Ahora la clave es capturar a Kadafi
Moisés Saab / Prensa Latina
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Los acontecimientos en Libia se precipitan con el paso de las horas y la OTAN y el autodesignado Consejo Nacional de Transición (CNT) apresuran la cacería humana contra Muammar Kadafi.
Esa premura tiene una explicación: de su captura depende el éxito de meses de bombardeos y muerte para controlar Libia y sus recursos, pero también es un paso importante en la estrategia africana y medioriental de las potencias occidentales.
Evidencia de esa lógica es el esfuerzo con que las heterogéneas milicias del CNT entraron en Trípoli, la capital de la Jamahirya (Estado de masas, en árabe) creada por Kadafi, la cual, aunque con pobre efecto práctico, tiene un impacto sicológico y de imagen pública para apoyar el empuje sobre todo de Francia e Italia para conseguir la aceptación universal de los insurgentes como representantes legítimos libios.
De nuevo el martes 23 la OTAN machacó el complejo de Bab el Aziziya, aunque es dable suponer que el objetivo no era apresar al elusivo líder libio, sino dar un golpe de efecto, en la misma línea de razonamiento que la alianza y sus protegidos del CNT siguieron al tomar la capital libia.
Aunque en la práctica es un ejercicio en futilidad, porque si en algún lugar no estaba Kadafi era justo en ese conjunto de construcciones, el esfuerzo tiene un propósito político: demostrar que están en control de la situación en el atormentado país del norte africano, en el contexto de la reunión de urgencia convocada por la Liga Árabe para el jueves 25 de este mes.
El jueves 25 medios del CNT aseguraban tener rodeado un edificio en Trípoli en el cual suponían estaban guarecidos el líder libio y sus hijos, una hipótesis de dudosa pronóstico, cuenta habida del estado de cosas en la capital libia y la capacidad elusiva de que ha dado muestras Kadafi, quien esta semana reiteró que permanecerá en su país hasta la victoria o el martirio.
Pero la línea seguida por los insurgentes rindió frutos el jueves cuando la Liga de Países Árabes (LPA) acordó, a petición de su Comité de Iniciativas de Paz, conceder al CNT el asiento libio, un espaldarazo que lo hace, con un golpe de dados diplomático, representante legítimo del país a los ojos de los estados miembros con todo el peso que tal decisión conlleva.
La decisión, en rigor, era esperada, ya que la LPA desde el inicio condonó las sanciones económicas y políticas acordadas contra Libia por las potencias occidentales, ha estado a lo largo del conflicto del lado de los opositores de Kadafi y, además, condonó la agresión de la OTAN, iniciada al amparo de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU.
Aunque ese texto sólo alude a la adopción de medidas para proteger a la población civil de alegados abusos de los derechos humanos en Libia y, en modo alguno, avala los ataques aéreos de la OTAN, alianza castrense que no es miembro del sistema de la ONU, la Liga cobró de esa manera a Kadafi sus frecuentes desplantes.
Y entre los países miembros, Katar, que participa en el esfuerzo castrense contra el gobierno libio y envió fuerzas especiales para que sirvieran de guardaespaldas a los miembros del CNT, todos exministros de la Jamahirya.
Los militares kataríes compartieron esa tarea con colegas del SAS, el cuerpo de élite británico; la Fuerza Delta estadunidense y el Groupe des commando parachutiste de Francia, acorde con precisiones del sitio digital israelí debka.com, especializado en temas castrenses.
Pero el fenómeno libio encierra un grupo de complejidades que resulta ingenuo pasar por alto: Kadafi sigue libre y en paradero desconocido; existen interrogantes sobre la repentina desaparición del panorama de algunas de sus unidades blindadas y, en perspectiva, las dificultades que comporta el control del vasto territorio libio constituyen una incógnita a tener en cuenta en la compleja ecuación.
Significativas porciones de ese país son en gran parte desérticas y coto privado de tribus beduinas que se consideran sus propios gobiernos y cuyas lealtades el CNT tiene que ganarse, una tarea de resultado impreciso.
Ése es uno de los factores que mueve a este cronista a considerar que en Libia, tampoco, la historia ha llegado a su fin.
El asalto "humanitario" al pueblo libio
Stella Calloni / Prensa Latina
A una semana del 21 de agosto cuando la Organización del Atlántico Norte (OTAN) anunciara, después de varios días de bombardeos sostenidos sobre Trípoli, que sus "rebeldes" habían tomado la capital de Libia, la resistencia continúa y no han podido establecer una sede de gobierno allí, a pesar de lo cual el Consejo Nacional de Transición (CNT) ya ha sido reconocido por los grandes países.
Como un hecho simbólico de lo que significa la contrainsurgencia informativa, los propios voceros del CNT confirmaron que la supuesta toma de la Plaza Verde el pasado 21 de agosto fue una imagen falsa. Como en el mejor filme de Hollywood esa escena se había filmado en Qatar con una apariencia de la Plaza Verde y con sus "extras".
La comparación de varios fotógrafos permitió desnudar la mentira comprada por los medios de comunicación, confesando los voceros del CNT que se había hecho "por la necesidad de lograr el reconocimiento" de las potencias. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, corroboró la falsedad de esa imagen el pasado 27 de agosto.
Estados Unidos se adelantó unos días, abriendo una embajada del CNT en Washington, antes de que la OTAN terminara su faena, lo que les ha costado un precio alto.
Cuanto más días pasan, más evidente es que se trata de un modelo nuevo de invasión, disfrazado de rebelión popular, o "guerra civil" que se diluye a medida que la OTAN avanza y demuestra que la intervención estaba preparada desde hace mucho tiempo por Estados Unidos y sus socios.
Tres días después de la "toma" de Trípoli, la oferta del CNT de pagar un millón 600 mil dólares y amnistiar a quien "mate o entregue vivo" al líder libio Muammar Kadafi evidencia la inmoralidad de la guerra colonial que libra la OTAN en ese país.
Desde el momento en que el 19 de marzo pasado Francia y Gran Bretaña comenzaron a bombardear Libia, con la OTAN detrás, la "mano extranjera" era más que obvia.
No era necesario esperar a que los bombardeos sumaran alrededor de 8 mil sobre ese país, de sólo 6 millones de habitantes y que se reconociera la presencia de mercenarios y "asesores" extranjeros, para entender de qué se trata la acción "humanitaria" del poder hegemónico en Libia.
El 22 de agosto pasado el sociólogo estadunidense James Petras señalaba desde Nueva York que se debe caracterizar a esta guerra contra Libia y su pueblo "como uno de los grandes crímenes del nuevo milenio. El hecho de que por 188 días la OTAN: las fuerzas de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos hayan estado arrojando bombas significan 188 días de muerte y destrucción y a partir de esos actos han tomado terreno sus mercenarios".
Lo que se advierte es que hubo un relato único sobre la "alegría" del pueblo libio por la supuesta "toma" de Trípoli, que aún no se ha concretado, sin mencionar en ningún momento los feroces bombardeos de la OTAN sobre la capital, que dejaron una secuela de más de 3 mil muertos (según la últimas cifras que recogen los informes) y 5 mil heridos, cuya cifra cada día aumenta más.
A lo largo de la guerra colonial, la OTAN afectó todas las infraestructuras además de producir miles de víctimas y abrió el camino para que pudieran entrar sus rebeldes. "Los rebeldes de la OTAN" (como titulé en mayo de 2011 tres notas sobre Libia enviadas a la web y publicadas por la red Nicaragua Socialista) se convirtieron, a ojos vistas, en típicos mercenarios, que allanan casas, pateando puertas al mejor estilo de los ocupantes de Irak, llevando banderas y vinchas monárquicas.
En noviembre de 2010 el presidente Barack Obama había admitido ante The New York Times, el envío de "comandos de la CIA" para asesorar y apoyar una rebelión en Libia.
Uno de los jefes actuales de los "rebeldes" es Hifter Jalifa, un hombre de la CIA que vivía desde hace años en las afueras de Washington, como lo reveló el 30 de marzo de 2011Patrick Martin en un artículo publicado por la red Rebelión (traducción de Loles Oliván). Sostiene Martin que el CNT "el grupo con sede en Bengasi que habla en nombre de las fuerzas rebeldes que combaten al régimen, ha nombrado en la dirección de sus operaciones militares a un antiguo colaborador de la CIA. Hifter Jalifa, excoronel del ejército libio, como reveló McClatchy Newspapers".
Hifter había llegado a Bengasi el 14 de marzo y cinco días después el tabloide británico Daily Mail, lo describió como una de las "dos estrellas militares de la revolución" que llegó para "prestar a las fuerzas rebeldes cierta coherencia táctica".
Había figurado en un informe del Washington Post (26 de marzo de 1996) en una rebelión armada contra Kadafi en Libia, donde se lo mencionaba con "una variante ortográfica de su nombre" como el coronel "Haftar Jalifa, relata Martin.
Se trataba de un grupo al estilo de la "contra" (que actuó contra Nicaragua sandinista en los años 80) basado en Estados Unidos y "denominado Ejército Nacional Libio". Jalifa se había unido en 1987 al Frente de Salvación Nacional Libio "el principal grupo de oposición a Kadafi, que contaba con el respaldo de la CIA estadunidense".
Advierte Martin que ninguna de las cadenas de televisión ocupadas en alabar a los “luchadores por la libertad” del este de Libia, se ha molestado en informar que estas fuerzas están al mando de un antiguo colaborador" de la CIA. Considera que la rebelión inicial fue "secuestrada por el imperialismo".
Esto fue evidente también cuando algunos de los opositores, como el general Abdel Fath Younis, que aparecía como el jefe de la "rebelión" en Bengasi fue asesinado, el pasado 26 de julio, junto a otros dos militares libios, por los "rebeldes" que los habían utilizado para armar el foco de acción en febrero de este año.
El relato único armado para crear un consenso mundial sobre el tema Libia es falsificado y se desmorona. Resulta burdo que Estados Unidos y los gobiernos europeos se reunieran con el "gobierno" del CNT cuando aún no está en la capital y que pidieran la descongelación de los multimillonarios fondos del Estado libio.
Es escandaloso que la ONU estudie cómo modificar la pasada Resolución 1973 para permitir descongelar los fondos, que manejarán los países participantes en la invasión y en el saqueo de Libia.
El anuncio del "control de Libia" significa que la OTAN está dispuesta a no dejar piedra sobre piedra y quedarse en el lugar.
Los medios de incomunicación. Cuando los medios informaron sobre la toma del "complejo residencial" de Kadafi se referían al viejo cuartel Bab el Azizia donde el líder libio tenía una carpa similar a las del desierto para recibir a personalidades, periodistas y amigos, hasta que fue bombardeado en 1986.
Se dijo que los "rebeldes" tomaron la residencia de Kadafi "derribando muros" cuando entraron caminando entre escombros después de más de 60 bombardeos de la OTAN sobre ese lugar.
Bab el Azizia no tenía instalaciones administrativas, ni importancia militar, ni vivía Kadafi. Era un lugar simbólico que recordaba el bombardeo de Estados Unidos en 1986, asesinando entonces a una hija pequeña del gobernante libio y más de un centenar de civiles, entre ellos muchos estudiantes, sorprendidos en los dormitorios universitarios.
Con respecto a los periodistas del hotel Rixos, los medios informaron que estaban "retenidos" por el gobierno libio, cuando ellos mismos se encargaron de denunciar que estaban sitiados por grupos "rebeldes", varios de ellos amenazados como el director de la redVoltaire, Thierri Meyssan, y que oficiales libios facilitaron la llegada de la Cruz Roja para sacarlos del lugar.
En tanto el diario estadunidense The New York Times ratificó el pasado 21de agosto que aviones norteamericanos no tripulados arremetieron contra fuerzas del líder libio, pese a que su rol y el de la OTAN era sólo el de "resguardar" a civiles.
Según el rotativo, que citó Telesur, en los últimos días Estados Unidos estableció una vigilancia aérea de 24 horas sobre las zonas controladas por el gobierno libio, en lo que hasta ahora ha sido la más intensa serie de ataques perpetrados sobre ese país. El periódico informó que en este operativo "la nación norteamericana empleó aviones no tripulados Predator que detectaron, siguieron y en ocasiones hasta llegaron a disparar contra las fuerzas de Kadafi.
Además mencionó los testimonios de algunos analistas, que opinan que estas agresiones "tenían como objetivo abrir el camino a los opositores a Kadafi".
Se reconoce que los mercenarios también recibieron ayuda de potencias como Reino Unido y Francia, que desde julio desplegaron fuerzas especiales en Libia para entrenar y armar a "los rebeldes".
"Aun después de 2 mil 600 fallecidos, contabilizados hasta el domingo pasado la Alianza Atlántica no hace un alto al fuego", señala el periódico.
Kadafi había anunciado tempranamente que las potencias imperiales comenzarían una agresión sobre su país basados en "reportes de prensa" lo que los medios nunca publicaron, ni escuchó Naciones Unidas. Tampoco fueron investigadas sus denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos por parte de los llamados "rebeldes", con pruebas y evidencias.
A pesar de que el gobierno libio propuso el cese al fuego especificando que no podía ser "unilateral", que cumplió en no utilizar aviones de combate y aceptó la presencia de observadores que certificaron que no se comprobaban bombardeos a la población civil, esto fue silenciado.
Se miente sin sutileza alguna. No se dijo, salvo las raras excepciones que existen, que Libia aceptó la propuesta de diálogo de la Unión Africana (UA) para poner fin al conflicto. Pero los grupos armados financiados por Estados Unidos, sus socios y la OTAN la rechazaron, como rechazaron todas las ofertas por una solución pacífica.
Tanto Estados Unidos como Francia reconocieron públicamente que enviaron militares a Bengasi para entrenar a las fuerzas agresoras, incumpliendo la resolución 1973 del Consejo de Seguridad que prohibía el ingreso de personal extranjero por tierra.
También la confiscación de bienes del Estado libio impuesta por Estados Unidos y las potencias europeas fueron usados y desviados para apoyar a los grupos armados, en su mayoría mercenarios, cuya presencia ya reconocen también varios gobiernos.
Se aceptó que éstos sin tener territorio ocupado conformaran el Banco Central de Bengasi a fines de marzo pasado y que negociaran el petróleo. Este nuevo modelo de intervención marca otra escalada. Ya nadie disimula que fueron por petróleo, agua, gas, oro y para instalar allí la sede del Comando Africom de Estados Unidos que controlará África si el mundo no lo detiene. Ni siquiera utilizaron el manido argumento del "terrorismo internacional con que justifican su expansión fascista de estos tiempos.
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