Por Néstor Martínez
Editor Trazos Culturales
El prefijo "des" denota negación o inversión del significado, si le agregamos, como hizo Salvador "Chamba" Juárez, la palabra "compromiso", entendida como aquel que muchos eligieron para luchar por las aspiraciones de la sociedad desde cualquier trinchera, tendremos un panorama bastante amplio de la situación político – social de El Salvador en estos momentos y que queda plasmada en su reciente libro "El Tigre Bizco/ensayos contra el descompromiso".
Dejemos que sea el mismísimo Chamba Juárez el que nos explique el trasunto de su libro:
"Hay que tomar en cuenta que, algunos detractores más acérrimos del compromiso social, son los mismos que ayer nomás lo ponderaban hasta "forzadamente" para adelantar el proceso histórico, y de tal asunto eran los más recalcitrantes bedeles cuando militaban incluso en las filas guerrilleras. Y lo ejecutaban mediante la labor de análisis, crítica, sensibilización, concientización y conducción de masas. Mas, después de que algunos de estos intelectuales habían sido cuadros de dirección de "la revolución salvadoreña", y otros, técnicos y consagrados de colectivos y medios de comunicación popular, creativos y copies en comisiones de prensa y propaganda rebeldes, hacedores de teoría marxista y encargados de formación ideológica; luego del desmantelamiento de las estructuras político-militares a partir de los acuerdos de paz, estos intelectuales desbaratan asimismo sus funciones y las antiguas estructuras político-ideológicas, y abrazan definidamente el proyecto contrainsurgente y otros se posicionan en cualesquiera de los acomodos que ofrece el amplio abanico de tendencias "democráticas" proliferadas por la globalización, la cual entra al país, como ya lo he dejado entrever, por la puerta ancha que se abre de par en par con los acuerdos y que aprovecha el arco del triunfo de la gobernabilidad, la pacificación, etc., para que pase con bombos y platillos su carroza repleta de sorpresas para el pueblo salvadoreño: la privatización y la dolarización, las cuales traen desparramando como Fortuna la pauperización, la corrupción y la violencia entre otras suertes".
Y así Chamba va fustigando a quienes dejaron enganchado al pueblo para encaramarse a la bestia del sistema ahora con otro disfraz, y nos propone no perder de vista que la mona, aunque se vista se seda, mona se queda.
El hijo meritísimo de Apopa, poeta, y ahora ensayista, levanta su voz contra el muro de aquellos que pregonan que hablar de "imperialismo", "lucha de clases", "crítica social", "marxismo" entre otras hierbas, es ser atrasado, precisamente en un período que pasará a la historia como "oscurantista".
No, nada de eso, hay voces que nos están recordando que la utopía existe, está más viva que nunca. Chamba descubre que no es un ala contra el huracán, sino que haya varios aleteando aún en contra el remolino de la locura neoliberal, y como un renacido Juan Salvador Gaviota, nos dice que "entre esta gente, de gran aporte para el pensamiento crítico, por ejemplo, para interpretar científicamente el hecho del des-compromiso del intelectual a partir de la globalización neoliberal, encontramos al filósofo mexicano Alberto Híjar. ¡Imaginad la algarabía que sentí – ya después de algunos años de estar emprendiendo esa lucha del pensamiento sin contar yo con mayores fundamentos teóricos, sino a pura lírica, al recibir de parte del maestro Híjar su saludo solidario, y un material valioso de pensadores latinoamericanos proponiendo precisamente modos de pensar que resistieran a la deshumanización y a la exclusión del hombre del proceso socio-histórico y cultural!".
"Y es que las hostilidades contra quien siguiera sustentando una actitud ética de rebeldía eran más crueles por esa conjugación de factores que ya mencioné: la entronización del neoliberalismo y sus "reformas o reajustes", la transición de la guerra a la paz y "el fin de la historia rubricada por la burguesía", hacían ver con sarcasmos de notabilidad y adelantamiento al que seguía la consecuencia histórica, y no sólo lo señalaban como "el dinosaurio", "el descontextualizado", sino que con ironía decían de él: "ése todavía sigue oyendo a Violeta Parra y a Víctor Jara"; y aún con mucho más cinismo se le recriminaba: "ése sigue creyendo que la revolución es verdad". Todo ello bajo el amparo de la analogía de la globalización y la nueva jerga intelectual que, para alentar el descompromiso, por ejemplo, inventa frases con ese propósito alienante: "No hay que ser principista"; "hay que des-ideologizarse"; "hay que salirse del pasado"; "no queda más que reinsertarse"; "ahora es borrón y cuenta nueva".
Por eso ahora confirmo que, contrariamente, hay palabras que cobran un valor humano, vívido, dignificante y trascendental, las cuales en circunstancias históricas como las pauntadas, elevan el espíritu a estaturas como las que, en una guerra revolucionaria, lanzan a luchar hasta vencer, aún en las condiciones más adversas y conscientes de que no se llegará a ver ese triunfo".
Siguiendo con la línea del vocabulario de Juárez, es válido pensar que a la derecha y sus adláteres arrepentidos se les salió el fustán del pasado con todo y represión, y que El Salvador no ha avanzado un ápice en sus más sentidas aspiraciones, como por ejemplo la verdadera democracia y la libertad y que, so pena de ver como el tigre bizco, en las dos direcciones al mismo tiempo sin tener nada claro, podemos caer en un túnel cuya luz final nunca lograremos ni siquiera entrever.
Fuente citada:
http://www.diariocolatino.com/es/20080108/trazosculturales/50952
Editor Trazos Culturales
El prefijo "des" denota negación o inversión del significado, si le agregamos, como hizo Salvador "Chamba" Juárez, la palabra "compromiso", entendida como aquel que muchos eligieron para luchar por las aspiraciones de la sociedad desde cualquier trinchera, tendremos un panorama bastante amplio de la situación político – social de El Salvador en estos momentos y que queda plasmada en su reciente libro "El Tigre Bizco/ensayos contra el descompromiso".
Dejemos que sea el mismísimo Chamba Juárez el que nos explique el trasunto de su libro:
"Hay que tomar en cuenta que, algunos detractores más acérrimos del compromiso social, son los mismos que ayer nomás lo ponderaban hasta "forzadamente" para adelantar el proceso histórico, y de tal asunto eran los más recalcitrantes bedeles cuando militaban incluso en las filas guerrilleras. Y lo ejecutaban mediante la labor de análisis, crítica, sensibilización, concientización y conducción de masas. Mas, después de que algunos de estos intelectuales habían sido cuadros de dirección de "la revolución salvadoreña", y otros, técnicos y consagrados de colectivos y medios de comunicación popular, creativos y copies en comisiones de prensa y propaganda rebeldes, hacedores de teoría marxista y encargados de formación ideológica; luego del desmantelamiento de las estructuras político-militares a partir de los acuerdos de paz, estos intelectuales desbaratan asimismo sus funciones y las antiguas estructuras político-ideológicas, y abrazan definidamente el proyecto contrainsurgente y otros se posicionan en cualesquiera de los acomodos que ofrece el amplio abanico de tendencias "democráticas" proliferadas por la globalización, la cual entra al país, como ya lo he dejado entrever, por la puerta ancha que se abre de par en par con los acuerdos y que aprovecha el arco del triunfo de la gobernabilidad, la pacificación, etc., para que pase con bombos y platillos su carroza repleta de sorpresas para el pueblo salvadoreño: la privatización y la dolarización, las cuales traen desparramando como Fortuna la pauperización, la corrupción y la violencia entre otras suertes".
Y así Chamba va fustigando a quienes dejaron enganchado al pueblo para encaramarse a la bestia del sistema ahora con otro disfraz, y nos propone no perder de vista que la mona, aunque se vista se seda, mona se queda.
El hijo meritísimo de Apopa, poeta, y ahora ensayista, levanta su voz contra el muro de aquellos que pregonan que hablar de "imperialismo", "lucha de clases", "crítica social", "marxismo" entre otras hierbas, es ser atrasado, precisamente en un período que pasará a la historia como "oscurantista".
No, nada de eso, hay voces que nos están recordando que la utopía existe, está más viva que nunca. Chamba descubre que no es un ala contra el huracán, sino que haya varios aleteando aún en contra el remolino de la locura neoliberal, y como un renacido Juan Salvador Gaviota, nos dice que "entre esta gente, de gran aporte para el pensamiento crítico, por ejemplo, para interpretar científicamente el hecho del des-compromiso del intelectual a partir de la globalización neoliberal, encontramos al filósofo mexicano Alberto Híjar. ¡Imaginad la algarabía que sentí – ya después de algunos años de estar emprendiendo esa lucha del pensamiento sin contar yo con mayores fundamentos teóricos, sino a pura lírica, al recibir de parte del maestro Híjar su saludo solidario, y un material valioso de pensadores latinoamericanos proponiendo precisamente modos de pensar que resistieran a la deshumanización y a la exclusión del hombre del proceso socio-histórico y cultural!".
"Y es que las hostilidades contra quien siguiera sustentando una actitud ética de rebeldía eran más crueles por esa conjugación de factores que ya mencioné: la entronización del neoliberalismo y sus "reformas o reajustes", la transición de la guerra a la paz y "el fin de la historia rubricada por la burguesía", hacían ver con sarcasmos de notabilidad y adelantamiento al que seguía la consecuencia histórica, y no sólo lo señalaban como "el dinosaurio", "el descontextualizado", sino que con ironía decían de él: "ése todavía sigue oyendo a Violeta Parra y a Víctor Jara"; y aún con mucho más cinismo se le recriminaba: "ése sigue creyendo que la revolución es verdad". Todo ello bajo el amparo de la analogía de la globalización y la nueva jerga intelectual que, para alentar el descompromiso, por ejemplo, inventa frases con ese propósito alienante: "No hay que ser principista"; "hay que des-ideologizarse"; "hay que salirse del pasado"; "no queda más que reinsertarse"; "ahora es borrón y cuenta nueva".
Por eso ahora confirmo que, contrariamente, hay palabras que cobran un valor humano, vívido, dignificante y trascendental, las cuales en circunstancias históricas como las pauntadas, elevan el espíritu a estaturas como las que, en una guerra revolucionaria, lanzan a luchar hasta vencer, aún en las condiciones más adversas y conscientes de que no se llegará a ver ese triunfo".
Siguiendo con la línea del vocabulario de Juárez, es válido pensar que a la derecha y sus adláteres arrepentidos se les salió el fustán del pasado con todo y represión, y que El Salvador no ha avanzado un ápice en sus más sentidas aspiraciones, como por ejemplo la verdadera democracia y la libertad y que, so pena de ver como el tigre bizco, en las dos direcciones al mismo tiempo sin tener nada claro, podemos caer en un túnel cuya luz final nunca lograremos ni siquiera entrever.
Fuente citada:
http://www.diariocolatino.com/es/20080108/trazosculturales/50952