al Líder y, venciendo
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con sus esfuerzos todas las dificultades, allanó con éxito el
camino del socialismo.
Con la posición protagónica que mantiene consecuentemente
en el proceso revolucionario y constructivo, nuestro
Partido ha defendido de modo resuelto la dignidad de la nación
y los principios revolucionarios y ha venido cumpliendo sin
vacilación la causa del socialismo a despecho de tan compleja
situación. El complicado contexto actual exige mantener con
más firmeza la posición protagónica en la revolución y la
construcción. Esto es más perentorio que nunca para nosotros,
en vista de que los imperialistas y reaccionarios traman viles
conjuras antisocialistas y dirigen los dardos de su ataque hacia
los países que sostienen los principios revolucionarios. Bien
conscientes de que conservar la posición protagónica en la
revolución y la construcción es un asunto vital del que depende
el destino de la nación, debemos seguir materializando
consecuentemente el lineamiento y la política originales del
Partido y resolver todos los problemas concorde a la realidad
del país, acopiando la fuerza creadora del pueblo.
2
El peculiar socialismo a nuestro estilo, centrado en las
masas populares, establecido por éstas mismas con su propia
fuerza y conforme a la realidad del país, manifiesta su enorme
superioridad y vitalidad.
Este es el régimen social más ventajoso, que ofrece a las
masas populares una existencia independiente y creadora. El
deseo de nuestro pueblo, de disfrutarla plenamente, ya libre de
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toda clase de esclavitud y trabas, se verifica con brillantez en
todas las esferas de la vida política, económica e ideológicocultural.
La vida política tiene una importancia decisiva en las
actividades sociales. Las masas populares, sólo cuando
participan en ella como dueñas del Estado y de la sociedad,
pueden llevar una existencia independiente y creadora. Para
asistirle como propietarias de su destino, tienen que tomar el
poder en sus manos.
Hace ya mucho tiempo, el gran Líder presentó una línea
original para la construcción del Poder popular, basada en la
idea Juche, y orientó a nuestro pueblo a establecerlo según su
voluntad. Nuestro Poder popular, así implantado, es un genuino
poder del pueblo, asumido por la clase obrera y las otras
grandes masas trabajadoras, y que defiende con firmeza los
intereses de éstas.
En nuestro país, donde el pueblo es el dueño del poder,
todos los trabajadores, como miembros iguales de la sociedad,
con iguales derechos políticos, participan, en calidad de
protagonistas, en la administración del Estado y en todas las
labores para ejercer el poder y despliegan libremente las
actividades socio-políticas.
Nuestra sociedad socialista es una auténtica sociedad
democrática que le asegura al pueblo, efectivamente, genuinos
derechos y libertades políticos. Por principio, el socialismo no
puede separarse de la democracia. La única democracia
auténtica es la democracia socialista.
Mientras sigue en pie la lucha de clases, la democracia se
reviste de un carácter clasista y está vinculada con la dictadura.
La democracia socialista es para las masas populares, pero a la
vez es una dictadura contra los enemigos clasistas que la
detestan. Los imperialistas y los reaccionarios calumnian a la
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democracia socialista por el hecho de que ejerce la dictadura
contra los enemigos clasistas, con lo cual persiguen, en última
instancia, el objetivo de abrir la puerta a sus intrigas criminales
contra el socialismo. Dado que ellos recurren a actos
subversivos y de sabotaje contra la democracia socialista, es
lógico que se les apliquen sanciones a los enemigos clasistas
que violan la independencia de las masas populares. La
democracia burguesa que ellos tratan de imponer a otros es una
"democracia" antipopular, que sirve a una minoría de las clases
explotadoras, pero que ejerce una dictadura con las masas del
pueblo trabajador. En ningún caso puede ser auténtica, porque
reprime con crueldad la lucha de las amplias masas por las
libertades democráticas y los derechos a la existencia. Aunque
los imperialistas y los reaccionarios describen como una
supuesta "democracia" el parlamentarismo y el pluripartidismo
burgueses, son los grandes capitalistas monopolistas quienes
manipulan realmente la política detrás de la cortina de estos
"ismos". Los imperialistas y los reaccionarios, cuando les
parece que esos sistemas formales obstruyen el mantenimiento
de su dominación, los dejan de una noche a la mañana para
practicar abiertamente métodos fascistas. Pruebas elocuentes de
ello son los hechos históricos.
El carácter popular de la democracia socialista y el
antipopular de la democracia burguesa se expresan con nitidez
en el tópico de los derechos humanos. En nuestra sociedad
socialista, donde el hombre se considera como el ser más
precioso, se aseguran plenamente por la ley y no se tolera la
mínima práctica que los viole. Sería difícil encontrar en el orbe
un país como el nuestro, que tan estrictamente garantiza a las
personas todos los derechos, desde los de trabajo, alimentación,
vestido y vivienda, hasta los de estudio y asistencia médica. En
la actualidad, los imperialistas y los reaccionarios calumnian al
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socialismo adjudicándose el título de "defensores de los
derechos humanos", pero ellos son, de hecho, quienes los
violan. Ni siquiera tienen cara para hablar sobre los derechos
humanos porque aplican el terror político a los habitantes y
personalidades inocentes que reclaman la libertad y la
democracia, y atenían hasta a las más elementales libertades
democráticas y el derecho a la existencia de los trabajadores.
Los crueles actos de violación que se perpetran en el Sur de
Corea a instigación del imperialismo norteamericano,
demuestran fehacientemente cuan hipócritas y descaradas son
las palabras de los imperialistas en cuanto a la "defensa de los
derechos humanos".
La democracia socialista se asegura por la legalidad
socialista. Esta es de carácter democrático, radicalmente
opuesta a la burguesa, que permite gobernar al pueblo por la
fuerza. La sociedad socialista está organizada sobre la base del
colectivismo, y su alto grado de organización se garantiza por
las leyes socialistas. En virtud de esa legislación, y en el marco
de un perfecto orden social, se aseguran a los habitantes los
derechos democráticos y la libertad. A diferencia de la
sociedad capitalista, donde la ley sirve de medio de dominación
antipopular de la clase gobernante reaccionaria, nuestra ley
socialista es elaborada reflejando la voluntad de las masas del
pueblo trabajador y se ejecuta basándose en su alta conciencia.
A través de la legalidad socialista más popular, a nuestro
pueblo se le aseguran estrictamente los derechos democráticos
y la libertad que le corresponden como dueño del Estado y la
sociedad.
En el socialismo la democracia está vinculada con el
centralismo. Si, al margen de éste, las personas presentan cada
cual a su antojo diversas demandas, las masas populares no
pueden realizar correctamente su exigencia por la indepen19
dencia. Sintetizar las opiniones de las masas populares y
convertirlas en su voluntad, es precisamente la política
democrática. La verdadera democracia puede garantizarse sólo
a condición de que el Estado aplique la dirección centralista
bajo el liderazgo del partido de la clase obrera. Asegurar esta
condición constituye un requisito intrínseco de la sociedad
socialista, que es un ente social y político. En ésta, donde las
personas viven ayudándose y guiándose unas a otras, el Estado
se responsabiliza de su vida. Esta es una ventaja esencial de la
sociedad socialista sobre la capitalista, donde la existencia de
las personas transcurre por separado y de modo espontáneo, y
el Estado burgués no hace caso a que la gente muera de hambre.
En la sociedad socialista la función del Estado de atender con
responsabilidad la vida de todos sus miembros, se efectúa a
través de su dirección centralista.
La función de dirección centralizada que ejerce el Estado
socialista no es una mera función autoritaria. Por supuesto,
también el poder socialista que sirve al pueblo siendo éste su
dueño, cumple esta función en correspondencia con sus
características, pero no debe considerarla omnipotente. La
omnipotencia autoritaria es propia del poder de la clase
explotadora que realiza el dominio político sobre el pueblo. El
Poder socialista de nuestro país no es un simple órgano
autoritario, sino que sirve al pueblo trabajador, como
representante de su derecho a la independencia, como
organizador de sus capacidades y actividades creadoras, como
cabeza de familia encargado de su vida y como protector de sus
intereses. Si se debilita la función de dirección centralizada del
Estado socialista que procede de su misión y deber de servidor
del pueblo, él quedará incapaz de asegurar bajo su
responsabilidad la vida de éste, y más aún, se producirá un
estado anárquico en la sociedad, poniendo en peligro al
20
socialismo. El objetivo perseguido por los enemigos del pueblo
que, enmascarándose con la "democracia", se oponen a la
dirección centralizada del Estado socialista, es precisamente
eliminar al socialismo.
Debemos fortalecer sin interrupción el Poder popular y
elevar su función y papel, así como implantar, de modo más
estricto, un clima de observación de la legalidad socialista y de
vida democrática con vistas a dar un amplio margen a la
democracia socialista. A nuestros órganos del Poder popular
les compete cumplir en forma consecuente la política y
lineamientos del Partido y aplicar con acierto la línea
revolucionaria de masas, para llevar a feliz término la misión y
el deber que les corresponden como cabezas de familias
encargados de la vida de la población.
En la sociedad, las masas del pueblo participan en la vida
política, no solamente por conducto del poder, sino también a
través de los partidos y organizaciones. Para hacerse genuinas
dueñas de la política, les es preciso, además de serlas con
respecto al poder, tomar parte con actitud de protagonistas,
también en las actividades políticas de los partidos y las
organizaciones. La significación y el rol de estas tareas crecen
en el socialismo, lo cual se relaciona con que es una sociedad
donde el líder, el partido y las masas integran un solo ente
socio-político. Aquí las personas pueden disfrutar de una
inapreciable vitalidad socio-política, manteniendo inseparables
lazos con el líder, sólo cuando se incorporan a las
organizaciones del partido de la clase obrera y a otras políticas,
que éste dirige, y asisten a sus actividades específicas. Nuestros
trabajadores proceden así de modo consciente, considerando
que ello les proporciona una existencia de alto valor.
El principio de la vida en las^ organizaciones del partido y
de los trabajadores, es el centralismo democrático. En la vida
21
político-organizativa no pueden existir superiores e inferiores,
todos ejercen iguales derechos y cumplen iguales tareas. Las
opiniones democráticas que los militantes del partido y los
trabajadores plantean a través de sus respectivas organizaciones,
se reflejan en la política del partido y el Estado y gracias a sus
iniciativas creadoras se realiza de modo consecuente dicha
política.
Las organizaciones del partido y las de los trabajadores,
son escuelas que educan y forjan a sus miembros. Por medio de
las actividades políticas y organizativas, estos asimilan la idea
revolucionaria del líder como alimento político, y se fraguan
bajo la ayuda de sws entidades y cámara das. El que en nuestro
país la totalidad de los militantes del Partido y los trabajadores,
armados firmemente con la doctrina Juche y unidos
estrechamente en torno al Partido y el Líder, gozan de una
valiosa vida socio-política, no se puede imaginar jamás al
margen de las actividades político-organizativas
revolucionarias.
Los imperialistas y otros reaccionarios se oponen a esa
labor política en las entidades del partido de la clase obrera y
en otras dirigidas por éste, calumniándola como si fuera una
"restricción" de la libertad, porque ahí está una fuente
importante del poderío político e ideológico del socialismo. Si
en esta sociedad, las personas descuidan su vida política en
estas organizaciones, serán impotentes para hacerla lucir,
llegando a mancharla y a caer en errores e incluso a dejarse
engañar y ser utilizadas por los contrarrevolucionarios.
Participando en la vida político-organizativa revolucionaria, las
personas pueden intervenir en calidad de dueñas, en la
ejecución de la política del partido y el Estado y disfrutar de
una existencia de alto valor. Nuestro deber es consolidar y
desarrollar el ordenado sistema de vida político-organizativa y
22
promover altamente entre los militares del partido y los
trabajadores, un ambiente de participar de modo consciente en
ésa, de suerte que todos los hombres la hagan lucir más.
El aspecto económico constituye la base de las actividades
sociales. El vivir independiente y creador de las personas se
asegura por una libre y abundante existencia económica.
Las masas populares son dueñas de su destino, por tanto,
deben serlo también de la vida económica, cuestión que se
determina por el régimen económico de la sociedad dada, en
particular, por el de propiedad. También en la vieja sociedad
explotadora, las masas populares crean bienes sociales, pero no
pueden ser sus dueñas, lo cual se debe a que los medios de
producción son arrebatados por la minoría de la clase
explotadora. La aspiración de las masas populares a una nueva
sociedad, exenta de explotación y opresión, se centra en
constituirse, ante todo, en propietarias de los medios de
producción. En nuestro país, este anhelo se realizó con éxito a
través de la revolución democrática y la socialista. Aquí existe
sólo la propiedad social sobre los medios de producción, y
sobre esa base, las masas populares se han convertido en
auténticas dueñas de la vida económica y disfrutan de una
existencia independiente y creadora.
Si bien los imperialistas y los reaccionarios vociferan
acerca de las "ventajas" de la propiedad privada y tratan de
obligar a los países socialistas a renunciar a la tenencia social y
restablecer la particular, ya hace tiempo que la historia
comprobó su carácter reaccionario. Esas "ventajas" suponen
una ilimitada emulación inspirada en la "ley de la selva" para
apoderarse de mayores riquezas. Este reto basado en la
propiedad privada engendra inevitablemente explotación y
opresión y convierte a los trabajadores en esclavos del capital.
Sólo en la sociedad socialista, sustentada en la propiedad social,
23
las masas populares, siendo como sus dueñas auténticas,
pueden gozar de una vida independiente y creadora. Nuestro
pueblo experimentó a través de su vida que sólo la propiedad
social puede asegurarle una existencia abundante y culta, por
eso la aprecia mucho y lucha con abnegación por fortalecerla y
desarrollarla. Consolidarla es un requisito legítimo para el
avance de la sociedad socialista. Debemos cumplir con éxito la
histórica tarea de establecer la única propiedad de todo el
pueblo, con el método de acercar la cooperativizada a ésta,
elevando sin descanso su papel directivo.
La economía socialista, en la que las masas populares son
dueñas de los medios de producción, ha de ser administrada
también por ellas. Con el establecimiento del sistema de trabajo
Dean, el gran Líder logró implantar una muy eficiente fórmula
que permite a las masas populares gestionar esa economía. El
sistema de trabajo Dean es una forma comunista de
administración económica, perfectamente científica, y que
materializa la línea revolucionaria de masas, que se le garantiza,
excelentemente, por la dirección colectiva del comité del
Partido, la cual posibilita acopiar sin reservas la inteligencia
conjunta de todos, poniendo fin al subjetivismo y a la
arbitrariedad personal en la administración de la economía y
movilizarlos enérgicamente, por un método político, para el
cumplimiento de las tareas económicas. Esta dirección que
nuestro Partido preconiza para el trabajo económico, es política,
una orientación basada en la política, y rechaza la suplantación
de la administración y el método administrativo. De acuerdo
con las resoluciones del comité del Partido, sus trabajadores
realizan una labor con las personas, una gestión política, y los
funcionarios administrativos y técnicos efectúan los trabajos
correspondientes. Gracias a la dirección colectiva del comité
partidista, todas las labores económicas se ejecutan conforme a
24
las exigencias de la política del Partido, se reflejan
correctamente las opiniones de las masas en la administración
de la economía y se eleva de forma sensible la responsabilidad
de los funcionarios y el entusiasmo consciente de los
trabajadores en el cumplimiento de dichas tareas. Las ventajas
y la vitalidad del sistema de trabajo Dean se han comprobado
con claridad en la práctica. Debemos seguir aplicándolo
consecuentemente para desarrollar sin interrupción y a alta
velocidad la economía socialista, basándonos en las inagotables
fuerzas creadoras de las masas populares, para asegurar a
nuestro pueblo una vida material y espiritual, más abundante y
culta.
La actividad laboral creativa ocupa un lugar importante en
la esfera económica. A través del trabajo, el hombre crea los
bienes que necesita para su existencia material y cultural y en
este proceso se forja como un ser más fuerte. El derecho al
trabajo es uno de los principales que debe poseer como dueño
de la sociedad, y el grado de su aseguramiento constituye uno
de los importantes factores que determinan el carácter
progresista del régimen social.
En nuestra sociedad socialista se asegura de modo cabal a
los trabajadores ese derecho laboral. El Estado les facilita
puestos de trabajo seguros, según sus capacidades y vocaciones.
Nuestro pueblo ya ha olvidado la palabra desempleo. Esto es
un fenómeno que puede presenciarse solamente en nuestro
socialismo, donde se considera al hombre como el ser más
preciado. En el capitalismo, donde se le considera objeto de
explotación y productor de plusvalía, los trabajadores no
pueden asegurarse de oficios seguros. Los capitalistas utilizan
el desempleo como la palanca para elevar la intensidad del
trabajo y explotar la mano de obra con los menos gastos
posibles. Allí, en las calles pululan los desempleados y
25
semiempleados, mientras los que tienen trabajo viven con
permanente temor a ser despedidos.
Para hacer de la actividad laboral creativa una vida digna,
es preciso liberar a los trabajadores de las faenas duras y
difíciles y ofrecerles condiciones laborales humanas e higiénicas.
Con el desarrollo de las fuerzas productivas de la
sociedad, crecen las posibilidades de tornar óptimas estas
condiciones. Sin embargo, cómo se aprovechan esas posibilidades,
depende mucho del carácter del régimen social.
Nuestro Partido presentó la revolución técnica, llamada a
liberar a los trabajadores de difíciles tareas, como una de las
misiones de la revolución a impulsarse de continuo después de
la instauración del régimen socialista, y está haciendo tesoneros
esfuerzos para su realización. Bajo la sabia dirección del
Partido y del Líder, en nuestro país se cumple de modo exitoso
la histórica tarea de liberar hasta de las duras faenas a los
trabajadores, ya emancipados de la explotación y la opresión.
Debemos consolidar de modo incesante nuestro más avanzado
régimen de trabajo socialista y acelerar con energía la
revolución técnica para eliminar por completo las tareas duras
y difíciles y hacer más digna la actividad laboral creativa de
nuestro pueblo.
Asegurar al pueblo un equitativo y abundante bienestar
material constituye una de las importantes exigencias de la vida
económica socialista. Este objetivo puede alcanzarse sólo con
medidas populares del partido de la clase obrera y del Estado
socialista.
En virtud de la política popular del Partido y del Gobierno
de la República, nuestro pueblo disfruta por igual de una
realidad dichosa, siendo el Estado y la sociedad los que le
aseguran de modo efectivo todas las condiciones necesarias
para alimentarse, vestirse y alojarse. Entre otras, el Estado le
26
suministra a un precio tan bajo, como casi gratuito, los víveres
y le concede los beneficios de la educación y la asistencia
médica gratuitas; y no sólo esto, al abolirse por completo el
sistema tributario, los habitantes ya se han olvidado de la
palabra impuestos. Aquí, el Estado se encarga de atender a los
ancianos, inválidos y niños que no tienen protectores. En
cuanto a los exmilitares que resultaron heridos al luchar con
abnegación por la noble causa en aras de la Patria y el pueblo,
y otras personas con méritos, se les dan tratos privilegiados a
escala social y de sus condiciones vitales se ocupan con
diligencia el Partido y el Estado. Estos conceden otros muchos
beneficios de que hoy está disfrutando nuestro pueblo. La
política popular que ellos aplican muestra de modo
concentrado la superioridad de nuestro régimen socialista
centrado en las masas populares.
La "política de bienestar" que se aplica en los países
capitalistas difiere radicalmente de la popular de la sociedad
socialista. Esa tiende a encubrir las contradicciones clasistas de
la sociedad capitalista y a neutralizar la oposición de las masas
trabajadoras. Aunque se aplique, no será más que un rótulo,
incapaz de mejorar la situación vital de los trabajadores.
Teniendo en cuenta el carácter transitorio de nuestra
sociedad socialista, aquí se rige la distribución socialista
basada en el volumen y la calidad del trabajo cumplido y se
aprovechan los precios y otras palancas económicas, pero
también en este caso se fijan los salarios y los precios según el
principio de mejorar de modo sistemático e igualitario la vida
de la población; las diferencias salariales son pequeñas y se
orienta a disminuirlas de continuo. Y en el caso de los precios
de las mercancías se establecen bajos para las de consumo
masivo y aún más asequibles los de los artículos imprescindibles
para los niños y los estudiantes.
27
El que bajo la sabia dirección del Partido y el Líder y sus
solícitas atenciones, todos los miembros de la sociedad,
ayudándose y guiándose recíprocamente, lleven por igual una
vida holgada y dichosa, sin tener que preocuparse por la
comida, la ropa y la vivienda, constituye la constancia de la
existencia material socialista de nuestro pueblo. No sólo
seguiremos aplicando la más avanzada política popular en
virtud de la cual el Partido y el Estado se encargan de atender
la vida material del pueblo, sino que iremos ampliándola y
completándola en la medida del avance de la edificación
socialista.
La garantía material de la vida económica del pueblo se
prepara por el desarrollo de las fuerzas productivas del país, a
las que el régimen socialista les abre un ancho camino de
progreso. La economía socialista que sirve al pueblo, no es de
mercado, sino planificada, ni se subordina, sino se autosostiene.
La de mercado, que persigue sólo la ganancia, o la dependiente,
destinada a llenar sólo los bolsillos de los monopolistas
foráneos, contravienen radicalmente a los intereses de las
masas populares, y en cuanto al ritmo de desarrollo, no pueden
estar a la altura de la economía socialista que progresa de
manera planificada e independiente. Los imperialistas y sus
portavoces hablan como si la "prosperidad material" en los
países capitalistas adelantados se debiera a la "superioridad" de
su sistema económico, pero esto no pasa de ser un sofisma por
el que nadie se deja engañar. Si esos países emprendieron ya
hace mucho tiempo el camino del desarrollo capitalista, las
naciones socialistas fueron otrora económicamente atrasadas o
colonias o semicolonias. Ellos alcanzaron la "prosperidad
material" mediante la cruel explotación de los trabajadores y el
saqueo colonialista a los del Tercer Mundo, pero éstas no
podían proceder así. Los imperialistas pueden convertir en sus
28
colonias a algunos países atrasados y fabricar expresamente en
éstos la "prosperidad material" para utilizarlos en el
enfrentamiento con los socialistas, pero tal economía subordinada,
por mucho que se desarrolle, no puede proporcionarle a
las masas trabajadoras un genuino bienestar. Únicamente la
economía socialista que, por cada país o nación, progresa en
forma planificada y apoyándose en una base independiente,
puede traerles verdadera prosperidad y felicidad. Con tal que se
edifique una potente economía nacional independiente, que se
desarrolle por vía planificada, será posible asegurar la
soberanía política, echar los firmes fundamentos técnicomateriales
del socialismo y mejorar el bienestar real del pueblo,
lo que sería la plena manifestación de la superioridad del
régimen socialista.
Mantener con firmeza el principio de construcción de la
economía socialista adquiere mayor importancia en las
condiciones en que los imperialistas, utilizando como cebo la
"colaboración económica" y la "ayuda", imponen a otros países
la de mercado capitalista y maniobran con maña para lograr su
penetración económica. Bajo la dirección del Partido, nuestro
pueblo, dando amplio margen a la superioridad de la socialista
planificada, ha edificado una potente economía nacional
independiente, lo que le permite impulsar con fuerza la
construcción socialista, sin dejarse influir por ningún bloqueo
económico imperialista, ni ninguna fluctuación económica
mundial. Nuestra tarea es llevar la construcción de la economía
socialista a un continuo auge, verificando constante y
cabalmente la orientación del Partido de unificar y
pormenorizar el plan y su línea de edificación de la economía
nacional autosostenida, para así aumentar el poderío del país y
fomentar sin cesar el bienestar material del pueblo. Iremos
desarrollando por todos los medios y sobre la base de los
29
principios de igualdad y de beneficio mutuo el intercambio y la
colaboración económicos con todas las naciones que nos tratan
con amistad, pero rechazaremos de modo categórico la
penetración económica imperialista.
Las actividades ideo-culturales forman parte importante de
la vida social. A través de ellas las personas se forman en la
conciencia de independencia y la facultad creadora, realizan
sus diversas necesidades estético-culturales y adquieren nobles
cualidades espirituales y morales.
La característica relevante del quehacer ideo-cultural en la
sociedad socialista consiste en que las masas populares no sólo
son las creadoras de los bienes espirituales sino que se
benefician de ellos, llegando a disfrutar de una elevada
existencia en esta esfera. Como esta sociedad es donde las
masas populares ocupan la posición de dueñas, el partido y el
Estado de la clase obrera deben encargarse de asegurarles las
condiciones para desarrollar sanas y fecundas actividades ideoculturales.
Y así sucede en nuestro país. El régimen social que
hace posible esto es el más avanzado, que se conforma con la
exigencia y aspiración de las masas populares, y el que nuestra
sociedad socialista se rige por tal régimen redunda en una de
sus características principales.
Las actividades ideológicas, lo mismo que las políticas,
forman una parte muy importante de la vida social de las
personas. Las cualidades del hombre se definen por su
conciencia ideológica, que tiene un peso decisivo en todas sus
actuaciones. En el fondo de la confrontación entre el progreso y
la reacción, entre la revolución y la constrarrevolución, se halla
siempre el enfrentamiento ideológico.
La vida ideológica en la sociedad socialista se basa en la
ideología revolucionaria de la clase obrera, y la que desarrolla
nuestro pueblo tiene como fundamento la idea Juche, la
30
perfección de aquella ideología. En cualquier sociedad esta
vida reviste un carácter clasista. La conciencia ideológica
refleja los intereses clasistas y las exigencias de las personas.
En la historia no hubo una clase que no exigiera la predominación
de su ideología en la sociedad. En la capitalista, los
imperialistas y los monopolistas imponen a la comunidad sus
corrompidas ideas burguesas reaccionarias. Sin embargo, por
estar dividida en clases y capas con intereses opuestos, ella no
se puede regir por una sola ideología y, como consecuencia, es
inevitable que surjan diferentes concepciones y corrientes
ideológicas. Los imperialistas y sus portavoces vociferan de
que ese fenómeno es la "libertad" de la ideología en la sociedad
capitalista. En ésta, donde el poder del capital lo gobierna todo,
no puede existir una auténtica libertad en la ideología. Los
capitalistas monopolistas, apoderándose por la fuerza del
dinero de casi todos los medios de propaganda, entre otros la
prensa, la radio y la televisión, imponen sus ideas reaccionarias
y no vacilan en reprimir abiertamente aquellas concepciones
que consideran peligrosas para ellos. Esta es la "libertad" en la
ideología de que hablan ruidosamente los imperialistas y sus
representantes.
Los imperialistas norteamericanos y sus lacayos impiden
por la fuerza de las bayonetas la difusión de la idea Juche entre
la población surcoreana, y se atreven a hablar de que nosotros
no tenemos esa libertad ideológica. Desde el principio, ninguna
idea se elimina por un método coercitivo. En Corea del Sur,
pese a la brutal represión de los ocupantes norteamericanos y
sus esbirros, van engrosándose cada vez más las filas de los
partidarios de la idea Juche. Suprimir ideas constituye un acto
propio de quien no teniendo otra más ventajosa trata de
imponer la antipopular. Nuestro pueblo acepta voluntariamente
como su exigencia vital, como su convicción, la idea Juche, la
31
más avanzada idea humanocéntrica.
Por su naturaleza, la sociedad socialista requiere el
predominio unitario de la ideología revolucionaria de la clase
obrera. En ésta, donde se han eliminado la base socioeconómica
de ideas trasnochadas y el antagonismo entre las
clases, es legítimo que predomine una sola ideología. Desde
luego, no es fácil alcanzar este objetivo en las condiciones en
que aún superviven los remanentes de las ideas caducas y
continúa la penetración ideológica y cultural imperialista. La
conciencia del hombre se deja influenciar por las condiciones
socio-económicas, pero no se transforma por sí sola con el
establecimiento de un nuevo régimen socio-económico. En la
conciencia ideológica no puede haber el vacío; el hombre se
deja influenciar por la ideología revolucionaria de la clase
obrera o por la burguesa, no hay otra alternativa. De modo
particular, en las condiciones en que los imperialistas y otros
reaccionarios se obstinan en la penetración ideológica y
cultural en los países socialistas, si se debilita en lo más
mínimo la formación ideológica, puede entrar en ellos el viento
de la libertad burguesa. Anteponer la penetración ideológica a
la agresión abierta constituye el método convencional de los
imperialistas. Hay que aplastar de cuajo sus intrigas,
encaminadas a descomponer desde el interior a las naciones
socialistas en el plano ideológico por medio de la penetración
de los aires de la libertad burguesa.
A fin de eliminar los remanentes de las viejas ideas que
subsisten en la sociedad socialista e impedir la penetración de
todo tipo de ideas perversas desde el exterior, es preciso
impulsar con fuerza la revolución ideológica y formar a los
hombres como revolucionarios, comunistas, armados con la
idea Juche. La revolución ideológica, llamada a transformar la
conciencia ideológica de las personas, representa una exigencia
32
legítima de la construcción del socialismo y el comunismo y
deviene la más importante tarea revolucionaria a que se
enfrenta el partido de la clase obrera después de instaurado el
régimen socialista. Si se logra con ella liberar a los miembros
de la sociedad de las trabas de toda clase de conceptos
anacrónicos y formarlos como firmes revolucionarios,
comunistas, dotados con la idea Juche, será posible reforzar el
sujeto de la revolución y llevar a feliz término la causa del
socialismo y el comunismo. Nuestro Partido, dirigiendo la
atención primordial a la revolución ideológica, intensificó la
educación de los militantes y demás trabajadores en los
principios de la idea Juche, en la política del Partido, en la
fidelidad, en las tradiciones revolucionarias, en el espíritu
clasista, en el colectivismo, en el patriotismo socialista, y en
otros diversos aspectos, y así los pertrecha con su ideología
revolucionaria, la doctrina Juche, y realiza con éxito la
unificación ideológica de toda la sociedad. Entre nuestros
trabajadores se exhibe en sumo grado el espíritu revolucionario
de abnegarse en bien del Partido y el pueblo, de la sociedad y
el colectivo. Este es el verdadero aspecto de la vida ideológica
de nuestro pueblo, y en este ámbito revolucionario que
envuelve toda la sociedad radica la sólida garantía de la
victoria de la revolución. Anteponer la revolución ideológica a
la técnica y la cultural es la orientación invariable de nuestro
Partido en el cumplimiento de estas tres revoluciones. También
en el futuro, ateniéndonos estrictamente a este principio,
mantendremos el sistema, el contenido y el método de la
educación ideológica actual y la profundizaremos a tenor con
las exigencias de la realidad en desarrollo, para así formar
cabalmente a nuestros connacionales como revolucionarios,
comunistas, identificados con la idea Juche.
En lo que se refiere a la tarea de asegurarles a los hombres
33
una existencia independiente y creadora, es importante
satisfacer sus necesidades culturales. Nuestro sistema de
actividades culturales socialistas es el mejor, ya que permite
cubrirlas demandas de las personas en ese sentido. En nuestra
sociedad socialista los trabajadores se preparan como competentes
seres con facultad y capacidad creadoras. El nuestro es
un "país de estudio", un "país de enseñanza", donde toda la
población se supera. Aquí se realiza con éxito la
intelectualización de toda la sociedad: se imparte la enseñanza
obligatoria general de 11 grados y se fomenta la superior, en
virtud de lo cual los miembros de la nueva generación se
forman como excelentes cuadros nacionales, encargados de la
construcción del socialismo, en tanto que, por otra parte,
gracias a un ordenado sistema de educación que compagina el
estudio con el trabajo, los trabajadores van adquiriendo más
capacidad creadora. El establecimiento en todo el Partido y en
toda la sociedad de ese organizado método para el estudio y la
creación de las condiciones necesarias, hacen factible que todos
los cuadros y trabajadores se superen sin cesar en el plano
político y profesional.
Hemos creado una cultura nacional socialista para que el
pueblo disfrute libremente de diversas actividades culturales y
estéticas. Se ha desarrollado y florecido una cultura revolucionaria
y popular, nacional en la forma y socialista en el
contenido, gracias a lo cual Corea ha cobrado fama como un
país de cultura y artes espléndidas.
En nuestra sociedad socialista se han implantado los rasgos
de la moral comunista inherentes al ser independiente, y el
pueblo, estimulado por la camaradería, el sentido de obligación
y la conciencia revolucionaria, vive en armonía, guiándose y
ayudándose unos a otros.
La vida cultural, sana y diversa de que goza nuestro pueblo
34
es de lo más valioso y digno. Para hacerla más fructífera y
elevar sin cesar el nivel cultural de la sociedad, debemos seguir
impulsando con fuerza la revolución cultural.
3
El socialismo de nuestro país es invencible, porque se
sustenta en la monolítica unidad volitiva entre el Líder, el
Partido y las masas.
El sujeto que impulsa la sociedad socialista son las masas
populares, pero sólo cuando se aglutinan con firmeza como un
solo hombre alrededor del partido y el líder, pueden
desempeñar a plenitud su rol como sujeto independiente de la
revolución y cumplir con éxito la construcción socialista.
Como la sociedad socialista está organizada sobre la base
del colectivismo, no puede abrir su camino por espontaneidad.
Sólo cuando es orientada por una correcta ideología y
estrategia y por tácticas científicas y se elevan la conciencia
política y el grado de organización de las masas populares
trabajadoras, puede exhibir plenamente su superioridad, y
fortalecerse y desarrollarse sin cesar. La tarea de presentarles
una correcta ideología rectora, estrategia y tácticas científicas y
de concientizarlas y organizarías la cumplen el destacado líder
y el partido de la clase obrera.
El líder es el centro de la unidad y cohesión, que
concientiza y organiza a las masas populares en una fuerza
política, y el de la dirección que orienta por el camino de la
victoria su lucha revolucionaria con teorías, estrategias y
tácticas científicas. El líder es el gran dirigente de la revolución,
35
que con su perspicacia extraordinaria, su destacada capacidad
directiva y nobles virtudes, defiende con firmeza los intereses y
la exigencia de las masas populares por la independencia y
conduce con acierto la lucha por realizarlos.
En el pasado nuestro pueblo, en medio de la desgracia
nacional, sufría toda clase de vicisitudes sin encontrar el
camino a seguir, y esperaba con anciedad la aparición de un
destacado dirigente. Este deseo se hizo realidad de modo
espléndido al ver en el camarada Kim II Sung a su gran Líder.
El pueblo, al recibir su dirección por primera vez en su historia
de varios milenios, puso fin a sus largos anales de martirio y
acogió la nueva era de la revolución, siguiendo victoriosamente
la trayectoria del socialismo. La construcción del excelente
socialismo de nuestro estilo, centrado en las masas populares,
es un brillante fruto de las dinámicas e incansables actividades
y la sabia dirección del gran Líder, quien ama infinitamente al
pueblo y consagra toda la vida a su bienestar.
La ideología, las teorías y la política que él ha presentado
son, sin excepción, la síntesis de la voluntad y las exigencias de
las masas populares. El sentenció que éstas son maestras.
Descubrió la verdad del Juche no en el gabinete, sino entre las
masas populares, formuló el principio del Juche reflejando su
aspiración, y mediante el análisis de sus experiencias de
combate por la independencia, completó en todos los aspectos
la doctrina Juche. Se compenetró con las masas populares,
conoció su voluntad y sus demandas, y reflejándolas
confeccionó las nuevas líneas y políticas. También fue el Líder
quien creó el método de cultivo adecuado al país, sobre la base
de resumir las experiencias de los campesinos con quienes
habló durante su recorrido por innumerables aldeas. Igualmente,
el famoso espíritu y método Chongsanri, ideología y método de
carácter comunista para la dirección de las masas, fue
36
presentado por él tras sintetizar el deseo y la voluntad de los
campesinos de la comuna Chongsan, para lo cual se
compenetró con ellos, durmiendo y comiendo juntos. Los
centenares de millones de kilómetros de los recorridos de
orientación realizados por el Líder, son precisamente la
inmortal trayectoria de nuestra revolución, que condujo de auge
en auge, al trazar líneas y políticas que reflejaban el deseo y la
voluntad de las masas populares y movilizarlas para su
materialización. El método de dirección del Juche, método de
trabajo al estilo del Líder, que éste creara con su excelente
ejemplo práctico, se ha hecho una fórmula de labor tradicional
de nuestro Partido.
La unidad de voluntad entre el Líder, el Partido y las
masas, que representa la imperecedera vitalidad del socialismo
de nuestro país, tiene su origen en el infinito amor del gran
Líder hacia el pueblo. Como, llevado por este afecto, satisface
plenamente el deseo del pueblo, éste le profesa un profundo
respeto, lo admira llamándolo padre, y le manifiesta en sumo
grado su fidelidad y lealtad filial.
La dirección del Líder se efectúa a través del Partido de la
clase obrera. Este es la vanguardia organizada por los
elementos progresistas de las masas populares trabajadoras, y
el Estado Mayor de la revolución que conduce su lucha por la
independencia.
El partido de la clase obrera es la única fuerza orientadora
en la sociedad socialista. Desde esta altura, su posición y papel
no pueden sustituirse por los de ninguna otra agrupación
política. Por sus características, ni los órganos del Poder que
ejercen la función autoritaria y las organizaciones de
trabajadores, entidades políticas de masas que abarcan a ciertos
sectores sociales, pueden reemplazarlo, al contrario, tienen que
recibir su dirección. Fuera de él ni otros partidos políticos son
37
capaces de constituir la fuerza orientadora en la sociedad
socialista. En ésta, siendo como es una sociedad de transición,
donde quedan diferencias de diversa índole, incluso las
clasistas, pueden existir, junto con el partido de la clase obrera,
otros, pero como representan a determinadas fuerzas políticas y
sectores no pueden sustituir de modo alguno la posición y
papel de aquél. Ceder a otro partido que no sea el de la clase
obrera la hegemonía rectora sobre la sociedad socialista en que
se materializan las exigencias de esta clase, significa en
definitiva renunciara! socialismo. Aquí estas entidades deben
ser organizaciones políticas que en vez de competir con el
partido de la clase obrera por el poder, mantengan con él
amistosas relaciones de cooperación bajo la condición de
asegurar la dirección de éste sobre toda la comunidad. Esta es
una exigencia intrínseca de la sociedad socialista en que se van
realizando las demandas independientes no sólo de los obreros,
clase rectora, sino también de amplios sectores de las masas
populares, incluyendo los campesinos y los trabajadores
intelectuales. Si ignorándose esta exigencia se debilitan o se
castran la posición y papel directivos del partido de la clase
obrera, la consecuencia será que las masas populares se
conviertan en multitudes desorganizadas y fragmentadas,
privadas de su centro orientador y, en cambio, los
contrarrevolucionarios, manejando el sentimiento popular,
acaparen el poder. Asegurar o no la dirección del partido de la
clase obrera en la sociedad socialista, es la cuestión
fundamental que determina el destino del socialismo.
Considerando sólo al Partido del Trabajo de Corea, el de la
clase obrera, su única fuerza orientadora, nuestro pueblo le
deposita enteramente su destino y sigue con lealtad su
dirección.
La superioridad y solidez del socialismo dependen del
38
carácter revolucionario y papel rector del partido de la clase
obrera, fuerza orientadora en la sociedad socialista.
Nuestro Partido tiene en la idea Juche, centrada en las
masas populares, su ideología directriz y su meta de lucha es
culminar la causa de las masas populares por la independencia.
Aquí está la característica fundamental del nuestro que, siendo
un partido revolucionario, sirve a las masas populares.
Conforme a las exigencias innatas que tiene como tal
partido, el nuestro se constituyó como una organización masiva
incorporando en sus filas a los elementos progresistas de entre
obreros, campesinos y trabajadores intelectuales y se fortaleció
y desarrolló como un partido revolucionario con profundas
raíces en las masas.
Siendo infinitamente fiel a las masas populares, siempre
que elabora alguna política, penetra en ellas para saber y
reflejar sus opiniones y demandas. Toda su política, por
definirse de esta manera, se convierte en la de las mismas
masas populares y se materializa de modo cabal en la vida
práctica. En el futuro también, considerando la protección de
los intereses del pueblo como el principio supremo de las
actividades del Partido, procuraremos que éste actúe en total
correspondencia con los criterios y exigencias de las masas
populares.
Para cumplir de manera correcta la misión de servir al
pueblo que tiene el partido de la clase obrera, éste debe
consolidarse ininterrumpidamente. Aunque asuma esa misión,
no podrá desempeñarla de modo pleno si no está constituido
con solidez.
La fuente del poderío del partido revolucionario de la clase
obrera radica en su unidad y cohesión, basadas en una sola
ideología. Nuestro Partido, que consideró el establecimiento
del sistema de la ideología única como la línea básica de su
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construcción, la materializó con firmeza, gracias a lo cual logró
implantar entre todos sus militantes el sistema de ideología y
de dirección del Líder, consolidar con mayor firmeza su unidad
y cohesión y, sobre esta base, impulsar con dinamismo la
revolución y la construcción.
Asegurar la continuidad en la construcción del partido de
la clase obrera viene a ser la garantía de su invencibilidad.
Esto constituye una demanda legítima del desarrollo del
movimiento comunista y del partido mismo. En vista de que la
causa revolucionaria de la clase obrera se realiza por largo
tiempo, generación tras generación, y en el curso del avance
del movimiento comunista se producen sucesivos relevos de
generaciones, es indispensable que también la constitución de,
su partido se lleve adelante por el mismo proceso. Asegurarla
continuidad en esta tarea se reduce, a fin de cuentas, al
problema de hacerlo con la dirección partidista. Esta cuestión
relativa a llevar adelante, de generación en generación, la causa
del líder, promotor de la revolución, se ha resuelto con
brillantez en nuestro país. Para garantizar la continuidad en la
construcción del partido de la clase obrera es preciso defender
y preservar sus tradiciones revolucionarias y mantener con
rigor su principio. El socialismo no cesa de avanzar, y en este
curso, surgen un sinfín de nuevos problemas a resolver. Sin
embargo, en toda su trayectoria, desde su inicio hasta su
culminación, el socialismo progresa heredando, desarrollando y
enriqueciendo las hazañas y las experiencias acumuladas en sus
etapas anteriores. En el proceso de vencer severas pruebas bajo
la guía del partido y el líder se establecen inapreciables
tradiciones que deben tomarse como raíces inmarcesibles para
la revolución y la construcción, y se preparan los principios
que han de mantenerse invariablemente. Nuestro Partido ha
resuelto con acierto la cuestión de la continuidad en la
40
dirección, defendido y preservado de manera consecuente las
gloriosas tradiciones revolucionarias creadas en el fragor de la
Lucha Revolucionaria Antijaponesa, y mantiene
invariablemente una política y una línea revolucionaria
apropiada a la realidad del país y así lleva adelante la causa
revolucionaria del Juche por el camino de la victoria. El
espíritu de organización y disciplina revolucionarios constituye
la vida del partido de la clase obrera y la fuente de su fuerza. Si
esta organización se convierte en una colectividad informe, no
puede manifestar su poderío, ya que su misión es conducir la
lucha revolucionaria y el trabajo de construcción, venciendo
toda clase de pruebas y contratiempos en la aguda lucha de
clases. Mediante la aplicación del principio del centralismo
democrático y el establecimiento consecuente del ambiente
revolucionario de vida partidista entre sus militantes, sobre la
base de normas unitarias al respecto, nuestro Partido se ha
fortalecido y desarrollado como un invencible partido
combativo con tan fuerte espíritu de organización y disciplina,
que toda su militancia actúa como un solo hombre bajo la guía
unitaria del Líder.
El partido de la clase obrera debe tomar por tarea principal
trabajar con las personas. Como quiera que éstas son el sujeto
que impulsa la revolución y la construcción, es lógico que el
partido de la clase obrera resuelva todos los asuntos que se
presentan en su construcción y sus actividades mediante el
trabajo político-organizativo con éstas. Cumplir o no con su
misión depende de cómo realiza la labor con las personas.
Nuestro Partido logró convertir con seguridad su trabajo en
labor con las personas, es decir, con los cuadros, con los
militantes y con las masas, e implantar ordenados sistemas de
las tareas de los cuadros y de las masas y de dirección de la
vida partidista. De esta manera, pudo consolidarse en lo
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organizativo e ideológico a sí mismo y a las filas de la
revolución, fortalecer de modo extraordinario su sujeto y sobre
esa base, impulsar con éxito la revolución y la edificación.
Nos compete seguir materializando a carta cabal la teoría
de la construcción del partido, originada en la idea Juche, para
fortalecer y desarrollar al nuestro, como una organización
política combativa, unida y cohesionada sobre el asiento del
sistema de ideología única y de fuerte carácter organizativo y
disciplinario; como un probado Estado Mayor político que,
mediante la labor con la gente, ejerce con seguridad su
dirección política sobre la sociedad; y como un partido de
carácter Jucheano, que mantiene invariable su naturaleza
revolucionaria.
Para que el partido de la clase obrera sirva fielmente a las*
masas populares, en consonancia con su requisito intrínseco, es
indispensable que sus trabajadores posean correctos métodos y
estilos de labor. Si estos resultan inadecuados, la política del
partido, por muy justa que sea, no podrá disfrutar del apoyo del
pueblo, ni ejecutarse al pie de la letra. Sólo cuando se
establezcan los métodos revolucionarios y estilos populares de
trabajo, acordes con la naturaleza de la sociedad socialista, será
posible profundizar la confianza de las masas en el partido y
orientarlas a poner de pleno manifiesto su fervor e iniciativas
creadoras en la revolución y la construcción.
Un problema importante que se presenta a este respecto, es
acabar definitivamente con el abuso de autoridad y el burocratismo.
Estos son métodos y estilos de trabajo trasnochados
de quienes, esgrimiendo su autoridad, practican arbitrariedades
y actúan en detrimento de la voluntad e intereses de las masas
populares. Eliminarlos entre los funcionarios, constituye una
exigencia vital para asegurar vínculos estrechos entre el partido
de la clase obrera y las masas populares. Si este partido toma
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en sus manos el poder, es probable que entre algunos de sus
trabajadores surjan tendencias de resolver todos los problemas
con su poder, esgrimiendo la autoridad y el burocratismo.
Desde el principio, éstos no tienen nada en común con la
naturaleza del partido de la clase obrera. Se trata de los
métodos de dominación de las clases gobernantes reaccionarias
de la vieja sociedad y si siguen en pie en la sociedad socialista,
se relaciona, principalmente, con que subsisten los remanentes
de esas ideas caducas en la mente de los funcionarios. Los
métodos y los estilos de trabajo propios del partido de la clase
obrera que lucha en bien de los intereses del pueblo, son,
respectivamente, revolucionarios y populares. Desde los
primeros días de la construcción de la nueva sociedad
presentamos como una meta importante de las actividades del
Partido y del Estado, oponernos al abuso de la autoridad y al
burocratismo entre los funcionarios, e implantar las vías
revolucionarias y las formas populares de trabajo, y hemos
venido empeñándonos en alcanzarla. Y teniendo en cuenta que
en las filas de los cuadros surge un relevo de generaciones y va
elevándose la proporción de los de escasa forja revolucionaria,
seguimos planteando como una tarea importante, mejorar los
métodos y los estilos de trabajo.
Con miras a eliminar el abuso de la autoridad y el
burocratismo y establecer esos métodos y estilos, es necesario
que todos los funcionarios implanten un ambiente de servir
fielmente a las masas populares con el espíritu de abnegarse
para su bienestar. Este afán emana de un concepto revolucionario
sobre las masas populares, que es considerarlas como
protagonistas de la revolución y la construcción.y como el ente
más valioso y potente. La revolución y la construcción son para
y de las masas populares, que poseen inagotable inteligencia y
fuerza. Los funcionarios deben considerarlas como dueñas de
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todo y como seres más poderosos, respetarlas y amarlas, así
como trabajar confiando y apoyándose en sus fuerzas
inagotables. No deben actuar con subjetivismo y arbitrariedad,
sino prestar siempre oído a la voz de las masas y poner al rojo
vivo su celo revolucionario e iniciativa creadora.
Ellos no son hombres especiales puestos por encima de las
masas, sino sus servidores surgidos de su propio seno. Por eso,
siempre deben pensar primero en los intereses del pueblo, antes
que en los suyos propios. Y tienen que considerar como suyas
sus necesidades e inquietudes, resolver a tiempo los problemas
pendientes en su vida y compartir con la gente las penas y las
alegrías.
Con elevadas cualidades humanas y don de gentes, los
funcionarios deben tratar afectuosamente a todos los hombres,
respetar su personalidad, así como apreciar su existencia sociopolítica,
resolverle a tiempo los problemas que les preocupan
en las actividades en esta esfera, y no discriminarlos.
No tienen que separarse ni en lo más mínimo de las masas
populares, sino mantener relaciones armoniosas con ellas. En
vez de gustar de darse aires de importancia y esgrimir su
autoridad, se mostrarán siempre modestos y sencillos. Y
llevarán una vida honesta y austera, sin perseguir intereses
personales ni esperar algún privilegio o beneficio especial.
Deberán observar a conciencia las leyes y los reglamentos del
Estado y mostrar ejemplos y servir de espejo a los demás, en el
cumplimiento de las tareas duras y difíciles.
Para los funcionarios, servir al pueblo y granjearse su
afecto y confianza es vivir con dignidad. En fiel acato a la
consigna del Partido "¡Sirvo al pueblo!", poseerán un correcto
punto de vista sobre éste, defenderán firmemente sus intereses
y consagrarán todo lo suyo a la lucha por él.
A fin de poner fin al abuso de autoridad y al burocratismo
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y establecer el método revolucionario y el estilo popular de
trabajo, es indispensable instaurar un ordenado sistema
correspondiente. A menos que vaya a las masas, nadie puede
escuchar sus opiniones, ni desempeñarse de acuerdo con su
voluntad y exigencia, ni tampoco organizarías y movilizarlas.
Nuestro Partido lanzó la consigna de "¡Compenetrarse todo el
Partido con las masas!" y estableció un ordenado sistema,
según el cual todos los funcionarios convivan entre ellas.
Estos van acostumbrándose a trabajar entre las masas y en
este curso se eliminan el subjetivismo, el burocratismo, el
formalismo y otros métodos y estilos de trabajo obsoletos.
Además, nuestro Partido procuró que los funcionarios
antepusieran la labor política a las demás tareas, y resolvieran
todos los problemas con métodos políticos. Dar prioridad a la
labor política constituye una exigencia intrínseca de la sociedad
socialista que se desarrolla por el elevado entusiasmo
revolucionario y la iniciativa creadora de las masas del pueblo
trabajador. Al presentar la consigna de "¡Que todo el Partido
sea propagandista y agitador!", nuestro Partido hizo que todos
los funcionarios se compenetraran con las masas trabajadoras
dando preferencia a la labor política para poner al rojo vivo su
entusiasmo revolucionario. Ellos se identifican con las masas y
les explican la política del Partido, y compartiendo el mismo
destino, las movilizan con energía en la revolución y la
construcción.
Con vistas a acabar con el abuso de la autoridad y el
burocratismo y establecer el método revolucionario y el estilo
popular de trabajo, es precio, además, intensificar la formación
y la lucha ideológica entre los funcionarios. El abuso de
autoridad, el burocratismo y otros métodos y estilos caducos de
trabajo son expresiones de los remanentes de viejas ideas y sus
raíces son profundas. Estos no pueden eliminarse al margen de
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una persistente educación y lucha ideológica entre los
funcionarios. Nuestro Partido procuró que ellos se armaran
firmemente con las originales teorías y métodos de dirección,
creados por el gran Líder, por una parte, y por la otra,
efectuaran a tiempo la educación y la lucha ideológica con los
aspectos positivos y negativos que surgían en los métodos y
estilos de trabajo. En el curso de esta constante educación y
lucha, fueron suprimiéndose el abuso de autoridad, el
burocratismo y otros métodos y estilos de trabajo anacrónicos y
en su lugar se establecieron con firmeza otros revolucionarios y
populares en el seno de nuestro Partido.
También en el futuro seguiremos esforzándonos con
tenacidad para dar al traste con el abuso de la autoridad, el
burocratismo y todos los demás métodos y estilos de trabajo
anacrónicos e implantar otros nuevos, revolucionarios y
populares, para así fortalecer y desarrollar a nuestro Partido
como una organización invencible y revolucionaria que forma
un solo cuerpo con las masas populares y goza de su absoluto
apoyo y confianza, y conduciéndolas, lleva a feliz término la
causa revolucionaria del Juche.
Hoy, nuestro pueblo confía ilimitadamente en el Partido y
el Líder, y avanza con pasos firmes por el camino que ellos
señalan. Y sosteniendo en alto la consigna: "Si decide el
Partido, nosotros lo hacemos", combate contra viento y marea
para plasmar la política y línea del Partido. Este y el Líder
confían en el pueblo y lo aman también sin límites, mientras
que éste, a su vez, deposita su absoluta confianza en ellos y les
sigue con lealtad, he aquí precisamente el auténtico aspecto de
nuestra unidad volitiva. Con nada es posible vencer el poderío
del socialismo a nuestro estilo, que se caracteriza por la firme
unidad volitiva entre el Líder, el Partido y las masas.
Apoyándonos en el poderío de esta unidad, desbarataremos las
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