“Lo de Chile es una revolución en marcha”
Tania Peña / Prensa Latina
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Santiago. Lo de Chile es una revolución en marcha, aseguran reconocidos historiadores y analistas políticos sobre el creciente movimiento de protestas sociales que desde abril de este año mantiene en apuros al gobierno de Sebastián Piñera.
Chile asiste a un escalón superior de lucha por cambios estructurales profundos, aseguró a Prensa Latina el presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo.
En entrevista exclusiva con esta agencia, el líder gremial comentó cómo en el paro nacional ciudadano del 24 y 25 de agosto último marcharon en forma multitudinaria trabajadores y estudiantes juntos en reclamo de transformaciones de fondo.
"Entraron los trabajadores al escenario y eso le da una cualidad muy distinta y más profunda a este movimiento que existe en el país", subrayó Gajardo.
Destacó que entre las demanda principales del pueblo chileno sobresalen el llamado a una nueva Constitución y a un nuevo Código del Trabajo, educación y salud pública gratuitas y el pedido de una reforma tributaria que, junto a la renacionalización del cobre, contribuya a encarar la impresionante inequidad social.
No queremos más peloteos, no confiamos en los congresistas, dijo a Prensa Latina una manifestante que marchaba acompañada de sus hijos durante la multitudinaria marcha que abarrotó la Alameda en el segundo día de huelga nacional.
"Vayamos a la Asamblea Constituyente", rezaba a su lado un enorme cartel que cubría varios metros de la céntrica avenida de los santiaguinos. "Nueva Constitución Política", "Es ahora o nunca", "Chile debe ser distinto", "Lucho por mis hijos", decían otros mensajes que inundaron junto a banderas chilenas y mapuches la ciudad.
“En Chile se ha producido lo que hasta no hace mucho parecía imposible: que una clara mayoría comparta la idea de que el modelo heredado del pinochetismo debe ser cambiado de raíz por otro que abra paso a la justicia social”. Así sostuvo el último editorial de la revista chilena Punto Final, que calificó el momento como una revolución verdadera que ha sorprendido al mundo y a sus propios actores; pero sobre todo a las fuerzas conservadoras del país suramericano, engoladas con la supuesta prosperidad del modelo chileno.
La revolución encabezada por los jóvenes es creativa, plural y sorprendentemente ideológica, subraya Punto Final. Advierte, empero: "No tiene un destino asegurado si termina atrapada en una institucionalidad hábil en hacer trampas y en cooptar al movimiento social". No obstante, la revista resume en forma alentadora: la batalla de las ideas se está resolviendo a favor del cambio. El pensamiento revolucionario ha ganado su primer y más importante enfrentamiento: nadie se atreve a poner en duda la legitimidad de las demandas estudiantiles y ciudadanas.
También los académicos chilenos ponderan el momento irrepetible que vive el país, presentado hace sólo unos meses por el presidente estadounidense, Barack Obama, como un modelo a seguir en Latinoamérica y el mundo; de ahí que lo eligiera como plataforma de lanzamiento de su autodenominado Discurso para las Américas.
Lo que nació como un movimiento de apariencia sectorial es hoy día un movimiento social, de carácter revolucionario, antineoliberal, destacaron los historiadores Karen Alfaro, Fabián Almonacid, Pablo Artaza, Mario Garcés, Sergio Grez, Angélica Illanes, Alexis Meza, Ricardo Molina, Julio Pinto, Gabriel Salazar y Verónica Valdivia. Indicaron, a través de un manifiesto, cómo las calles y plazas a lo largo de Chile se han transformado en las arterias donde fluyen miles de ciudadanos demandando cambios sustanciales en el paradigma económico, en el carácter y papel del Estado y en la institucionalidad del país.
Es que no sólo los ciudadanos, sino la mayoría de la sociedad vive en una extrema inequidad; de ahí la confluencia de intereses, explicaron los investigadores.
Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, los aranceles de las universidades chilenas están entre los más caros del mundo, sólo por debajo de Estados Unidos. Triplican los de Italia, cuadruplican los de España y son 19 veces más caros que los de las universidades de Francia.
En la austral nación el 70 por ciento de los estudiantes depende de un crédito para poder estudiar, el que luego lo endeuda a él y a su familia de por vida; y peor es la suerte de los sectores más pobres, que ni siquiera tienen para acceder a las universidades o para terminar las carreras iniciadas.
En las universidades, el 85 por ciento del total del presupuesto lo financian las familias y el 15 por ciento restante proviene del Estado a través, por ejemplo, de becas.
"Quiero ser doctor, pero mi familia no tiene dinero", confesó a Prensa Latina un joven adolescente asistente a una movilización familiar de casi un millón de personas en el Parque O Higgins de Santiago, a escasas 48 horas del paro nacional.
"Va a caer, va a caer, la educación de Pinochet", coreaban los manifestantes en el imponente y pacífico acto del emblemático recinto forestal santiaguino.
Seamos capaces de romper con esta institucionalidad política que está en crisis, se oía por un audio central, mientras la voz de la principal oradora de la ocasión, la carismática líder estudiantil Camila Vallejo, a quien un alcalde derechista le espetó el epíteto de endemoniada y la acusó de mantener al país de rodillas.
"Hay una derecha nostálgica de la dictadura que se ha estado expresando de manera desesperada tratando de polarizar el país", le respondió la joven chilena.
De hecho, el desmedido uso de la fuerza policial en el país pareciera darle la razón a Vallejo. Es habitual en las protestas sociales el uso de bombas lacrimógenas y de carros lanza agua para dispersar no sólo a encapuchados funcionales al sistema, según analistas políticos, sino también no pocas veces para arremeter contra manifestantes que se expresan en forma pacífica.
En difícil trance quedaron las autoridades chilenas al cierre de la jornada nacional de protesta, cuando se conoció de la muerte de un adolescente de 16 años de edad que testigos aseguran fue baleado por Carabineros en plena vía pública.
El empleo desproporcionado de la fuerza policial junto con provocaciones para generar reacciones violentas se han convertido en un esquema habitual en todo el país, alertan exponentes de la izquierda chilena.
Los historiadores advierten también que la represión les recuerda a los chilenos que están ante un régimen político fundador del neoliberalismo y que busca a ultranza resguardar sus intereses.
Los jóvenes persisten y copan el cuerpo de Chile. “¡No aflojen cabros!”, les dicen los mayores.
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