Bloque Popular Revolucionario BPR 30 de Julio 1975 Beligerantes

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lunes, 16 de mayo de 2011

UNA PROMESA HISTORICA

13 mayo 2011
Una promesa histórica

Escrito por Carlos Abrego

Cosas Tan Pasajeras.
En el vocabulario del FMLN la palabra « táctico » tiene el significado corriente de como disponer, mover y emplear las fuerzas para un combate y otro que es muy particular, propio tal vez a todas las fuerzas políticas salvadoreñas. ¿Qué reza este otro significado? “Pues esto que declaramos urbi et orbi es para mientras, ya veremos luego que nos sale... Entre nosotros sabemos que nuestras intenciones son otras”. Un ejemplo de esto o como dicen los lingüistas una “ocurrencia” la he encontrado en las recientes declaraciones que hizo la diputada Lorena Peña al semanal El Faro. Leamos, cito:

“¿Y Ana María en qué andaba en ese momento?

—“Ana María se la habían jalado para allá porque en la comandancia había que tener dos, y Ana María era la segunda responsable, entonces ella estaba por apoyar una estrategia política diplomática que le diera acompañamiento a la guerra porque toda la discusión real de la negociación no se dio cuando Marcial, se dio en el 90, hasta antes era táctico para el gobierno y táctico para nosotros”.

¿Qué nos está diciendo la diputada? Que las proposiciones de negociación hasta el noventa era pura pamplina (Iba a poner “paja” como ella muy elegantemente se expresa en esta entrevista). Lo serio, lo real de las negociaciones fueron sólo a partir de los noventa. Es una interpretación sui generis de los hechos. Pues de alguna manera la diputada, la antigua guerrillera, le está dando razón al gobierno de entonces, en no darle crédito a las proposiciones de negociación que reiteradamente le hacia el FMLN. Sin embargo la contradicción se encuentra en el mismo párrafo, pues nos afirma que Ana María “estaba por apoyar una estrategia política diplomática que le diera acompañamiento a la guerra”. Pero los objetivos finales no son tácticos, sino que estratégicos.

Sobre este tema de las negociaciones y del objetivo de la guerra ya he escrito anteriormente, no voy pues a volver a abordar el tema ahora.

Algunos se acordarán que durante la campaña electoral presidencial, se presentó en repetidas oportunidades la candidatura de Mauricio Funes como táctica. Era lo que iba a atraer hacia el voto por el FMLN a esa franja de indecisos que de lo contrario nunca votaría por el Frente. Dejando entender que una vez en el gobierno iba a cantar otro gallo. Como las negociaciones entre Mauricio Funes y el Frente no fueron públicas, ni dieron como resultado ningún documento público, tal vez ni siquiera secreto, no sabemos cuales fueron las mutuas concesiones, ni los compromisos logrados. Tampoco qué clase de tire y afloje tuvo lugar, se puede presumir que la composición del gobierno y el reparto de los ministerios tuvo cierta importancia.

Poco a poco la gente se fue enterando durante los mítines de la campaña las posiciones que Funes no compartía con la dirigencia del Frente. Tampoco voy a hacer el recuento. Pero también quiero recordarles que sobre todas estas declaraciones los dirigentes del FMLN guardaron un profundo silencio. Y no nos queda otra que recurrir al adagio de “el que calla, otorga”, pero ahora sabemos que en realidad lo han abandonado por completo, doy dos ejemplos claves, el retorno a la moneda nacional y la abolición de la Ley de Amnistía.

Viejas y resquebrajadas consignas

No sé como le llaman a estos renunciamientos, si los asignan a la “tactica” o a la “estrategia”. Lo mas probable es que opten por declarar esto como una táctica, pues la estrategia —como afirma Carl von Clausewitz— comprende el alcance de los fines. El fin actual del FMLN ya no es la toma del poder político por el proletariado, sino mantenerse en la esfera política, procurando obtener nuevos curules, más ministerios y eventualmente promover alguna que otra reforma que sirva de paliativo al sufrimiento de los más pobres. Desde hace tiempo han abandonado todo cuestionamiento del dominio sobre toda la sociedad por la oligarquía, ahora persiguen encargarse de los remiendos sociales, ya no se proponen subvertir los fundamentos burgueses de la sociedad, ahora se trata de reformar y limar las asperesas del capitalismo, darle un rostro humano. Como durante estos últimos años han repetido tanto y hasta se precipitaron a formar parte de la V Internacional Comunista propuesta por el presidente Chávez, también repiten que el socialismo es un objetivo lejano, que se trata de algo que no se puede plantear ahora a nuestra sociedad y a veces frente al enojo de sus militantes y simpatizantes se entusiasman con viejas y resquebrajadas consignas, siguen vistiéndose de rojo y hasta levantan el puño izquierdo.

Pero el objetivo que plantearon ante el pueblo aquellos que lo llamaron a empuñar las armas, no fue ponerle parches y curitas a nuestra miseria, sino que cambiar de sociedad, de transformar sus estructuras, de acabar con la dominación imperialista y de la oligarquía. Eso se planteaba como la única salida a nuestro subdesarrollo, como la única posibilidad de resolver las eternos problemas de nuestra sociedad. Entonces se demostraba con detalles la contradicción entre los intereses de la oligarquía y del resto de la sociedad. La contradicción antagónica se refería a la sociedad capitalista salvadoreña. Es cierto que muchas cosas cambiaron en el mundo que no permiten proponerse los mismos objetivos de manera inmediata en estos momentos. No obstante la realidad nacional, tanto económica como social, ha sufrido cambios que empeoran la situación de los trabajadores, es decir que el sistema ha seguido produciendo los mismos estragos, empeorándolos. Es decir la realidad no contradice los objetivos de entonces, sino que los vuelve aún más urgentes.

Es necesario pues hablar sin tapujos sobre los cambios que se han operado en la sociedad que no permiten plantear los objetivos de transformación como actuales, a pesar de que se han vuelto en la realidad económica y social aún más urgentes.

Muchos temas han vuelto a florecer como argumentos que impiden nuestra lucha por el socialismo, nuestra pobreza, nuestra falta de recursos naturales, nuestra posición geográfica, nuestra dependencia. Se trata de temas a los que se respondió anteriormente, en los años setenta, teórica y prácticamente, temas que es necesario retomar con paciencia uno a uno. Ha aparecido otro muy recurrente y en apariencia de gran peso. Fundar otro tipo de sociedad en El Salvador, romper con la explotación de los trabajadores es imposible, pues ahora estamos obligados a tomar en cuenta que en el seno del principal enemigo de nuestras aspiraciones de independencia, en los Estados Unidos, viven millones de salvadoreños. Esto se une a otro tema más antiguo, el imperialismo no lo permitiría y recurriría a promover en nuestro país un golpe de Estado. Esto último no se dice así tan abierta y crudamente. Pues hay como un acuerdo de no abordar este tema, como si el papel que ha jugado el Ejército en nuestra historia fuera actualmente un tabú. Aún más, ahora el presidente Funes, con la abierta complicidad de todos los partidos políticos, desde hace algún tiempo, se dedica a rehabilitarlo. Lo hace amparándose detrás de la angustia que suscita la violencia criminal, el alza de los asesinatos, el recrudecimiento de su crueldad. El Ejército realiza tareas en la sociedad que no le corresponden, ahora lo han sacado a las calles, abandonando los cuarteles, rompiendo uno de los pilares de los Acuerdos de Paz.

Lo interno y externo

Existe pues una correlación de fuerzas desfavorable a las ideas del socialismo en el país, de eso no podemos dudar. Este cambio radical no se ha producido de repente y de manera espontánea. Se trata del resultado de un proceso en el que han convergido factores internos, como externos. Los factores externos repercuten al interior de nuestra sociedad y se mezclan con los factores internos. Uno de los principales es la desaparición de lo que durante décadas se llamó el “Campo socialista”, sobre este hecho que de manera simbólica se asocia al derrumbe del “Muro de Berlín”, diré algunas palabras. Esto produjo un cambio en las relaciones de fuerzas a nivel internacional. Este punto merece estudios detenidos que van más allá del aporte que pueda hacer una persona, existen ya materiales suficientes que han puesto al desnudo las cuasas del descalabro del “socialismo real”. Lo que nos corresponde a nosotros es no sólo analizar estos hechos, sino escrutar los efectos en nuestra sociedad.

Es claro que se trata de analizar las consecuencias ideológicas de todos estos procesos. No obstante también es necesario y tal vez sea aún más imprescindible fijar nuestra mirada en los factores internos que han venido a cambiar las correlación de fuerzas políticas respecto a la necesidad de transformar a fondo y radicalmente nuestra sociedad.

Cuando se emprende una batalla no existen más salidas que la victoria o la derrota, es tonto consuelo seguir llamando empate a lo que ha ocurrido al finalizar la guerra en el país. No digo esto por simple regateo, ni por espíritu de contradicción. El análisis actual de la guerra pasada comienza a ser un tema para la historia nacional, no obstante no pierde aún su vigencia política. Su interpretación es importante, pues quierase o no, la guerra y sus resultados siguen determinando la actualidad política.

El objetivo de la guerra es el desarme del adversario, esto determina quién ha salido victorioso. Es cierto que la guerrilla aceptó su desarme luego de un largo proceso de negociaciones y como resultado de un Acuerdo de Paz. En ese mismo tratado figuraba la destitución de los principales mandos del Ejército y la disolución de los organismos represivos como la Guardia Nacional, las Policias Nacional y de Hacienda. El Ejército quedaba consignado en los cuarteles. También los criminales organismos paramilitares fueron desarmados y disueltos. Y fue creada la Policía Nacional Civil. En el Acuerdo se contemplaban muchas otras cosas de carácter social que nunca se cumplieron.

El retorno a lo político no fue una simple vuelta a la situación anterior a la guerra. El principal cambio fue que todas las prácticas pasadas de represión indiscriminada contra las fuerzas progresistas del país desaparecieron, aunque los sindicatos y los sindicalistas aún hasta ahora no tienen las protecciones necesarias para actuar en completa libertad y seguridad laboral. Aunque el FMLN no obtuvo, o no lo negoció, no se crearon comisiones mixtas de control de la aplicación estricta de los acuerdos. De todas formas el FMLN entró como partido político a la vida institucional del país.

Los Acuerdos de Paz no coinciden ni de lejos con los principios y objetivos primeros bajo los cuales el FMLN legitimaba su lucha revolucionaria. Desde el punto de vista económico y social todo quedaba igual.

La situación política era nueva en todos los sentidos. Sobre todo para las fuerzas populares, que ahora adquirían la posibilidad de expresarse libremente, incluso se contemplaba el derecho del FMLN de abrir los medios de comunicación social que juzgara necesario. Entonces contaba con dos radios guerrilleras. Estas fueron “privatizadas”. El FMLN en tanto que partido político perdió su control y fue incapaz de fundar nuevas radios, ni editar un órgano de prensa que pudiera competir con los de la derecha y de la oligarquía. Por supuesto que entonces una estación de televisión tampoco se planteaba como objetivo. Esta situación lo puso en desventaja para llevar un combate ideológico y político. Para poder hacerse oír por la sociedad le quedaban pues la movilización de sus militantes y la reactivación, en las nuevas condiciones, de las organizaciones de masas.

Una promesa histórica

El FMLN entró a participar en el sistema político nacional, logró ser aceptado y oficializado como partido político y comenzó a participar en las elecciones. En este espacio es imposible extenderme con detalle en una evalución de las acciones políticas del FMLN, no obstante todos sabemos que la lucha política, los objetivos políticos parecían haber sido ya logrados y los primeros que fueron la causa de la guerra fueron simplemente abandonados. Este abandono no sorprendió a nadie, pues de alguna manera estaba inscrito en el carácter mismo que optó la guerra desde que se planteó como principal objetivo llegar a la mesa de las negociaciones.

Pero como las condiciones de vida no cambiaron con los Acuerdos de Paz, en cada campaña electoral volvían a surgir la antiguas aspiraciones como una promesa histórica, como un objetivo nunca abandonado por el Frente. Era este sobrentendido el que yacía en los discursos políticos de los candidatos efemelenistas. Las organizaciones de masas no fueron reactivadas realmente. Apareció un sinfin de organizaciones no gubernamentales (ONG) que vino simplemente a fragmentar el movimiento social. El FMLN se acomodó perfectamente a esta situación. Poco a poco la batalla política se limitó a discutir las propuestas de los gobiernos areneros, sus acciones o su inacción. Las propuestas del FMLN eran contraproposiciones, no provenían de una estrategia de cambio y de una batalla ideológica para mostrar la caducidad del sistema político y econoómico reinante.

Es cierto que con la llegada al poder en la URSS de Mijail Gorbachov y el inicio de su política de restructuración (perestroika), produjo en las filas del “movimiento comunista y revolucionario” en todo el mundo una conmoción y una parálisis inesperadas y profundas. Para un análisis más exhaustivo sería necesario observar con cierta minucia lo ocurrido en el seno del Frente y la correlación de fuerzas interna a partir de abril de 1983, fecha de la desaparión de la comandante Ana María y del comandante Marcial. Pues la componente del Frente que salió reforzada o digamos que pasó a ser ideológicamente hegemónica fue el Partido Comunista Salvadoreño. El papel de su principal líder se volvió predominante y fue quien poco a poco fue dando la pauta al resto de organizaciones. Con la llegada de Gorbachov y su política de abandonar para Moscú el carácter de centro del movimiento internacional comunista, de devolver la iniciativa y la libertad de juicio a cada unos de los partidos nacionales, la libertad de determinar su propia política, de no obligarlos a defender a capa y espada la política de la URSS, la libertad de tener cada partido su propia línea política tanto nacional, como internacional, sumió a muchos dirigentes en la consternación.

En todo caso, la famosa Perestroika no cundió, sus resultados no fueron concluyentes, las divergencias con los antiguos dirigentes y partidarios a un retorno a las antiguas prácticas totalitarias eran cada vez más agudas y públicas. Al mismo tiempo aparecieron poderosas corrientes que promovían una “radicalización” de la política de Gorbachov. En realidad se trataba de emprender una transición hacia el capitalismo.

No es menester insistir que todo esto tuvo en El Salvador repercusiones en la vida política nacional. Pero lo que vino a dar un golpe fatal a toda la ideología hasta entonces considerada como graníticamente sólida, fue el derrumbe del “campo socialista”, la estrepitosa “Caída del Muro de Berlín”.

Era indudable que el modelo soviético hasta entonces considerado como el prototipo de sociedad a la que se anhelaba se vino abajo, provocando una terrible horfandad ideológica y algunas veces simplemente una desbandada. Eso ocurrió también en El Salvador. Pero nadie era, ni fue capaz, al interior del FMLN, de emprender un trabajo crítico de lo sucedido en la URSS desde los años treinta hasta el descalabro final. Nadie era, ni fue capaz de renovar el pensamiento revolucionario en El Salvador, incluso aquellos que se declaraban ritualmente como “marxistas-leninistas”, fueron poco a poco abandonando esta costumbre y lo que es peor empezaron a considerar la obra de Marx como foránea, no adaptada a nuestra circunstancia, y algunos que nunca se habían dedicado a la simple lectura de Marx, afirmaban que ya ha sido superada y que su caducidad es manifiesta. Como la derecha consideran que Marx ha muerto y que lo mejor es darle sepultura.

En El Salvador sólo dos dirigentes fueron capaces de darle al movimiento popular una estrategia coherente. Me refiero a Salvador Cayetano Carpio y Mélida Anaya Montes. Los otros se fueron acoplando, tratando de adaptarse a su visión o a oponerse sin proponer una estrategia y una táctica que pudiera llevar a la victoria. Estos dirigentes ya no estaban en el momento de la “Caída del Muro de Berlín”, murieron trágicamente en abril de 1983. Tal vez ellos hubieran podido darle una respuesta a las interrogantes que surgieron con la nueva situación creada por el derrumbe del “Campo Socialista”. La autoridad de estos dos grandes líderes del movimiento popular salvadoreño fue grande y sigue presente en la vida nacional. Esta presencia es para uno de ellos, Salvador Cayetano Carpio, en las filas del FMLN, de denigramiento absoluto y de recuperación en lo que concierne a Mélida Anaya Montes. Hablo de recuperación en el sentido de oponerla ideológicamente a Carpio, sin presentar en lo más mínimo una prueba textual de que ella había abandonado los principios de la estrategia de la “guerra popular prolongada”, pensada por ella misma, conjuntamente con Carpio.

Para muchos dirigentes actuales del FMLN mentar la urgencia de la teoría revolucionaria hace aparecer en sus labios una irónica sonrisa, sorna en sus palabras. Han ido acostumbrando a los militantes a escuchar simplificadas consignas, análisis apenas coyunturales y han expulsado de su ánimo todo deseo de estudio y superación. Existe en ellos un obrerismo agudo y una alergia hacia la teoría. Abordar un problema con cierta abstracción se convierte en innecesaria complicación.

“No se puede arrojar contra los obreros insulto más grosero, ni calumnia más indigna que la frase “las polémicas teóricas son sólo para los académicos”. Hace un tiempo Lassalle dijo: “Recién cuando la ciencia y los obreros, polos opuestos de la sociedad, se aúnen, aplastarán en sus brazos de acero todo obstáculo hacia la cultura”. Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico”. Estas palabras son de Rosa Luxemburgo, gran pensadora marxista polaco-alemana. Las cito de su obra “Reforma o Revolución”. Este es el dilema que se nos presenta ahora a nosotros también en El Salvador.

No obstante para pensar en concreto en la revolución es necesario invertir la correlación de fuerzas en el terreno ideológico. La batalla política vuelve a surgir con toda su pujanza, aunque es necesario que los que piensan que el capitalismo no es el final de la historia, se preparen teóricamente, que vayan a los textos, que escudriñen con paciencia y aprendan a pensar con sus propias cabezas. La tarea urgente ahora en El Salvador es la reconstrucción de una corriente revolucionaria en el seno de nuestra sociedad, pues el reformismo prevalece en el FMLN y su actuación en el gobierno, como en la Asamblea, es totalmente ineficaz para transformar la angustiante situación de las capas populares. En necesario revivir la combatividad de los trabajadores, su abnegación en la lucha y elevar su nivel de conciencia. Son estas las tareas más inmediatas. ¿Puede asumirlas el FMLN? No, no lo creo. (Esta conversación no termina aquí).

ARTICULO ESCRITO POR CARLOS ABREGO

EN EL BLOG COSAS TAN PASAJERAS.


POR LA IMPORTANCIA POLITICA IDEOLOGICA

NOS HONRAMOS EN PRESENTARLO A NUESTROS LECTORES

PARA LOS DEBATES QUE DIA A DIA LLEGARAN A LA VERDAD DE LOS HECHOS

DE LO QUE REALMENTE SUCEDIO CON LA TRAICION

DEL PROCESO REVOLUCIONARIO

A FAVOR DE LA BURGUESIA Y EL IMPERIALISMO

POR LA DIRECCION Y LOS DIRIGENTES DEL FMLN

"ELECTOREROS" Y POLITICOS CORRUPTOS !

EL REFORMISMO

EL REVISIONISMO DE NUEVO TIPO

COMERCIANTES DE LOS PRINCIPIOS

REVOLUCIONARIOS

Y DE LA SANGRE GENEROSA

DEL PUEBLO DE EL SALVADOR.


Y OTRA VEZ

SE ACERCAN LAS ELECCIONES BURGUESAS

PARA LEGITIMAR


"LA DEMOCRACIA DE LA HAMBRUNA "


"LA DEMOCRACIA DE LA EXTREMA POBREZA".


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NO VOTEMOS POR LOS MAFIOSOS

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